El auge del grado de inversión en Paraguay enfrenta una prueba de realidad en las calles

Paraguay disfruta de un nuevo horizonte urbano y del prestigio del grado de inversión, pero debajo de las torres de vidrio y las grúas, muchos ciudadanos se sienten rezagados. El aumento de los costos, los servicios deficientes y la profunda desigualdad ponen a prueba si la prosperidad realmente puede llegar a todos.
Un horizonte que vende estabilidad
En el norte de Asunción, agentes inmobiliarios exhiben maquetas relucientes del Distrito Perseverancia, un proyecto de 300 millones de dólares con boutiques, torres corporativas y penthouses desde 700.000 dólares. A pocas cuadras, otro desarrollador promete “vida de resort” con el Petra Imperiale, un rascacielos de 73 pisos diseñado para estar entre los más altos de Sudamérica. Son los monumentos de una capital que redescubre su ambición.
El telón de fondo económico ha sido igualmente llamativo. Paraguay ingresó al club del grado de inversión en 2023, cuando Moody’s elevó su deuda a Baa3. El crecimiento alcanzó el 4% en 2024, superando el promedio regional, impulsado por las exportaciones de carne, la manufactura y la construcción. El FMI proyecta una expansión anual del 3,5% hasta 2030. Para un país históricamente a la sombra de Brasil y Argentina, este es un territorio inexplorado.
Los analistas llaman estable a la economía paraguaya, señalando una moneda que casi no se ha movido en dos décadas. Pero los mismos advierten que la estabilidad en el papel oculta turbulencias en el terreno. La pobreza ha caído drásticamente desde principios de los 2000, pero la desigualdad sigue siendo de las más altas de la región. Las grúas que se elevan sobre Asunción pueden transmitir optimismo a los inversionistas extranjeros, pero para muchos paraguayos parecen castillos de cristal flotando sobre otra realidad.
Dos economías, una ciudad
Al alejarse de las maquetas de lujo, aparece la otra economía de Asunción. A lo largo de una vía férrea en desuso, Bienvenida Francisca Jara vende hielo y remedios herbales desde una modesta casa. En los buenos días gana unos treinta centavos. Sus deudas crecen más rápido que sus ventas. Carne, pan y azúcar se han vuelto más difíciles de costear. No tiene seguro ni una red de protección confiable.
Su historia refleja por qué la aprobación del presidente Santiago Peña cayó por debajo del 50% el año pasado. Los votantes clasifican precios de los alimentos, empleos, combustible y salud como sus principales preocupaciones. Peña, mientras tanto, pasa gran parte de su tiempo en el exterior promocionando las credenciales de grado de inversión del país. Celebra a los argentinos y brasileños que cruzan la frontera para comprar y cenar, y corteja a europeos y norteamericanos con discursos de atardeceres y bajos impuestos.
Pero la inversión extranjera directa en realidad cayó un tercio hasta los 400 millones de dólares en 2024, una fracción de lo que atraen las economías vecinas. El gobierno señala mayores ingresos fiscales gracias a la fusión de aduanas y la agencia tributaria como progreso. Los críticos argumentan que los cuellos de botella son más profundos: corrupción, mala infraestructura, débil estado de derecho y un sistema educativo que deja a los trabajadores sin preparación. La brecha entre los condominios de lujo de Asunción y sus barrios empobrecidos se amplía en dos economías distintas.
Papel, poder y promesas retrasadas
La tensión es más visible en proyectos que alguna vez se anunciaron como revolucionarios. Paracel, una planta de celulosa de 4.000 millones de dólares en Concepción, debía iniciar en 2023. Ahora su fecha de arranque se corrió a 2027, enredada en demoras de financiamiento y disputas políticas vinculadas al expresidente Horacio Cartes. ATOME, un emprendimiento británico de fertilizantes verdes, anunció 1.300 millones de dólares en inversión pero admite que los fondos se han retrasado; la construcción aún no ha comenzado.
La energía, la carta fuerte de Paraguay, trae sus propias contradicciones. La represa de Itaipú produce una de las electricidades más baratas del mundo, pero los cortes aún oscurecen noches en Asunción. Empresas de criptominería, atraídas por el excedente, ahora dominan la demanda. La canadiense HIVE gastó casi 60 millones de dólares cerca de la represa este año. El auge ha desatado demandas por zonificación y ruido, aumentos repentinos de tarifas de la estatal, e incluso asaltos a depósitos mineros. Expertos advierten que el excedente de Itaipú podría agotarse hacia 2030 sin nueva capacidad, poniendo en riesgo la visión de Paraguay como futuro centro de IA o de industrias verdes.
La educación es un pilar igualmente frágil. Un estudio del BID encontró que los estudiantes paraguayos de bajos ingresos están rezagados respecto a sus pares de la OCDE en el equivalente a ocho años escolares, el peor resultado de la región. La mitad de los expertos encuestados en un estudio regional de competitividad citó la desigualdad y la falta de habilidades como frenos significativos al crecimiento. Mientras tanto, el boom inmobiliario de Asunción corre riesgo de sobrecalentarse. Muchos de los flamantes departamentos están vacíos, mientras una investigación oficial vinculó casi 300 propiedades —incluidas mansiones de lujo e incluso una iglesia— al lavado de dinero. Paraguay figura ahora entre los países más criminalizados del mundo en índices globales de crimen organizado.

EFE@Daniel Piris
Datos, sentimientos y la próxima prueba
El gobierno de Peña afirma que la respuesta empieza con disciplina: mantener la inflación cerca del 4%, flexibilizar importaciones para abaratar precios en supermercados y usar datos para demostrar avances. Casi 100.000 empleos formales se han creado desde que asumió, dicen funcionarios, y la meta es reducir la pobreza a la mitad para 2028.
Pero los datos tienen límites. La pobreza cayó solo un punto porcentual en 2024. Mientras tanto, Jara dice que los funcionarios locales aún se llevan una quinta parte de su magro ingreso en impuestos: “¿Por qué no hacen que los ricos paguen lo que corresponde y dejan en paz a los pobres?”. Economistas comparten su frustración, argumentando que la tasa plana del 10% en Paraguay ahoga la educación y la infraestructura. El gobierno rechaza cualquier aumento, insistiendo en que primero deben aplicarse reformas de eficiencia.
La división entre el optimismo de las salas de directorio y la frustración de las calles es el desafío central de Paraguay. La calificación de grado de inversión le ha traído prestigio. El horizonte brilla con nuevas torres. Pero sin instituciones más sólidas, infraestructura moderna y mejores escuelas, la prosperidad corre el riesgo de quedarse encerrada en penthouses y salas de exhibición.
Lea Tambien: Los forwards de oro de Bolivia compran tiempo pero atan al próximo gobierno
La próxima prueba de Paraguay no es si puede atraer más vidrio y acero. La pregunta es si puede conectar la prosperidad con personas como Jara —a través de clínicas, aulas y salarios que hagan tangible el auge en la vida cotidiana. Si esos dividendos llegan, el horizonte simbolizará más que especulación. Si no, podría quedar como un monumento a una promesa visible solo desde arriba.