Las políticas de shock en Argentina: Un año de cambios impactantes
Un año después de los audaces cambios económicos del presidente Javier Milei, Argentina enfrenta una dura realidad: lograr el equilibrio fiscal ha provocado un grave daño social. Aunque la inflación disminuye, la pobreza y el desempleo aumentan drásticamente, dejando a los argentinos inseguros sobre su futuro.
Un año de cambios extremos
Javier Milei asumió como presidente de Argentina el 10 de diciembre de 2023, prometiendo cambios rápidos y significativos para resolver los problemas económicos del país. Implementó rápidamente nuevas reglas que transformaron radicalmente el gasto público y el manejo de la moneda.
En pocas semanas, el gobierno logró un superávit fiscal, revirtiendo un déficit primario del 2,9% del PIB en 2023 a un superávit primario del 1,8% y un superávit general del 0,5% para octubre de 2024. Estos avances se lograron gracias a lo que el propio Milei describió como un ajuste fiscal “sin precedentes”.
El gasto público se redujo un 29% en términos reales, con fuertes recortes en proyectos de infraestructura, subsidios a la energía y el transporte, pensiones, programas sociales y salarios del sector público. La política monetaria también experimentó cambios radicales: el Banco Central detuvo la emisión de dinero para financiar gastos del gobierno y trabajó en la reconstrucción de reservas.
Los mercados financieros celebraron el impacto inmediato. Las tasas de inflación mostraron una clara mejora. Después de una fuerte devaluación, la inflación mensual cayó del 25,5% en diciembre de 2023 al 2,7% en octubre de 2024. Sin embargo, la inflación anual seguía siendo alta, alcanzando el 193%. El aumento interanual fue del 107%.
Los críticos argumentan que estas reformas perjudican a los sectores más vulnerables del país, afectándolos de manera desigual.
El precio de la austeridad
Las políticas de Milei han logrado estabilidad fiscal, pero han provocado una severa contracción en la economía real de Argentina. Entre enero y septiembre de 2024, la actividad económica general cayó un 3,1%, con industrias clave luchando por recuperarse.
La construcción, altamente dependiente de la inversión pública, sufrió una caída impresionante del 29,5%, mientras que la producción industrial disminuyó un 12,7%, impulsada por el colapso de la demanda interna. El mercado laboral también se vio gravemente afectado, perdiendo 242,000 empleos formales asalariados hasta agosto de 2024.
Ante esta situación, muchos trabajadores recurrieron al autoempleo o al trabajo informal. El autoempleo registrado creció en 194,000 personas, mientras que el empleo informal aumentó al 36,4%. Este cambio refleja la creciente incertidumbre en el mercado laboral, donde muchas familias han perdido ingresos estables y beneficios.
La comunidad argentina ha sufrido enormemente. La pobreza aumentó al 52,9% a principios de 2024, la cifra más alta desde 2003. La pobreza extrema subió al 18,1%. En solo seis meses, 5,4 millones de personas adicionales cayeron por debajo de la línea de pobreza en un país de 46,2 millones de habitantes.
La desigualdad económica se ha profundizado. La clase media se ha reducido, y el número de personas “casi pobres”, cuyos ingresos apenas superan los niveles de subsistencia, ha aumentado drásticamente.
El costo humano
La rápida implementación de las reformas de Milei ha generado fuertes críticas por agravar las desigualdades existentes. Observadores señalan que el peso de la austeridad ha recaído con mayor dureza sobre los ciudadanos más vulnerables de Argentina, dejando a muchos sin el apoyo necesario para enfrentar la crisis económica.
Los recortes en subsidios y programas sociales han puesto a millones de hogares bajo una gran presión. Las familias reportan dificultades para cubrir necesidades básicas. La inflación reduce el poder adquisitivo, y bienes esenciales como alimentos, transporte y atención médica se vuelven cada vez más inalcanzables.
El enfoque del gobierno en la disciplina fiscal ha generado acusaciones de ignorar los deberes sociales. Sindicatos y grupos de defensa han organizado protestas contra los recortes, argumentando que estas políticas priorizan los números sobre las personas.
“El enfoque de Milei ha cambiado completamente la distribución del ingreso en Argentina”, señaló un analista. La sociedad ahora está dividida en tres grupos: una clase media pequeña y frágil, una población creciente de pobres o casi pobres, y una élite que en gran medida evade los efectos de estas reformas.
Los críticos sostienen que las reformas han profundizado la desigualdad y la exclusión, afectando especialmente a la clase media, que se encuentra cada vez más alejada de la estabilidad económica y luchando por mantenerse a flote. Esta situación exige empatía y comprensión de todos los sectores de la sociedad.
Lo que viene
Javier Milei comienza su segundo año como presidente con una Argentina profundamente dividida sobre sus políticas. Sus partidarios destacan que el superávit fiscal y la menor inflación son cruciales para la estabilidad a largo plazo. Creen que estos cambios, aunque dolorosos ahora, son necesarios.
Sin embargo, los críticos consideran que los costos sociales y económicos son demasiado altos. El desempleo ha aumentado, los empleos formales han disminuido y las tasas de pobreza se han disparado. Muchas personas apenas logran sobrevivir. Estos problemas podrían destruir cualquier beneficio obtenido con las reformas fiscales.
El éxito de las reformas de Milei depende de abordar los desafíos sociales mientras se mantiene el progreso económico. Para muchos argentinos, esto va más allá de las políticas: es una visión de un futuro justo y sostenible.
Lea también: Argentina flexibiliza límites de importación por courier para fomentar la competencia de precios
En su primer año, Argentina experimentó cambios dramáticos. El gobierno equilibró la estabilidad fiscal con un alto costo social y económico. Ahora, la nación se adapta a esta nueva realidad. El debate en curso sobre el legado de Milei y el rumbo futuro involucra a todos los sectores de la sociedad, destacando la importancia de sus voces en la construcción del futuro del país.