La conquista del Super Bowl por Bad Bunny: la audaz apuesta de la NFL por los futuros fanáticos de América Latina

Cuando Bad Bunny suba al escenario del medio tiempo del Super Bowl, no será solo un concierto: será un ritual de conversión. El espectáculo más visto del mundo se convertirá en la declaración más contundente de la NFL de que su próxima era de crecimiento habla español, baila reguetón y llama hogar a América Latina.
Un show de medio tiempo como estrategia de mercado, no solo fuegos artificiales
Esto no es coincidencia, es cálculo. La decisión de la NFL de pasar a Bad Bunny de invitado sorpresa en 2020 a artista principal del Super Bowl LX forma parte de una jugada deliberada por conquistar a su audiencia de más rápido crecimiento: los fanáticos hispanos y sudamericanos.
“Al poner a Bad Bunny en el centro del escenario del Super Bowl, la NFL está enviando un mensaje sobre su compromiso de crecer y profundizar su conexión con los fanáticos hispanos y sudamericanos”, dijo Ben Sturner, fundador de Leverage Agency, en una entrevista con Forbes. Llamó al artista puertorriqueño “el máximo puente cultural… capaz de conectar audiencias entre culturas y de impulsar la expansión de la liga en mercados clave de crecimiento.”
El mensaje es tan simple como estratégico: si quieres una parte de la atención y el dinero de Ciudad de México, São Paulo, Bogotá y Miami, habla a través de las voces que ya viven en sus cabezas. La NFL no está contratando solo a un artista, está pidiendo prestado un pasaporte.
Y el momento no podría ser más oportuno. La campaña “Por La Cultura” de la liga ya ha reorientado su narrativa hacia el español. La programación internacional la acompaña: desde el abarrotado Estadio Azteca en México hasta la Arena Corinthians en São Paulo, donde los Chiefs y los Chargers se enfrentaron ante 60,000 fanáticos brasileños el mes pasado. La NFL ha prometido ahora al menos tres partidos de temporada regular en Río de Janeiro a partir de 2026.
El Super Bowl es la chispa. Río es el ingreso.
Por qué Bad Bunny alcanza audiencias que los algoritmos no pueden
Los datos demográficos lo cuentan todo. Como escribió el colaborador de Forbes Isaac Mizrahi, los hispanos en Estados Unidos son la minoría más grande y joven del país: un motor de crecimiento interno a simple vista. En el extranjero, México y Brasil ya son los dos mercados más grandes de la NFL fuera de EE. UU.
Aquí entra Bad Bunny, el artista más reproducido del mundo por tres años consecutivos: un puertorriqueño que escribe y canta casi exclusivamente en español, pero vende en todas partes, de Tokio a Texas. Es bilingüe, bicultural y encarna la identidad híbrida que la liga ahora busca cortejar.
“Esta contratación asegura un discurso político y social significativo”, dijo a Forbes el consultor deportivo Walter Franco, señalando el arte en español y las posturas políticas del artista. “Existe la percepción de que es un extranjero —aunque es ciudadano estadounidense—, y eso forma parte del atractivo.”
Franco añadió que la NFL aprendió del efecto Taylor Swift–Travis Kelce: conecta con la cultura pop y alcanzarás mercados antes considerados “impenetrables”. Es el reconocimiento de que la cultura es distribución. Para una liga que durante tanto tiempo dependió de cascos y repeticiones destacadas, es un cambio genuino.
Claro que hay riesgo. Bad Bunny excluyó a Estados Unidos de su gira actual por temor a redadas migratorias, una decisión que generó titulares políticos. Aun así, la NFL lo contrató. “Es un riesgo que vale la pena”, dijo Franco, “porque ahí es donde están los fanáticos del futuro.” Para una marca obsesionada con el consenso, provocar controversia en dos idiomas es un nuevo tipo de valentía.
De “Por La Cultura” a presencia permanente
Un show de medio tiempo dura 13 minutos. Una estrategia de mercado dura décadas. La verdadera prueba para la NFL no será cuántas reproducciones consiga Bad Bunny el lunes por la mañana, sino si esos ritmos resuenan en nuevos hogares mucho después.
La infraestructura ya está en marcha. El acuerdo multianual de Río construye hábito, no solo expectativa, creando rituales dominicales en un país futbolero. México, que albergó el primer partido internacional de temporada regular de la NFL en 2005, sigue siendo su mercado extranjero más sólido. España añade sinergia lingüística y de huso horario.
Más allá de los estadios, la liga invierte en programas de flag football en Brasil, clínicas de entrenamiento en México y medios en español que tratan al público latino como central, no marginal. Es el mismo manual que hizo que Londres amara a los Jaguars, solo que esta vez la conexión cultural es más profunda y antigua.
La fórmula no es nueva: el espectáculo genera conciencia; la constancia crea lealtad. Pero el tono importa. Durante décadas, los juegos internacionales de la NFL se sintieron como giras de exhibición: exportaciones brillantes pero desconectadas de la vida local. Ahora están echando raíces. Bad Bunny es el fertilizante.
Para cosechar resultados, la liga debe mantener el compromiso: invertir en narraciones bilingües que suenen nativas, no dobladas; co-crear patrocinios con marcas latinoamericanas; y diseñar programas juveniles que respeten las culturas deportivas locales en lugar de intentar reemplazarlas. El crecimiento no vendrá de enseñar a América Latina a amar el fútbol americano, sino de demostrar que el fútbol ya les pertenece.

EFE/Caroline Brehman
La reacción, la marca y el juego a largo plazo
Por supuesto, habrá quejas. Algunos espectadores rechazarán un show en español en la noche televisiva más importante de Estados Unidos. Otros verán las posturas del artista como una provocación. Y los tradicionalistas se preguntarán por qué la liga persigue listas de reproducción en lugar de jugadas.
Pero la NFL ya ha escuchado eso antes. Cada expansión enfrentó resistencia, desde el pase adelantado hasta el Thursday Night Football. “La liga no intenta complacer a todos”, dijo Sturner a Forbes. “Intenta dejar claro quién será la próxima generación de fanáticos.”
Y la claridad requiere valentía. La música de Bad Bunny celebra la alegría y la resistencia, el lujo y el trabajo, la vida isleña y el exilio. Esas contradicciones incomodan a algunos espectadores, y precisamente por eso son importantes. El futuro de la NFL depende de una autenticidad capaz de resistir la fricción.
“Están buscando audiencias que antes creían inalcanzables”, dijo Franco. Esa búsqueda tropezará a veces con la controversia, pero ese es el costo de la fluidez.
Si el resultado es una generación de niños mexicanos y brasileños que crezcan traduciendo los momentos destacados de Patrick Mahomes con la misma facilidad con que traducen las letras de Bad Bunny, entonces esta apuesta del medio tiempo se verá visionaria en retrospectiva.
Lea Tambien: América Latina toma el tatami: el corazón del judo vuelve a casa
El Super Bowl pondrá el megáfono. América Latina responderá con ritmo.
Y por una vez, la NFL no solo estará mirando al mundo: estará aprendiendo a cantar en su idioma.