Los guaraníes bolivianos preservan la tradición y prosperan económicamente
En los bosques remotos de la región del Chaco de Bolivia, el pueblo guaraní está forjando un nuevo futuro con sus habilidades ancestrales, desde el tejido de palma hasta la carpintería, para crear oportunidades económicas y mantener su nueva libertad; estas iniciativas preservan las tradiciones y empoderan a las comunidades que alguna vez estuvieron oprimidas.
El pueblo guaraní de Bolivia tiene una larga historia de resiliencia, habiendo soportado siglos de explotación y subyugación. Despojadas de sus tierras y obligadas a la servidumbre bajo terratenientes coloniales y poscoloniales, las comunidades guaraníes vivieron en duras condiciones, privadas de sus derechos y libertades fundamentales. No fue hasta principios del siglo XXI que comenzaron a reclamar su autonomía y su tierra, formando gradualmente comunidades en la región del Chaco de Bolivia, que abarca los departamentos de Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija.
Para los guaraníes, esta liberación no se trató simplemente de recuperar territorio, se trató de recuperar su identidad, cultura y forma de vida. El concepto de ‘iyambae’, que significa “libre y sin dueños” en guaraní, se convirtió en el principio rector de estas comunidades. Mario Rivera, artesano de la comunidad guaraní de Cañadillas en Chuquisaca, reflexiona sobre esta transformación: “Venimos de un tiempo en el que no teníamos derechos. Solo cuando regresamos a nuestra tierra comprendimos nuestros derechos y la importancia de gestionar nuestros recursos naturales”.
Hoy, el pueblo guaraní canaliza su resiliencia en diversas iniciativas económicas que sustentan a sus comunidades y preservan su patrimonio cultural. Estas iniciativas, profundamente arraigadas en su conocimiento ancestral, están ayudando a los guaraníes a mantener su ‘iyambae’, su libertad, mientras construyen un futuro sostenible.
Creando una economía sustentable
Una actividad económica fundamental que han adoptado las comunidades guaraníes es la carpintería, utilizando madera de árboles caídos en el bosque del Chaco. Esta práctica se alinea con su profundo respeto por la naturaleza, ya que evitan talar árboles vivos y en su lugar utilizan madera de aquellos que han caído naturalmente debido a tormentas o por el paso del tiempo.
Abelardo Yare, un artesano experto que trabaja con madera desde hace 15 años, describe cómo esta práctica contribuye al bienestar de la comunidad: “Usamos esta madera para que no se desperdicie. A veces, si la dejamos, la madera se pudre. Usarla nos asegura poder poner comida en la mesa para nuestras familias”.
En manos de estos artesanos, la madera de árboles como el cedro se transforma en diversos productos, desde artículos prácticos como sillas y mesas hasta piezas intrincadas como llaveros con formas de animales. Este trabajo proporciona una fuente de ingresos y mantiene viva la artesanía tradicional, transmitiéndola a las generaciones más jóvenes que están aprendiendo el oficio de sus mayores.
Celso Segundo, un ‘mburuvicha’ (líder comunitario) de Tentami, en el departamento de Chuquisaca, aprendió el oficio de su padre y continúa trabajando dentro de la comunidad para apoyar los esfuerzos de reactivación económica. “Siempre trabajamos dentro de la comunidad para apoyar las economías familiares”, explica Segundo. “No cortamos árboles; solo usamos lo que la naturaleza ya nos ha proporcionado”.
Empoderando a las mujeres a través del tejido ancestral
Mientras que los hombres se centran en la carpintería, las mujeres de las comunidades guaraníes han recuperado y modernizado el antiguo arte del tejido textil, que se ha convertido en una importante fuente de ingresos. En Tentami, alrededor de 20 mujeres, lideradas por una líder comunitaria y presidenta de la Organización de Mujeres del Pueblo Guaraní, Santa Carvajal, están tejiendo textiles que reflejan su identidad cultural.
“Nuestro objetivo es mejorar nuestras artesanías y tejidos, aumentar nuestros ingresos y, eventualmente, crear una microempresa”, dice Carvajal. Las mujeres utilizan telares de madera para tejer ‘bocos’ (bolsos tradicionales guaraníes) y mochilas, cinturones y otros textiles. Estos productos son prácticos y llevan los ricos símbolos y patrones culturales del pueblo guaraní.
Además de tejer, estas mujeres diversifican sus actividades económicas produciendo miel y productos relacionados, como champú y jabón, y preparando chicha, una bebida tradicional a base de maíz. Todos estos productos utilizan métodos ecológicos, lo que enfatiza su compromiso con la sostenibilidad y el respeto por la naturaleza.
En la cercana comunidad de Karatindi, las mujeres también se dedican a la artesanía, pero su enfoque se centra en el tejido con hojas de palma de la especie Karanda, que crece en el bosque del Chaco. Estas hojas de palma se transforman en cestas de varios tamaños y formas, joyeros y artículos decorativos, mostrando la creatividad y la habilidad de las mujeres guaraníes.
Cleofe Lozano, una ‘mburuvicha’ de Karatindi, destaca la importancia de estas actividades: “Lo que hacemos se basa en nuestras prácticas ancestrales”. Al integrar estas artesanías tradicionales en las actividades económicas modernas, las mujeres preservan su patrimonio cultural, sustentan a sus familias y aseguran la supervivencia de sus comunidades.
Apoyo y sostenibilidad
Estas iniciativas impulsadas por la comunidad cuentan con el apoyo del proyecto Chaco del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), oficialmente conocido como “Fortalecimiento de la gestión integral y sostenible de la biodiversidad y los bosques por parte de los pueblos indígenas y las comunidades locales en los ecosistemas frágiles del Chaco seco de Bolivia”. Este proyecto, financiado por el FMAM y ejecutado por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), tiene como objetivo empoderar a las comunidades indígenas y promover el uso sostenible de los recursos naturales.
El proyecto Chaco del FMAM proporciona herramientas y recursos esenciales a las artesanas. Ayuda a las tejedoras apoyando el cultivo de algodón, lo que garantiza que tengan una fuente confiable de materias primas para sus textiles. Este apoyo es crucial para ayudar a las comunidades a lograr la independencia económica y seguir avanzando en sus habilidades y artesanías.
Carvajal expresa su gratitud por el apoyo del proyecto, señalando que ha sido fundamental para ayudar a las comunidades a lograr la “independencia económica” y permitirles “seguir avanzando”. Al proporcionar estos recursos, el proyecto permite a los guaraníes mantener su ‘iyambae’ (su autonomía) y fortalece su capacidad para prosperar en un mundo que cambia rápidamente.
Preservando el patrimonio cultural y el futuro
El pueblo guaraní ha recorrido un largo camino desde los días en que fue subyugado y privado de sus derechos. Hoy, están construyendo un futuro que honra su pasado mientras abrazan nuevas oportunidades a través de su dedicación a la preservación de su patrimonio cultural y el uso sustentable de sus recursos naturales.
Estas iniciativas económicas (trabajo en madera, tejido de textiles, producción de miel y más) no son solo medios de supervivencia sino expresiones de la identidad guaraní y su conexión con la tierra. A medida que continúan desarrollando estas artesanías y compartiéndolas con el resto del mundo, los guaraníes demuestran el valor de sus tradiciones culturales y su resiliencia frente a la adversidad.
El futuro de estas comunidades parece prometedor, gracias a su rico patrimonio cultural, su compromiso con la sustentabilidad y el apoyo que reciben de proyectos como GEF Chaco. A medida que continúan creciendo y evolucionando, el pueblo guaraní está dando ejemplo a otras comunidades indígenas en América Latina y más allá.
Su historia es un poderoso recordatorio de la importancia de la preservación cultural, la independencia económica y las prácticas sustentables. Al observar el progreso de estas comunidades, podemos aprender lecciones valiosas sobre la fortaleza del espíritu humano y las posibilidades que surgen cuando las personas tienen el poder de dar forma a sus destinos.
El viaje de los guaraníes desde la subyugación hasta la autodeterminación es un testimonio de su resiliencia y creatividad. Mientras continúan afrontando los desafíos de la vida moderna, lo hacen con el conocimiento de que son ‘iyambae’ (libres y sin dueños) y con un renovado sentido de orgullo por su identidad y cultura.