ECONOMÍA

El crimen es el drenaje económico de América Latina

El crimen y la violencia en América Latina y el Caribe imponen una enorme carga a la economía, costando a la región casi tanto como lo que invierte en educación, según un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Con la actividad criminal absorbiendo casi un 3.5% de la producción económica de la región, los responsables de políticas enfrentan el desafío urgente de redirigir recursos hacia educación, salud y crecimiento.

El impacto masivo del crimen en el PIB

El crimen y la violencia afectan gravemente la economía de América Latina y el Caribe, drenando recursos que podrían apoyar a escuelas, servicios de salud y otros servicios críticos. Un informe del BID estima que casi el 3.5% del PIB de la región se destina a gastos relacionados con el crimen, una cifra alarmante, cercana a lo que se invierte en educación y el doble de lo asignado a programas de asistencia social.

El presidente del BID, Ilan Goldfajn, señala: “El crimen limita el crecimiento, aumenta la desigualdad y desvía la inversión privada y pública” [fuente: Reuters]. El informe destaca que abordar el crimen no se trata solo de reducir las tasas de delincuencia, sino de fomentar un entorno económico más robusto donde las personas puedan prosperar. Sin cambios significativos, esta carga económica seguirá desplazando oportunidades de crecimiento e inversión social, creando un ciclo difícil de romper.

Capital humano en riesgo y pérdida de potencial

El costo del crimen excede los gastos financieros inmediatos, afectando significativamente el capital humano de la región. El BID estima que el 22% del costo total del crimen proviene del potencial perdido: personas que no pueden contribuir productivamente debido a lesiones, muerte o actividad criminal. Cuando el crimen interrumpe la educación o el empleo, se pierden ingresos futuros y contribuciones sociales, lo que equivale a millones de dólares en potencial desaprovechado.

Además de esta pérdida, las empresas de la región gastan considerablemente en mitigación del crimen; la mitad (47%) del costo total del crimen se destina a medidas de seguridad privada. El gasto público en prevención del delito y justicia penal representa otro 31%. Estos costos son muy elevados para la zona y afectan cómo las empresas invierten en desarrollo y creación de empleo.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) señala cómo el crimen organizado de alto nivel y el narcotráfico afectan a las empresas y comunidades. “La presencia de pandillas y el tráfico de drogas aumenta los costos de hacer negocios”, explica el informe del FMI. Agrega que “los costos de los daños por crimen son cuatro veces más altos para las empresas que reportan pandillas en su vecindario”.

América Latina vs. Europa en gastos por crimen

El informe del BID compara los costos del crimen en América Latina con los de varios países europeos. Si América Latina pudiera reducir sus costos de crimen a niveles similares a los de Polonia, Irlanda y los Países Bajos, los ahorros equivaldrían a casi el 1% del PIB. Esta discrepancia destaca diferencias significativas en la efectividad de la prevención del crimen en la región. En promedio, los países europeos gastan un 42% menos en gestionar el impacto económico del crimen que los países latinoamericanos, lo que les permite asignar recursos al desarrollo.

El informe del FMI afirma que los índices de criminalidad no necesariamente disminuyen con un aumento en el gasto. Aunque la justicia penal consume una parte significativa del presupuesto de casi todos los gobiernos latinoamericanos, las ineficiencias hacen que este financiamiento no aborde eficazmente el crimen. El FMI observa que, inevitablemente, cuanto más se gasta en operaciones de seguridad para combatir el crimen, más otros factores pueden ser igualmente importantes en los países de LAC. Así, incluso cuando se dedican altos recursos financieros a la justicia, la falta de castigo adecuado impide obtener resultados significativos en los sistemas de justicia de la región.

Sin esfuerzos para hacer que el gasto sea más efectivo, el impacto económico del crimen probablemente continuará, limitando los recursos disponibles para servicios esenciales y mejoras significativas en la calidad de vida de las personas en toda la región.

Cambios de políticas para una región más segura

Como señalan los informes del BID y el FMI, no existe una única solución para el costo del crimen en América Latina. Las recomendaciones del FMI, por ejemplo, sugieren que una “plataforma regional de conocimiento” permitiría a las naciones latinoamericanas compartir datos, experiencias y mejores prácticas, logrando una política de prevención del crimen y económica más coordinada.

Según los hallazgos del BID, el crimen debe reducirse en sus orígenes: la pobreza y la falta de oportunidades. Los políticos pueden combatir las desigualdades sociales que alimentan el crimen canalizando fondos hacia educación, empleo y servicios sociales. Esta es la manera de reducir el crimen y construir comunidades fuertes desde sus cimientos.

El FMI también enfatiza que la inversión debe destinarse a la prevención en lugar de a intervenciones reactivas, como la seguridad y la policía. “Debe cuidarse de acumular recursos que aborden las condiciones económicas y sociales que disuaden el crimen, y no solo las fuerzas de seguridad”, se lee en el informe.

Para América Latina y el Caribe, reducir los costos del crimen no solo significa hacer las cosas más seguras, sino hacerlas más sostenibles a largo plazo. Si la criminalidad se abordara en el contexto del capital humano, el capital privado y la inversión pública, los estados regionales podrían cosechar un enorme potencial de desarrollo y progreso social. Los informes del BID y el FMI destacan la necesidad de dejar de pensar solo en las consecuencias a corto plazo del crimen y, en cambio, considerar los beneficios a largo plazo de una visión más amplia de seguridad, justicia y equidad social.

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El camino es difícil, pero las recompensas son enormes. Si las naciones latinoamericanas redirigen fondos de los costos relacionados con el crimen e invierten en las personas, podrán construir una base sólida para las futuras generaciones, asegurando un futuro más seguro y equitativo.

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