Riquezas culturales y naturales de Chiloé impulsan auge del turismo rural en Chile
Chiloé, un archipiélago único con iglesias de madera declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, leyendas ancestrales, gastronomía diversa y más de 250 variedades de papa nativa, se está posicionando como el principal destino de turismo rural de Chile.
Enclavado en el sur de Chile, el Archipiélago de Chiloé cuenta con una riqueza cultural que lo distingue como un destino privilegiado para el turismo rural. Este archipiélago de 40 islas, conocido por sus iglesias de madera declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, leyendas míticas, gastronomía tradicional y una impresionante variedad de papas nativas, ofrece a los visitantes una visión auténtica del patrimonio de Chile.
Durante más de tres décadas, Doris Millán, de 61 años, ha guiado a los visitantes por Chiloé. Como una de las primeras guías femeninas de la región, desempeña un papel vital al conectar a los turistas con las comunidades indígenas que han sido históricamente marginadas. “Mi trabajo es acercar a los turistas a las comunidades indígenas. La cultura ancestral es la base de la cultura de Chiloé”, dice a Efe mientras guía a un grupo en una aventura de recolección de mejillones en el pueblo de Rilán, en la isla principal.
“Aquí en Chiloé nadie pasa hambre. Cuando baja la marea, el mar nos da muchos mariscos y nuestros bosques se llenan de frutas”, explica Millán. Después de recolectar mariscos, el grupo se dirige a ‘Nuevo Amanecer’, un restaurante rural recién inaugurado donde aprenden a preparar un tradicional “curanto al hoyo” de la mano de Maribel Méndez.
El plato fuerte culinario actual de Chiloé consiste en colocar patatas, carnes, embutidos y mariscos en un hoyo revestido con piedras calientes y cubierto con hojas de nalca. “Decidí llamar a mi restaurante ‘Nuevo Amanecer’ porque este es un nuevo comienzo para mí”, dice Méndez, quien espera dejar atrás el arduo trabajo de pescar por una nueva vida en la hospitalidad.
Las Papas Ancestrales de Chiloé
El icónico Toronto no estaría completo sin “micro” y “Chapelle”, dos creaciones pastosas hechas con harina y papas nativas, otro de los tesoros del archipiélago. Chiloé es hogar de una notable diversidad de papas nativas, y algunas estimaciones sugieren que antes de la llegada de los españoles existían más de mil variedades. Hoy en día quedan alrededor de 250 variedades.
Yolanda Millapichun, de 63 años, es una de las pocas “guardianas de semillas ancestrales” que quedan en Chiloé. En su huerto de Puqueldón, en la isla Lemuy, cultiva 112 variedades de papas nativas. “Es difícil decir cuál amo más. Es como pedirle a una madre que elija a su hijo favorito”, dice Millapichun mientras planea organizar visitas turísticas a su jardín.
Las variedades únicas de papa de Chiloé han ganado el reconocimiento de los Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) de la FAO, una iniciativa que reconoce los agroecosistemas gestionados de manera sostenible, ricos en biodiversidad y conocimientos tradicionales. “Tenemos tipos y tonalidades de patatas que no existen en ningún otro lugar. Lo que fascina al turista es la diversidad de especies, sus colores, sus manchas”, explica Andrea Céspedes, responsable de turismo de Puqueldón.
Puqueldón ganó atención internacional en 2022 cuando la Organización Mundial del Turismo de las Naciones Unidas (OMT) lo nombró uno de los “Mejores Pueblos Turísticos”. Este galardón reconoce los destinos que utilizan el turismo como catalizador de desarrollo. Además de sus campos de papa, Puqueldón es conocido por preservar su patrimonio a través de sus tres históricas iglesias de madera: Ichuac, Aldachildo y Detif. Estas estructuras de finales del siglo XVIII ejemplifican la fusión de técnicas de construcción indígenas y europeas.
Las iglesias forman parte de la “Ruta de las Iglesias de Chiloé”, un circuito turístico que incluye 16 iglesias que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000. Estas maravillas arquitectónicas son centros espirituales y símbolos del rico tapiz cultural de la región.
Un futuro sostenible para Chiloé
Consciente de la necesidad de mantener su atractivo y al mismo tiempo preservar el medio ambiente, Puqueldón ha implementado recientemente un innovador programa de reciclaje. Esta iniciativa involucra a artesanos locales que contribuyen a mantener las islas prístinas y sostenibles.
“Las iglesias hablan por sí solas, pero necesitamos difundir nuestra cultura a través de nuestra gente. Intento llegar a todos los rincones del archipiélago porque es allí donde se encuentra el verdadero chilote”, concluye la guía Doris Millán.
La identidad cultural de Chiloé está profundamente arraigada en su historia y mitología. El archipiélago ha estado habitado durante mucho tiempo por el pueblo huilliche, un subgrupo mapuche cuyas leyendas y tradiciones continúan influyendo en la vida local. La colonización española en el siglo XVI trajo el catolicismo, lo que llevó a la construcción de iglesias de madera únicas que combinan estilos arquitectónicos europeos e indígenas.
El aislamiento de Chiloé del Chile continental fomentó una cultura distinta donde la cooperación comunitaria, conocida como “minga”, y el respeto por la naturaleza son primordiales. Este sentido de comunidad es evidente en la preparación del curanto, una comida comunitaria que reúne a las personas para celebrar su herencia compartida.
Promoción del Turismo Rural
El impulso para promover el turismo rural en Chiloé se alinea con tendencias más amplias en América Latina, con un creciente interés en el turismo sostenible y comunitario. Países como Perú, con sus comunidades andinas, y Costa Rica, con sus iniciativas de ecoturismo, han aprovechado con éxito sus activos culturales y naturales para atraer turistas que buscan experiencias auténticas.
La estrategia de Chiloé muestra sus prácticas culturales únicas, su cocina tradicional y su belleza natural. Al involucrar a las comunidades locales y enfatizar la sostenibilidad, Chiloé pretende ofrecer a los turistas una visión genuina y respetuosa de su forma de vida.
El turismo rural brinda importantes oportunidades económicas para los residentes de Chiloé. Diversifica las fuentes de ingresos, lo cual es particularmente importante en una región donde predominan la pesca y la agricultura. El turismo también puede estimular las empresas locales, desde artesanías hasta servicios hoteleros, creando empleos y fomentando la resiliencia económica.
La participación de mujeres como Doris Millán y Maribel Méndez resalta el potencial del turismo para empoderar a las comunidades locales. Al asumir roles como guías y empresarias, estas mujeres preservan su patrimonio cultural e inspiran a otros a participar en el sector turístico.
Retos y oportunidades
Si bien las perspectivas para el turismo rural en Chiloé son prometedoras, persisten desafíos. Es fundamental garantizar que el desarrollo turístico sea sostenible y beneficie a las comunidades locales sin comprometer el medio ambiente. Es necesario mejorar la infraestructura, como mejores instalaciones de transporte y alojamiento, para respaldar una mayor actividad turística.
Además, mantener la autenticidad de las prácticas culturales y al mismo tiempo adaptarse a las expectativas de los turistas requiere una gestión cuidadosa. Es esencial equilibrar la exhibición de las tradiciones y la preservación de su integridad.
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A medida que Chiloé continúe desarrollando su oferta de turismo rural, la colaboración entre las comunidades locales, las agencias gubernamentales y las organizaciones internacionales será esencial. Iniciativas como los SIPAM de la FAO y las Mejores Aldeas Turísticas de la OMT proporcionan marcos valiosos para el desarrollo sostenible.
Al abrazar su patrimonio cultural y sus recursos naturales, Chiloé puede posicionarse como un destino líder en turismo rural en América Latina. El compromiso del archipiélago con la sostenibilidad y la participación comunitaria garantiza que el crecimiento del turismo beneficie a los visitantes y residentes, preservando la identidad única de Chiloé para las generaciones futuras.