¡La pasión de un pueblo que vuelve a ser campeón!
Por décima cuarta oportunidad el América de Cali se coronó campeón del fútbol colombiano en su propia casa, el estadio Pascual Guerrero frente a 40.000 espectadores que crearon una masa de color rojo que, como la sangre, palpitó durante los 90 minutos finales del campeonato del fútbol profesional colombiano.
LatinAmerican Post | Alberto Castaño
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‘La Mechita’, como cariñosamente le dicen sus hinchas, logró la hazaña de ser campeón de la máxima categoría del balompié colombiano tras 11 años de sequía en los que definitivamente no pasó por buenos momentos. Dificultades en lo deportivo, en lo administrativo y por supuesto en lo económico que terminaron por conducir a uno de los más grandes clubes del deporte más popular de Suramérica a la segunda categoría de su país.
Pero como todos los grandes, pueden extraviar su camino en ocasiones, pero siempre se retorna con éxito a la senda del triunfo. Así lo ha demostrado el cuadro escarlata dirigido en esta ocasión por el técnico Alexandre Guimarães, quien fue seleccionador nacional de Costa Rica para los mundiales de Japón-Corea 2002 y Alemania 2006.
Guimarães, nacido en la capital del estado de Alagoas, Maceió, en Brasil, recientemente cumplió 60 años el pasado 7 de noviembre y es el primer técnico extranjero en coronarse campeón con el cuadro escarlata de la sucursal del cielo, como se le conoce a Cali, la capital del Valle del Cauca en Colombia.
La final fue disputada en dos partidos, como está estipulado para el torneo profesional colombiano. El primer encuentro se llevó a cabo en el estadio Roberto Meléndez en la ciudad de Barranquilla, en donde el Junior no pudo sacar más que un empate sin goles, lo que dejaba en buena posición de ventaja al cuadro rojo de la ‘Sultana del Valle’.
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El partido definitivo se realizó en el Pascual Guerrero en ‘la noche de las velitas’ en donde se agotaron la totalidad de las boletas para ver el incierto resultado que todo Cali esperaba que fuera a favor de su equipo rojo.
Este hervidero de emociones, condensadas en las 11 camisas rojas que estaban en la grama, estalló a los 19 minutos del primer tiempo luego de que Michael Rangel cabeceara con fuerza contra el arco que defendía el arquero Sebastián Viera quien se estiró cuanto pudo para desviar el remate sin conseguirlo. El balón, caprichoso, pega en el horizontal y hasta ahí no se había cantado el primer gol rojo, sólo hasta que el balón trata de escaparse y encuentra la espalda de Viera es que halla el camino para meterse en la portería del Junior dejando el partido 1-0 en favor del cuadro anfitrión y haciendo explotar las decenas de miles de gargantas que se encontraban haciendo fuerza a su equipo.
El segundo tanto lo encontró Carlos Sierra perfectamente bien posicionado en el área chica para empujar la esférica hasta inflar la red juniorista luego de un centro desde el borde del campo que hizo el caucano Edwin Velasco. Impecable ejecución que daba tranquilidad al América en su propia casa para conseguir la estrella número 14 del fútbol profesional colombiano.
De ahí en adelante el junior se descompuso y acudió al juego sucio, patadas, empujones, provocaciones y faltas sin necesidad que condujeron al único punto al que podía llegar, la expulsión de Marlon Piedrahíta, un defensa que tendrá que olvidarse de este partido para toda su vida por la pesadilla en la que se convirtió.
No sólo perdió su equipo en la final contra el América, también había tenido un partido difícil al verse en la posición de marcar a uno de los jugadores más desequilibrantes del cuadro americano, el Cordobés, nacido en Montería, Duván Vergara. Hacia el final del partido, cuando todo estaba prácticamente perdido para el que se autodenomina “tu papá” en el fútbol colombiano, el lateral antioqueño derribó a Vergara con violencia y otro de los jugadores escarlatas fue a reclamarle juego limpio. Su respuesta fue un golpe en la cara a Rafael Carrascal y como consecuencia de ello, vio la cartulina roja, si, roja, del mismo color del América de Cali.
El lema del Junior de Barranquilla, “Junior tu Papá”, quedó sometido a la paternidad del América de Cali que el “La Pasión de un Pueblo”, no sólo por aventajarle en cinco títulos nacionales y muchos más internacionales, también por el juego limpio y el buen fútbol con el que bailaron a los barranquilleros a ritmo de salsa en el Pascual Guerrero.