Venezuela: ¿bolívares o dólares?
Las clases altas comienzan a pagar servicios y bienes básicos en esta moneda para protegerse de la hiperinflación
#MalditoDólar, esa es la etiqueta en Twitter que el chavismo convirtió en tendencia los últimos días, pues hacen responsable a esta moneda del colapso económico del país, según el oficialismo, una nueva estrategia orquestada desde Washington para desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro.
Con una crisis cada vez más aguda, la “moneda del imperio”, esa que el dirigente bolivariano prometió “pulverizar” cuando llegó al poder, se ha convertido en divisa habitual para pagar casi cualquier cosa. Para aquellos que se lo pueden permitir, pagar en dólares es la única forma de evitar la hiperinflación que afecta al país. Cosas tan simples como una consulta médica, una carrera de taxi, la vacuna para un bebé o la compra de productos básicos para la canasta familiar se adquieren con esta moneda, ya sea en efectivo o a través de transacciones electrónicas.
En estos momentos, un dólar en el mercado negro alcanza los 200.000 bolívares. Por eso muchos venezolanos que, por ejemplo, viven en el exterior y vuelven a su país de vacaciones, pagan el estacionamiento de sus autos o una carrera de taxi con un billete de dólar, a ellos les sale barato y dejan muy contentos a quienes ofrecen estos servicios, pues normalmente reciben una media de entre 6.000 y 10.000 bolívares por ellos.
Tras 15 años de control de cambio en Venezuela -que estableció como delito las transacciones con dólares adquiridos en el mercado no oficial, llegando incluso a prohibir la publicación de la tasa de cambio y el cierre de más de 1.000 páginas web que difundían el precio oficial de esta divisa- el país bolivariano no ha conseguido evitar que los billetes con las caras de George Washington, Abraham Lincoln o Benjamin Franklin campen a sus anchas por todo el territorio. Sacar bolívares de un cajero se ha convertido en un ejercicio de paciencia y fe debido a las larguísimas colas y a la incertidumbre de no saber si lo que se saca será suficiente por la altísima y cambiante inflación.
Ya es normal ver en muchos centros comerciales de Caracas precios marcado en dólares. Por ejemplo, una tienda ofrecía un par de zapatos deportivos a 67 dólares, si el cliente quisiera pagarlo en bolívares tendría que ser con el tipo de cambio del mercado paralelo (no oficial), más una tasa del 10% por usar la moneda venezolana, en total unos 18 millones de bolívares, unos 90 dólares al cambio actual. Está claro con qué sale mejor pagar.
En un país donde casi todo se importa, el dólar es el que dinamiza la economía, si bien las transacciones importantes, como la compra de un vehículo o la de una casa, ya llevaban años haciéndose en esta moneda, la drástica devaluación de la divisa local ha hecho que cualquier compraventa se haga con los billetes verdes. Nadie quiere tener bolívares, no sirven para nada.
No obstante, solo una élite puede permitirse esta economía dolarizada, principalmente profesionales y comerciantes, además de una parte de los millones de venezolanos que han salido del país en busca de un futuro mejor y comienzan a enviar remesas a los familiares que quedaron en el país. Esto abre una nueva brecha en la ya fracturada sociedad venezolana. Según el Fondo Monetario Internacional, el 82% de los venezolanos vive por debajo de la línea de pobreza, y en parte se debe a que reciben su sueldo en bolívares. A pesar de las continuas subidas del salario mínimo que hace el gobierno, la hiperinflación, que durante 2018 podría llegar al 13.000%, hace que grandes fajos de billetes de la moneda local tengan el mismo valor que si fueran recortes de periódico.
Latin American Post | José María González Alonso
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