Venezuela: ¿Sobrevivirá el Petro en 2019?
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En búsqueda de algo de estabilidad, Venezuela creó una "criptomoneda" que aún no termina por encajar completamente y que parece ser una nueva forma de deuda
En un intento por construir un instrumento efectivo para salir de la profunda crisis económica que atraviesa Venezuela, el gobierno de Maduro anunció la creación de una nueva “criptomoneda” denominada el Petro en el primer trimestre de 2018. El acontecimiento captó la atención recientemente tanto de incrédulos como de incautos, entre otras cosas gracias al aparato de propaganda gubernamental, pero también debido a la necesidad de buscar alternativas para navegar la crisis. Vale preguntarse, ¿qué prospectos de supervivencia tiene el Petro para el año entrante?
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El Petro fue anunciado en medio de la peor crisis en la historia de Venezuela. Luego de la caída de los precios del crudo a mediados de 2014, la economía sintió (una vez más) el peso enorme que tienen los ingresos petroleros al reducir drásticamente sus importaciones y causar un enorme desajuste de sus variables macroeconómicas.
El país entró por primera vez en hiperinflación, acumula una caída de más de 30% del PIB en los últimos 5 años, tiene elevados niveles de escasez de todo tipo de bienes -esencialmente de la canasta alimentaria-, los servicios públicos son ineficientes por la falta de mantenimiento e inversión y se mantiene el subsidio a los combustibles más alto del mundo. Esto último ocasiona un fuerte contrabando en la frontera con Colombia, enriqueciendo a mafias y erosionando aún más las finanzas de PDVSA, empresa de petróleos de Venezuela.
Dependencia en PDVSA preocupa
Con este oscuro panorama, surgen muchas dudas acerca de la verdadera función del Petro y sus posibilidades de hacer frente a la crisis. El gobierno afirma que es una criptomoneda sustentada en reservas petroleras. No obstante, de aquí surgen dos preguntas fundamentales acerca de esto.
En primer lugar, sobre su esencia como criptomoneda, ya que éstas se caracterizan por no estar emitidas por ningún ente gubernamental centralizado además de no tener respaldo alguno, salvo en la confianza que logran obtener en el mercado. En segundo lugar, por el respaldo que anuncia el gobierno de dicha moneda. Esto último nos lleva a preguntarnos sobre la situación de la industria petrolera, ¿cuál ente será el generador de los barriles que servirían de sustento al Petro?
La estatal petrolera es la locomotora de la economía venezolana, generando más del 95% de las exportaciones en divisas en un país cuyo aparato industrial está estancado hace décadas, por lo que una caída sensible en los precios del barril, como ocurrió en 2014, tiene una fuerte repercusión en la economía no petrolera.
El problema es que mientras hubo suficiente renta petrolera, las limitaciones de este sector de la economía no se sentían. Ahora, que la renta se ha contraído, los ingresos petroleros no alcanzan para cubrir los pagos de deuda, las importaciones que cubran el déficit de producción del aparato industrial criollo improductivo -y ahora casi paralizado-, ni las propias necesidades de inversión y mantenimiento de PDVSA para su operatividad.
Respaldo del Petro en picada
La producción petrolera desde el año 98 muestra una clara tendencia a la baja. No obstante, es sobre todo a partir de la debacle en los precios del 50% en 2014, que la producción muestra una caída vertiginosa descendiendo a menos de los 2 millones de barriles diarios por primera vez en más de 30 años. Esta caída, por cierto, no se revirtió ni se ralentizó en 2017, a pesar de la importante recuperación del precio del barril del 68%. Con este escenario de colapso de la producción de la principal industria del país, el Petro parece no tener un gran sustento.
Si bien Venezuela cuenta con las mayores reservas de crudo del mundo, el desarrollo de estas reservas es algo clave en el corto plazo para darle sustento al Petro. Es decir, una cosa es certificar petróleo en los yacimientos y otra es contar con la inversión e infraestructura para acometer los desarrollos que permitan su extracción y así generar la confianza necesaria para ofrecer al crudo como sustento de la criptomoneda Petro.
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Todo parece indicar que la grave crisis actual de la economía venezolana, comenzando por su principal industria, sedienta y urgida de divisas, aunado a las recientes sanciones financieras del gobierno de los EEUU y las declaratorias de default selectivo de algunos bonos de la deuda, obliga al gobierno de Maduro a buscar alternativas y nuevas fuentes de financiamiento. En este sentido, el Petro, más que una criptomoneda al estilo Bitcoin o Ethereum, sería una nueva modalidad de deuda encriptada que busque un bypass a las sanciones y dificultades para atraer nuevas divisas.
El gran reto es una generación de confianza -más allá de que efectivamente Venezuela cuente con las reservas petroleras destinadas a “respaldar” el Petro-, que permita motivar a los inversionistas a comprar Petros. Teniendo en cuenta la poca confianza generada, solo se lograría ofreciendo grandes descuentos y teniendo a las grandes empresas petroleras extranjeras como músculo principal de interés y cercanía política con el gobierno. Así, principalmente serían las petroleras rusas y chinas las llamadas a comprar la nueva criptomoneda, es decir, la compra de petróleo a futuro. De la demanda depende la supervivencia del Petro más allá del año en que se inventó.
LatinAmerican Post | Luis Alberto Lozada
Copy edited by Juliana Suárez