Reportaje: ¿Qué son y cómo surgieron las ‘Pichangas’?
Perú y Chile, son los países continentales con mayor tradición en estos ‘partidillos’ donde se apuesta dinero, hay riesgos y que practican hasta ex futbolistas
En todos los países de Sudamérica es normal jugar ‘partidillos’ amistosos entre jugadores no profesionales para pasar el rato. Lo usual es 5 contra 5 o 7 contra 7 de acuerdo al tamaño de la cancha, un espacio por el que, además, se debe pagar un tiempo determinado para tener disponibilidad. Pero, esta práctica va un poco más allá, y se convierte casi en un estilo de vida en naciones andinas como Perú, Chile, Bolivia y Ecuador.
En LatinAmerican Post detallamos el fenómeno conocido como ‘Pichanga’, que es un partido informal de fútbol, en los mencionados cuatro países. El Comercio de Perú trae a colación el significado de la mencionada palabra de origen quechua. En Argentina, por ejemplo, se define como “vino que aún no ha fermentado”, mientras que en Colombia refiere a dos cosas muy diferentes: “acto sexual” y “escoba de paja”.
Explica el mismo artículo que en esta parte de América Latina se utiliza también el verbo derivado ‘Pichanguear’, el cual según la RAE no era registrado hasta 2014 como una extensión americana sino como una palabra netamente originaria de Chile.
¿En qué consisten las Pichangas?
Lo primero que se debe decir es que no hay reglas universales, al ser todavía una actividad de carácter informal. Por ello, cada país modifica de alguna manera las normas que lo rigen. Concentrándonos en Perú, la pichanga tiene un significado especial para los jugadores por la forma en cómo se vive, de acuerdo a como lo relata FútbolPeruano.com.
Este país de profunda y variada gastronomía utiliza diez reglas para sus ‘Pichangas’, las cuales son detalladas cronológicamente por la anterior página web mencionada
1. Los dos mejores juegan en equipos diferentes y se encargan de elegir al resto de jugadores, esto tras regir o echar una moneda al aire. No hay lugar a reclamo una vez hecho los equipos.
2. Si hay un número impar de jugadores, el más malo 'va al gol' o juega de mantequilla en el equipo más débil.
3. El dueño de la pelota tiene que jugar sí o sí, no importa si es malo, tiene que jugar y tampoco puede ir 'al gol', juega desde el inicio hasta que se canse.
4. Si no se ponen de acuerdo en qué equipo comienza sacando, el balón se lanza al aire y el 'más vivo' se queda con el esférico para tratar de hacer gol.
5. En las pichangas entre amigos no hay árbitros. Los equipos se ponen de acuerdo si hay goles desde dentro del área o mitad de cancha, si hay córner de arquero, etc.
6. No hay un tiempo definido para las pichangas, a veces pueden durar horas o se pacta desde el inicio hasta los 10 o 20 goles. Si el partido es interminable, se juega el 'fatídico' "el que mete gol gana".
7. Si el dueño de la pelota se aburre o cansa y se quiere ir antes, alguien se compromete a cuidar la pelota y a llevársela a su casa. La idea es que la pichanga no se termine.
8. Si hay broncas dentro de las pichangas, esta se termina cuando acabe el partido, luego de ello todos son 'patas' otra vez.
9. Si perdiste y te quedaste picón, estás en tu derecho de pedir una revancha y tu amigo 'rival' está obligado a dártela. Ya dependerá de ambos si mantienen el mismo equipo o cambian de gente.
10. Si jugaste con 'apuestita', págala y no quedes mal con tus patas. Ya tendrás oportunidad de tu revancha.
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Sus protagonistas
LatinAmerican Post, conversó con dos peruanos, hoy con oficio de mozos, pero que han jugado y juegan -en uno de los dos casos- en pichangas con amigos. Antonio Seas Rojas, es el primero de ellos y lo primero que nos explicó es que este fenómeno se da en Perú desde toda la vida (hace 50 o 60 años) y en los diferentes estratos sociales, incluso que las mismas son practicadas en los barrios y en las escuelas, mientras existen otras más formales porque son como campeonatos.
“Las pichangas no tienen reglas, se pueden juntar un grupo de amigos en el barrio o en la pista, sin reglas, pero en los campeonatos sí, se puede jugar incluso de fútbol, futbolito o mini fútbol, y hasta con camisetas distintivas, y árbitros con reglas por supuesto”, señaló Rojas.
Pero el tema de las Pichangas tiene su lado oscuro también y así lo detalla el entrevistado. “Pueden ser peligrosas por el solo hecho de que es un deporte de contacto de por sí. Aquí en Lima hay un campeonato muy famoso que le llaman el Mundialito de Porvenir en el que no se cumplen las reglas, los hinchas provocan, se juega con pasión y con el ‘cuchillo entre los dientes’ como se dice popularmente, en el que incluso se han visto casos de amenazas con armas blancas a algún jugador que vaya a hacer un saque lateral. Es una cosa seria.”
La parte económica también tiene una estrecha relación con las Pichangas pues algunos apuestan y lo hacen costumbre para ganar algo de dinero, aunque para Rojas no debería ser visto como un negocio. “Es difícil que sea rentable una pichanga básica porque solo depende de apuestas, pero cuando se organizan campeonatos como tal sí, porque hasta se traen a jugadores o ex jugadores profesionales y entre ellos hacen una bolsa y se debe pagar a cada uno de ellos por sus servicios, lo cual no es barato”.
Prosigue explicando que el verdadero sentido de esta práctica es más reconocimiento y diversión. “No creo que sea negocio porque se trata de invertir todas las semanas y los jugadores lo hacen principalmente por diversión. Aquí yo he visto jugar a Pedrito García, Luis ‘La Pinza’ Hernández Alfaro, Luis ‘Pompo’ Cordero y el hijo de Hugo Sotil (Johan Sotil), entre otros. Los he visto participar en pichangas de campeonato, y también a jugadores profesionales de futsal. La pichanga más que un negocio es una pasión, un deporte, pero no más”, finalizó.
A su vez, Jaime Edson Cruz, quien, lo practica con cierta regularidad, manifestó una visión diferente: “Las pichangas se juegan hace aproximadamente unos 50 o 60 años atrás, y si hay reglas, sobre todo en los sectores altos. Pero en los barrios si es un poco más peligroso el asunto. Porque es todo o nada y se apuesta en cantidades bajas, obviamente por la condición social”.
Cruz considera que en algunos casos si puede ser un buen negocio. “Las pichangas se vuelven un tema rentable a quien se mete de lleno en esto, pues los cobros por equipos para los campeonatos equivalen a 300, 400 o 500 soles, imagínate captar 20 a 30 equipos a esos precios. Así, el organizador tiene un buen ingreso y los premios son trofeos o cajas de cerveza. Aparte que, dentro de esos partidos, los representantes de estos equipos apuestan independiente e incluso de allí pueden salir jugadores para convertirse en profesionales y generar dinero a quien lo descubrió”.
Hay para todos los gustos, en ese sentido, el jugador de pichangas explicó a LatinAmerican Post. “También es practicado por niños, adolescentes, jóvenes y profesionales, y hasta master (40 años hacia arriba), en realidad todos la practican. Hay temas más de fondo que tienen que ver con las pichangas que nunca van a cambiar con el tiempo, con base a historia de cómo empezó este fenómeno, cuando lo más importante era jugar y hacer deportes, pero siempre con prioridad en los barrios que querían y quieren ser reconocidos”.
Un arraigo que rompe las barreras
La pichanga parece estar tan arraigada en la cultura peruana que Edson Cruz mencionó a varios e importantes ex jugadores del fútbol profesional de ese país que han formado parte de este fenómeno. “Hay Jugadores que se han dedicado a esto tras su retiro como Alfredo Carmona, Miguel Rebosio, Martin Hidalgo, Juan Carlos ‘Pato’ Cabanillas, amparados en su historia con clubes grandes como Alianza Lima, Universitario o Sporting Cristal. Al hacer campeonatos más formales, se organiza la pichanga 7, de siete jugadores, y esas sí, captan a ex jugadores con historia como los que te mencioné”
La República de Perú refirió a un caso muy particular que se gestó en Rusia, durante la celebración del pasado Mundial de Fútbol. El mencionado caso tuvo que ver con una pichanga que fue criticada en la red social Facebook por usuarios que vieron con malos ojos que un grupo de hinchas peruanos se atreviera a jugar ‘Fulbito’, como le llaman algunos, en la misma Plaza Roja de Moscú. Otra muestra de la cultura de este país en relación a estos ‘Partidillos’.
La República replicó varias de las impresiones de Facebook con relación al mencionado hecho: 'Que ironía de la vida. Celebran cosas que saben que están mal y cuando hacen eso en nuestro país, pues nos indignamos', 'Para mi es una falta de respeto hacer eso', 'Que falta de respeto', entre otros, los cuales habrían generado incomodidad y desconfianza entre los residentes cercanos a la mencionada plaza.
Otro ejemplo, también reflejado por La República, pero en otro artículo, asegura que el programa radial “Buenos Días Perú”, informó sobre un inusual partido de fútbol entre cuyes, otra especie de Pichanga. Dicho compromiso entre animales tuvo como singularidad que cada cuy portaba una camiseta alusiva a los jugadores más importantes de la actual Selección Peruana.
La actividad deportiva fue tomada como una especie de festividad previa al Mundial de Rusia, que, en ese momento, aún no iniciaba. Fue una sorpresa, algo poco común. Eran 6 cuyes, con un 3 contra, que corrieron dentro de una pequeña cancha con la intención subconsciente de ganar, según La República.
Las estrellas que ‘pichanguean’
Como se comentó al principio de esta investigación, la pichanga se juega con cierta notoriedad en Chile, y hasta el origen de la palabra se le atribuye a este país. La Tercera recordó la partida que jugaron en 2017 los ex seleccionados de Chile, Iván Zamorano –recordado como “Bam Bam”- Pablo Contreras, Nelson Tapia, Marcelo Vega y Gabriel Mendoza.
La estelar pichanga se disputó en la multicancha Luis Zamorano, bautizada con ese nombre en honor al padre de Iván, y ubicada calle Río Magdalena de la Villa México en Cerrillos. Los ex jugadores profesionales se midieron contra el equipo de niños de Independencia, quienes en ese momento eran los monarcas vigentes de la Copa Enel, un evento que ya acumula 17 ediciones.
Prosigue La Tercera explicando que como es tradicional en las pichangas, al finalizar el partido, hubo comida para compartir. El plato, fue una cazuelada cocinada por la señora Alicia, madre del ‘Bambam’ y del que disfrutaron por igual ex jugadores, niños, vecinos y participantes en general del tradicional certamen.
Aquí, volvió a surgir el verdadero sentido de las Pichangas el no olvidar los orígenes y ganar reconocimiento. “El objetivo de organizar estos torneos es que los chicos no olviden el barrio y sus raíces”, señaló Zamorano al respeto medio de comunicación austral.
Previo al Mundial de Rusia 2018, otro gran jugador, en este caso el delantero peruano Paolo Guerrero, disfrutó de una "pichanga" con amigos, mientras trabajaba en su etapa de preparación física para el gran evento de selecciones, en el que pudo jugar por un permiso especial que le concedió la FIFA. La información fue suministrada por ATV de Perú, quien detalló que Guerrero ‘pichangueó’ en Argentina con algunos ex jugadores, entre ellos el recordado Mariano Pernía, quien vistiera las camisetas del Atlético de Madrid y la Selección de España.
Hasta cuenta con una aplicación
En Chile, ya la pichanga comienza a ocupar un nivel diferente. De acuerdo a T13, Macarena Araya, una diseñadora en comunicación audiovisual de la UTEM y Nélida Cáceres, es la creadora de la aplicación móvil Pichanga, la cual facilita a los organizadores de estas partidas callejeras con cierta formalidad, la ubicación de jugadores que estén cercanos al lugar de los hechos y puedan reemplazar a algún otro que se ausente o no pueda participar por algún imprevisto.
La mencionada aplicación está disponible a través de Google Play Store y descargable tanto para Android como para IOS. Así han ganado espacio estos eventos de fútbol que intentan principalmente reconocer a los barrios de cada ciudad, servir de escape y entretenimiento, que algunos asumen como un negocio, que se juega bajo diferentes riesgos de acuerdo al estrato social, y que como puede ver juegan niños, animales, grandes ex jugadores y hasta dirigentes políticos.
LatinAmerican Post | Onofre Zambrano
Copy edited by: Laura Viviana Guevara Muñoz
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