La crisis energética de Cuba se agrava a medida que la red falla nuevamente
Cuba ha caído en otro apagón nacional, dejando a más de 10 millones de personas sin electricidad en medio de una crisis económica ya severa. La infraestructura en deterioro, la escasez de combustible y las tensiones políticas agravan el problema, y no existe una solución inmediata.
Una crisis en desarrollo
Este fin de semana, el colapso de la red eléctrica de Cuba marca uno de los peores momentos en la historia del país. Después de anuncios oficiales de que se estaba restaurando el servicio, el suministro eléctrico falló nuevamente, afectando a la isla. Más de 10 millones de residentes de la nación caribeña ahora se encuentran sin electricidad, y no hay un cronograma claro sobre cuándo podría estar completamente funcional nuevamente.
La crisis se desató el viernes cuando una de las plantas de energía más grandes del país, la planta Antonio Guiteras en Matanzas, falló. Este evento desencadenó un colapso total del sistema, obligando a una población ya golpeada a lidiar con otro golpe a la vida cotidiana. Con el colapso de la red, los problemas de larga data de Cuba, como la escasez de alimentos, la inestabilidad económica y las tensiones políticas, han empeorado.
Mientras el primer ministro Manuel Marrero Cruz declaraba una emergencia energética, sus garantías sobre el suministro de combustible que llegaría ofrecieron poco alivio inmediato. “Las fallas en la infraestructura y las escasez de combustible han exacerbado la situación debido a la interrupción de los envíos de combustible por el huracán Milton”, explicó mientras implementaba medidas de emergencia para reducir el uso de electricidad. Se cerraron escuelas y industrias no esenciales, y se instruyó a los trabajadores del estado a quedarse en casa.
Para muchos cubanos, el apagón es simplemente otra capa de dificultad en una crisis que ha estado en desarrollo durante años.
Infraestructura en deterioro y escasez de combustible
Aunque el apagón nacional puede parecer repentino, la red eléctrica de Cuba ha sido precaria durante años. Las plantas de energía del país son viejas, están mal mantenidas y dependen del combustible importado. Desafortunadamente, las importaciones de combustible se han reducido debido a varios factores, incluida la caída de una asociación que antes era confiable con Venezuela.
Venezuela, el principal proveedor de combustible de Cuba durante décadas, ha reducido los envíos debido a sus propias dificultades económicas. Cuba también dependía de México y Rusia para llenar el vacío, pero ambos países han reducido significativamente sus exportaciones de combustible. Esto ha dejado a Cuba con menos opciones y una red energética vulnerable.
A medida que la situación se deterioraba, los apagones programados se convirtieron en la norma en toda la isla. A pesar de los esfuerzos del gobierno para reparar su infraestructura eléctrica, la presión fue demasiado para que el frágil sistema la soportara, culminando en el fallo de la red el viernes pasado. Sin una solución inmediata, el país se prepara para más apagones en las próximas semanas.
Las medidas de emergencia de Marrero Cruz probablemente no resolverán la crisis rápidamente. “Cuba no produce mucho combustible, lo que nos hace dependientes de las importaciones para mantener nuestra red eléctrica”, afirmó Marrero Cruz. Su solución propuesta de esperar combustible de las empresas estatales de petróleo puede ofrecer un arreglo temporal, pero no aborda la vulnerabilidad a largo plazo de la red eléctrica.
Colapso económico y costo humano
El colapso de la red eléctrica es otro capítulo en la recesión económica más amplia de Cuba, que se ha acelerado desde el inicio de la pandemia de COVID-19. El turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país, se desplomó y la inflación se disparó, llevando a muchas familias al borde de la pobreza. A medida que la crisis económica se profundizaba, el expresidente de EE. UU. Donald Trump impuso una ola de sanciones a Cuba, re-designando al país como un “patrocinador estatal del terrorismo” y endureciendo las restricciones al comercio internacional.
En respuesta, el gobierno cubano ha señalado estas sanciones de EE. UU. como un factor importante en sus problemas. Las sanciones han dificultado que la isla compre bienes esenciales como alimentos y combustible, agravando una economía ya frágil. El gobierno comunista de Cuba depende de un estricto sistema de racionamiento para distribuir alimentos a sus ciudadanos, pero incluso este sistema ha sido puesto a prueba. El pan, por ejemplo, ahora está racionado solo para niños y mujeres embarazadas, dejando a muchos cubanos enfrentando el hambre.
En marzo, cientos de manifestantes en Santiago de Cuba, la segunda ciudad más grande de la isla, salieron a las calles, frustrados por la falta de electricidad y alimentos. Las protestas fueron un recordatorio contundente del creciente descontento entre los cubanos comunes, que han sido empujados a sus límites por años de declive económico y represión política.
Las condiciones en Cuba son ahora tan críticas que algunos analistas argumentan que son peores que las experimentadas durante el llamado “Período Especial” de los años 90. Ese período siguió al colapso de la Unión Soviética, el principal benefactor de Cuba en ese momento, y se caracterizó por una escasez generalizada de alimentos y graves dificultades económicas. Si bien el gobierno cubano sobrevivió al Período Especial, muchos temen que la crisis actual represente un desafío aún más significativo.
Una éxodo en medio de la desesperación
A medida que la crisis económica y energética empeora, cada vez más cubanos intentan huir de la isla en busca de mejores oportunidades en el extranjero. EE. UU. se ha convertido en el principal destino para muchos de estos migrantes, con informes que estiman que Cuba ha perdido el 10 por ciento de su población en los últimos tres años. El número de cubanos que intentan migrar, a menudo a través de rutas peligrosas por el océano, ha aumentado a niveles no vistos en décadas.
Muchos arriesgan todo para escapar de un país con pocas esperanzas para el futuro. Con la red eléctrica caída, la escasez de alimentos y la inflación en aumento, la vida para el cubano promedio se ha vuelto insostenible. El gobierno ha luchado por mantener el ritmo con las necesidades de su pueblo, y la fe en su capacidad para restaurar la normalidad se erosiona rápidamente.
En respuesta a la migración masiva, EE. UU. ha endurecido sus políticas de inmigración, dificultando que los cubanos entren al país legalmente. Sin embargo, miles continúan el peligroso viaje, a menudo en botes improvisados, esperando llegar a las costas de EE. UU. Para muchos, el riesgo vale la pena por la posible recompensa de dejar atrás las dificultades de la vida en Cuba.
¿Qué nos depara el futuro?
El colapso de la red eléctrica de Cuba es solo un aspecto de una crisis mucho más grande que no muestra signos de disminuir. La infraestructura en ruinas de la isla, su dependencia de las importaciones de combustible y su economía tensionada se combinan para crear una tormenta perfecta de problemas para el gobierno cubano. A medida que el país lidia con apagones generalizados y escasez de alimentos, el gobierno enfrenta una presión creciente de sus ciudadanos y de la comunidad internacional para encontrar una solución.
El primer ministro Marrero Cruz ha intentado mantener una fachada de control, asegurando a los cubanos que la ayuda está en camino. Sin embargo, los problemas de Cuba son profundos, y las soluciones rápidas son poco probables que resuelvan las causas fundamentales de la crisis. Sin una inversión sustancial en su red eléctrica, infraestructura y fuentes de combustible confiables, el país seguirá siendo vulnerable a futuros apagones e inestabilidad económica.
La comunidad internacional ha ofrecido algo de asistencia, pero esta ha sido limitada por el embargo de EE. UU. y las tensas relaciones de Cuba con otras naciones. Tal como están las cosas, Cuba se encuentra principalmente sola para navegar esta crisis, con poca ayuda externa. Si bien el gobierno puede ser capaz de restaurar la energía a corto plazo, las soluciones a largo plazo siguen siendo elusivas.
Por ahora, el pueblo cubano seguirá soportando el peso de la crisis. Sin un final claro a la vista, muchos se preguntan cuánto tiempo podrán soportar vivir en tales condiciones difíciles. El colapso de la red eléctrica ha servido como un recordatorio doloroso de la fragilidad de la infraestructura y la economía de Cuba, dejando al país en una encrucijada crítica.
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Las próximas semanas y meses serán cruciales a medida que Cuba enfrente una de las crisis más significativas de su historia moderna. El gobierno debe actuar con decisión para restaurar la fe en su liderazgo o arriesgarse a un mayor descontento entre una población que ya ha soportado tanto. Si Cuba puede soportar esta tormenta sigue siendo una incógnita, pero por ahora, la isla permanece a oscuras, literal y figurativamente.