Las mujeres mexicanas casi duplican a los hombres en tareas de cuidado
En México, las mujeres superan significativamente a los hombres en el trabajo de cuidados no remunerado dentro de los hogares, lo que pone de relieve la necesidad apremiante de un sistema nacional de cuidados. Esto refleja un desafío más amplio en América Latina para abordar la desigualdad de género, promover la responsabilidad compartida y fomentar el desarrollo sostenible e inclusivo.
Revelando los roles de género en el tapiz cultural de México: el dilema de la disparidad en el cuidado
En el vibrante tapiz de las culturas latinoamericanas, donde la familia y la comunidad suelen estar en el centro de la vida social, la distribución del trabajo de cuidados dentro de los hogares presenta un sorprendente reflejo de los arraigados roles de género. México, conocido por su rico patrimonio y su sociedad dinámica, enfrenta una coyuntura crítica en la redefinición de estos roles. Hallazgos recientes revelan que las mujeres en México dedican casi el doble de horas al trabajo de cuidados no remunerado que los hombres, una disparidad que arroja luz sobre un problema regional más amplio. Este desequilibrio subraya la necesidad de un sistema nacional de cuidados en México, como lo enfatizó la directora ejecutiva de Oxfam en el país, Alexandra Haas, y señala un llamado a la acción para que los países latinoamericanos se embarquen en un viaje transformador hacia la igualdad de género y las responsabilidades compartidas de cuidados.
Según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), las mujeres mexicanas dedican un promedio de 54.3 horas semanales a tareas de cuidado, frente a las 30.2 horas de los hombres. Esta diferencia sustancial pone de relieve la carga desigual del trabajo de cuidados no remunerado, un componente fundamental de la economía, pero a menudo pasado por alto, que incluye los cuidados y las tareas domésticas no compensadas con un salario.
El impulso para un sistema nacional de atención en México, como defiende Haas, se alinea con esfuerzos internacionales más amplios para abordar este desequilibrio. La Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) han establecido marcos para la construcción de sistemas integrales de cuidado. Estos sistemas tienen como objetivo fomentar la corresponsabilidad entre el Estado, el mercado y los individuos, reconociendo y valorando así el papel indispensable del trabajo de cuidados en la sociedad.
Plan para la igualdad: la visión de la CEPAL para los sistemas de atención integral
El informe 2021 de la CEPAL, “Hacia la construcción de sistemas integrales de cuidados en América Latina y el Caribe: Elementos para su implementación”, sirve como documento guía para las naciones comprometidas con promover la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres a través del desarrollo de sistemas de cuidados. Estos sistemas están concebidos no solo para promover los derechos e impactar positivamente en la igualdad de género, sino también para contribuir significativamente al bienestar y servir como fuerza impulsora para una recuperación transformadora que sea equitativa y sostenible.
La economía del cuidado abarca todo el trabajo no remunerado dentro de un hogar y el trabajo de cuidados remunerado en el mercado laboral. Reconocer y apoyar adecuadamente a este sector es crucial para equilibrar la carga de trabajo de cuidados y garantizar el bienestar de las mujeres, que tradicionalmente asumen la mayoría de estas tareas. Como señala Haas, el trabajo de cuidados es esencial y debe ser una prioridad a la hora de recibir atención y apoyo. Sin embargo, no debería hacerse a expensas del bienestar de las mujeres.
En México, el INEGI estimó que el valor económico del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en 2022 superará los 7,2 billones de pesos (más de 423.500 millones de dólares), lo que representa el 24,3% del PIB nacional. Esta asombrosa cifra ilustra la importante contribución del trabajo de cuidados no remunerado a la economía, que sigue siendo en gran medida invisible y subvalorado en la planificación económica y la formulación de políticas.
A pesar del papel fundamental de los servicios de atención, Haas señala que México necesita más amplitud y cobertura para satisfacer la demanda. El Estado debe garantizar servicios de atención integral, como guarderías, escuelas de tiempo completo, actividades diurnas para personas mayores y apoyo a personas con discapacidad. Además, fomentar iniciativas comunitarias de atención y otras formas de organización social de la atención podría aliviar aún más la carga que pesa sobre las mujeres y promover una cultura de responsabilidad compartida.
El papel fundamental de los sistemas de atención integral en América Latina
Este desafío no es exclusivo de México; resuena en toda América Latina, donde los roles de género tradicionales y las disparidades económicas a menudo exacerban la crisis del cuidado. Los países de la región se encuentran en diversas etapas de desarrollo e implementación de políticas de cuidado. Por ejemplo, Uruguay ha logrado avances significativos en el establecimiento de un Sistema Nacional Integrado de Atención, cuyo objetivo es abordar las necesidades de atención a lo largo del ciclo vital, desde la primera infancia hasta el cuidado de las personas mayores, con un fuerte énfasis en la igualdad de género.
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El movimiento hacia sistemas de atención integrales en América Latina representa un paso crítico para redefinir las normas sociales, promover la igualdad de género y fomentar el desarrollo sostenible. Al abordar la crisis del cuidado, los países latinoamericanos pueden desbloquear el potencial de la mitad de su población, permitiendo que las mujeres participen plenamente en la vida económica, social y política de sus países. Este cambio beneficia a las mujeres y contribuye a la prosperidad general y la resiliencia de las sociedades.
Mientras las naciones latinoamericanas enfrentan estos problemas, el camino hacia sistemas de cuidado equitativos ofrece una oportunidad para construir sociedades más inclusivas, equitativas y sostenibles. El camino a seguir requiere acción colectiva, soluciones políticas innovadoras y un compromiso para transformar las normas culturales en torno al género y el cuidado. Al valorar y apoyar el trabajo de cuidados (tanto remunerado como no remunerado), los países pueden fomentar el bienestar de sus ciudadanos, fomentar el crecimiento económico y allanar el camino para un futuro en el que los cuidados sean reconocidos como una piedra angular de la prosperidad humana y la justicia social.