Trabajadores latinoamericanos mantienen a flote el turismo de Albania ante la disminución de su fuerza laboral

Desde las playas de Vlora hasta los paseos abarrotados de Saranda, el sonido de las olas ahora se mezcla con acentos que llegan desde miles de kilómetros de distancia. A medida que el número de visitantes en Albania se dispara, sus hoteles y complejos turísticos dependen de una nueva fuerza laboral proveniente de América Latina, ocupando empleos que el país ya no tiene suficientes personas para cubrir.
Las playas aprenden un nuevo acento
En la Riviera sur de Albania, donde el agua turquesa se encuentra con las playas de guijarros, la avalancha veraniega es imposible de ignorar… y también imposible de gestionar sin ayuda externa. Recepciones de hotel, bares de playa y puestos de salvavidas que antes atraían a trabajadores de pueblos cercanos ahora están atendidos por recién llegados de Venezuela, Colombia y otros países.
“La zona costera está atrayendo cada vez más latinoamericanos que encuentran trabajo en la hostelería”, dijo Klevis, propietario de un restaurante en Shëngjin, a la agencia EFE. Su local de mariscos, lejos de los centros turísticos del sur, mantiene todo el año a dos empleados filipinos porque no consigue sustitutos locales. El problema no se limita a un solo pueblo. En toda la costa albanesa, nuevos hoteles y clubes de playa siguen abriendo —parte de un auge turístico que elevó las llegadas de 3,8 millones en 2014 a casi 12 millones en 2024—, pero los carteles de “se busca personal” son ahora tan visibles como los menús.
Un auge que choca con un declive demográfico
El rápido ascenso de Albania como destino mediterráneo de bajo costo ha chocado de frente con su población menguante. En la última década, la emigración ha reducido el número de habitantes de 2,9 millones a unos 2,4 millones. Muchos de los que se van son jóvenes y con formación: justamente el perfil que más necesita la industria hotelera en temporada alta.
“Hemos comenzado a contratar trabajadores de América Latina, ya que pueden entrar a Albania sin visado”, explicó Rrahman Kasa, presidente de la Unión de Turismo de Albania, en declaraciones a EFE a través de la televisión A2 de Tirana. Añadió que los empresarios descubren que los salarios en Albania —de 650 a 1.000 euros mensuales en el turismo— resultan competitivos para los trabajadores latinoamericanos, especialmente si se combina con la oportunidad de vivir en la costa durante la temporada.
La tendencia es medible. Datos oficiales muestran que el número de empleados extranjeros pasó de 9.825 en 2023 a unos 13.000 en 2024, con un aumento adicional del 15–20% esperado para mediados de 2025. Aun así, los extranjeros representan menos del 1% de la población total, lo que significa que la afluencia sigue siendo modesta en comparación con otros destinos europeos.
Visas, salarios y un nuevo canal de contratación
Para los empresarios, estas cifras se traducen en rostros conocidos. Klevis sonríe al hablar de Antonio, su jefe de cocina, y Roberto, su asistente, quienes regresan cada verano. “En invierno trabajan en Tirana, pero en verano vuelven aquí porque les pagamos más”, contó a EFE. Ese ritmo estacional —capital en temporada baja, costa en temporada alta— se ha convertido en un salvavidas para empleadores que no pueden permitirse empezar desde cero cada junio.
La entrada sin visado para muchos latinoamericanos ha facilitado la contratación. El boca a boca se propaga rápido, ayudado por anuncios de trabajo en redes sociales que ahora cruzan continentes. La tendencia comenzó con contrataciones desde Asia —Filipinas, India, Nepal, Bangladés— para cubrir trabajos de cocina y limpieza. A medida que la escasez laboral se agudizó, los empresarios buscaron más lejos. Los trabajadores latinoamericanos, a menudo con experiencia en hostelería internacional y dominio de varios idiomas, encajan fácilmente en puestos de atención al cliente que atienden a la mezcla de visitantes de Europa Occidental y a viajeros de la diáspora albanesa.

EFE
¿Puede durar este modelo?
El Servicio Estatal de Empleo afirma que aún hay más de 6.000 vacantes en turismo sin cubrir en todo el país. “Ningún sector siente esta escasez más que el turismo”, dijo a EFE su directora, Gertiola Çepani. Según el portal de noticias Telegrafi, los trabajadores extranjeros ocupan actualmente solo alrededor del 10% de los puestos disponibles. El experto en turismo Feriolt Ozuni advierte que la industria necesita un 35% más de personal para satisfacer la demanda; sin ellos, la calidad del servicio podría deteriorarse justo cuando Albania está ganando atención mundial.
La escasez de mano de obra no es exclusiva del turismo. La construcción y la manufactura también compiten por el mismo grupo menguante de trabajadores, lo que impulsa la presión sobre los salarios y los sistemas de capacitación. Los empresarios sostienen que mejores sueldos, procesos de contratación más rápidos para personal extranjero y programas de formación modernos podrían ayudar a retener a más albaneses en el sector.
Hay ventajas sobre las que construir. El rango salarial en la costa, aunque bajo para los estándares de Europa Occidental, rinde más en Albania; la temporada alta se alarga cada año; y los trabajadores extranjeros que regresan crean una reserva laboral estable y capacitada. Pero las cifras son claras: sin una inversión más profunda en las personas —tanto nacionales como extranjeras—, el auge turístico podría estancarse, dejando a la economía más vulnerable a los golpes estacionales.
Por ahora, la costa se siente animada. Las tumbonas se alinean en la playa, los idiomas se mezclan con la brisa marina y el bullicio del almuerzo sigue el ritmo ágil de cocineros, camareros y socorristas de ambos lados del Atlántico. En una cocina, Antonio sirve un pargo para la terraza; en la recepción, una empleada pasa del italiano al español y al inglés sin perder el hilo; en la arena, el silbato de un socorrista corta el canto de las cigarras.
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La economía veraniega de Albania todavía busca su rumbo, sostenida en parte por los trabajadores que han viajado medio mundo para mantener viva la temporada. Y para muchos de ellos, el camino desde América Latina termina exactamente donde el Adriático se encuentra con la orilla.