Olvídese del PIB como indicador de desarrollo
Una medida en defensa de quienes no tienen voz
Vivimos en un mundo que se expande constantemente. La globalización nos ha permitido comunicarnos de la forma más eficiente y, aunque parezca lo contrario, vivimos en uno de los momentos más pacíficos de nuestros días.
Nuestro principal indicador de desarrollo en el mundo es el PIB, quizás lo haya leído en el periódico o visto en noticias. El PIB o Producto Interno Bruto representa el total de bienes y servicios que se tranzan en una economía en el año. Sin embargo, esta es una medida vacía.
¿Sabía usted que el PIB no mide la desigualdad de ninguna manera? El mecanismo para medir el crecimiento de los países no toma en cuenta las crecientes desigualdades en el mundo. Un PIB en crecimiento no significa que la economía como un todo esté mejor. Significa que hubo más consumo, sin reportar si hubo una mejora en las condiciones de vida del grueso de la población.
Con ánimos de dar una respuesta oportuna a esta gran falencia en nuestro entendimiento de la economía capitalista de cara al desarrollo sostenible, el Foro Económico Mundial desarrolló “donut”, o dona en español, un modelo económico dirigido a mejorar índices de desigualdad sin sacrificar rentas económicas.
Este modelo económico no tiene leyes estrictas sobre la dinámica de los mercados, el aporte de la dona es establecer el equilibrio de los recursos naturales entre dos fuerzas que deben permanecer en equilibrio; el cuidado a los seres humanos más desprotegidos y el cuidado a los recursos terrestres que harían sostenible la inversión en desarrollo.
Para empezar, el revolucionario modelo económico pone en el centro a las personas que más lo necesitan, especialmente quienes no tienen acceso a comida, agua, cuidados médicos o restricciones políticas. El exterior contiene los mayores problemas ambientales de nuestra generación.
La dona tiene una región óptima donde es posible salvar la humanidad sin acabar con la conversión en la tierra, las fuentes de agua dulce, las cargas de nitrógeno, la polución química, la acidificación del océano, el cambio climático, el deterioro de la capa de ozono, la polución en el aire y la pérdida de biodiversidad.
El objetivo de este modelo económico es establecer las cantidades óptimas de recursos que promoverán la mejora en: voz política, paz y justicia, ingresos y trabajo, educación, salud, comida, agua, energía, relaciones sociales y acceso a un techo.
Esta metodología es importante pues servirá como guía a gobiernos y entes de control para establecer la cantidad de recursos que una economía podrá tranzar son hacer daño a la humanidad en el largo plazo, un tema que recién se considera relevante; demostrando que desde las más altas esferas de la coordinación mundial se realizan esfuerzos por velar por la sostenibilidad integral de nuestro planeta
Latin American Post | David Eduardo Rodríguez
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