Venezuela: El impacto de incrementar el salario mínimo, más allá de la crisis
El gobierno venezolano ordenó que se triplicará el salario mínimo, pero esta medida no contribuirá a mermar los efectos de la crisis
Por cuarta vez en lo que va del año, el presidente venezolano Nicolás Maduro ordenó que se aumentara el salario mínimo. Este aumento es el más grande hasta la fecha, pues el salario mínimo mensual se incrementó en un 103% dejándolo en 5.196.000 bolívares. Según la única tasa de cambio oficial, esta cantidad corresponde a 65 dólares y alcanza apenas para una lata de atún.
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Para Maduro, la medida de otorgar otro aumento al salario mínimo es parte de una “guerra económica”, una teoría del mandatario que asume que los empresarios opositores y potencias extranjeras buscan profundizar la crisis de Venezuela. "Ustedes lanzan duro en la guerra (y) nosotros lanzamos duro también hasta que estabilicemos y lo vamos a lograr", comentó Maduro en un acto público después de promulgar el acta.
Sin embargo, en ningún caso, y particularmente no en el caso venezolano, se saca a la gente de la pobreza únicamente incrementando el salario mínimo.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que en la mayoría de las economías del mundo el ajuste al salario mínimo se hace de acuerdo con la cifra de inflación. Idealmente, los salarios, y en especial el salario mínimo, deben incrementar al menos por el mismo porcentaje de la inflación. De esta forma, el aumento generalizado de los precios que genera la inflación se ve contrarrestado por un aumento equivalente en los salarios. Esto significa que a pesar de que los bienes son más caros, las personas pueden continuar consumiendo la misma cantidad que antes.
El problema con un aumento salarial del 103% en Venezuela es que ni siquiera se acerca a la astronómica cifra de inflación que maneja la economía de este país. Según reportes de mediados de junio confirmados por el Parlamento del país, esta inflación ahora alcanza el 24.571%. Por esta razón, a pesar de que el incremento al salario mínimo suena exagerado, en realidad no representa mayor ganancia para el venezolano promedio. Esto debido a que, hasta los bienes más básicos se encuentran muy por fuera de su alcance a causa del efecto de la inflación en sus precios.
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Una medida contraproducente
Para Venezuela, que ya parece haber perdido la lucha para controlar la inflación, incrementar el salario mínimo puede tener el efecto contrario al deseado, pues en lugar de permitirle a las personas acceder a más bienes se puede terminar incrementando los precios de estos. Incluso en una economía estatalizada como la venezolana, el objetivo de las empresas que producen bienes de consumo es generar renta, de forma que puedan continuar en el mercado remunerar a sus empleados.
Para ellos, un aumento del 103% en el salario mínimo significa un aumento igual en el precio que pagan por su mano de obra. Lo que esto significa es que, si continúan vendiendo sus productos al mismo precio, sus ganancias disminuirían proporcionalmente al incremento en el gasto de los salarios.
Para las empresas que deben mantenerse a flote en un país que ya enfrenta escasez de varios productos, la única solución que les permitiría sobrevivir sería aumentar el precio de venta de lo que producen. Esto, de nuevo, aminoraría el poder adquisitivo de los venezolanos, e inevitablemente profundizaría la crisis.
Latin American Post | Pedro Bernal
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