Así se puede desplomar el valor de las empresas con un solo tweet
Snapchat perdió más de mil millones de dólares en solo minutos después de un tweet de Kylie Jenner, y casos como el suyo hay muchos
Es bien sabido que Twitter se ha vuelto una herramienta empresarial indispensable, capaz de generarle renombre a una empresa y de abrirle un canal directo con sus consumidores. Sin embargo, así como puede ayudar a una empresa a crecer, un solo trino de un personaje influyente, es capaz de causar enormes pérdidas en el valor de una compañía en tan solo minutos.
Uno de los casos más recientes que demuestra la influencia de los 280 caracteres de Twitter es el trino sobre Snapchat de Kylie Jenner. El pasado febrero, la estrella y empresaria manifestó su descontento con la red social y como consecuencia minutos después hubo pánico en la bolsa.
“Hay alguien más que ya no abre Snapchat? O soy solo yo… Ugh, esto es muy triste”. Estas palabras plasmadas en Twitter, con más de un total de 74 mil re-tweets y 5 mil comentarios, fueron suficiente para costarle a la aplicación un desplome de 1,3 mil millones de dólares en sus acciones.
sooo does anyone else not open Snapchat anymore? Or is it just me… ugh this is so sad.
— Kylie Jenner (@KylieJenner) 21 de febrero de 2018
Otro caso similar ocurrió en 2016. En medios de comunicación y redes sociales circulaba el rumor que los autos eléctricos de Tesla utilizarían baterías producidas por la multinacional surcoreana Samsung. Estos comentarios motivaron que Elon Musk, fundador de Tesla, aclarara la situación en un tweet indicando que “me gustaría aclarar que Tesla está trabajando de manera exclusiva con Panasonic. Los artículos noticiosos indicando lo contrario son incorrectos”.
Would like to clarify that Tesla is working exclusively with Panasonic for Model 3 cells. News articles claiming otherwise are incorrect.
— Elon Musk (@elonmusk) 8 de junio de 2016
El tweet de Musk desató un desplome inmediato en el valor en bolsa de Samsung y sus acciones perdieron 580 millones de dólares.
Twitter: el sable de Trump
Twitter es quizá el arma más efectiva de Donald Trump. Su equipo sabe usarla con éxito para desafiar a los detractores, generar caos y aparentar resolverlo y sacudir los mercados financieros sin compasión.
Es tanta la influencia del mandatario estadounidense en Twitter que numerosos analistas indican que Trump no habría podido llegar a la presidencia si no hubiese sido por el uso de la red social. Sus trinos ‘apocalípticos’ generaron incluso el desarrollo de un robot que analiza los tweets del mandatario que podrían causar pérdidas en compañías que cotizan en bolsa.
El robot conocido como ‘Trump and Dump’ (Trump y el Vertedero, por su traducción en español), analiza cada tweet del mandatario y busca palabras como “grandes problemas”, “causados por”, “preocupante”, en relación con el nombre de alguna empresa cotizante. Una vez detectados estos factores, el robot realiza trades u operaciones en bolsa vendiendo las acciones antes de que se desplomen y luego comprándolas nuevamente a un valor mucho más bajo. Todo en cuestión de segundos.
Uno de las pérdidas monetarias más grandes ocasionadas por un tweet de Donald Trump la sufrió Toyota. En 2017, el gigante japonés anunció que construiría una planta en México. Ante esto, Trump amenazó públicamente a la compañía con imponer más impuestos. En cinco minutos, la empresa ya había sufrido una caída en sus acciones de 1.200 millones de dólares.
Toyota Motor said will build a new plant in Baja, Mexico, to build Corolla cars for U.S. NO WAY! Build plant in U.S. or pay big border tax.
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 5 de enero de 2017
Este mismo escenario ha ocurrido con compañías como Delta Airlines, Rexnord y Boeing. Menos de 280 caracteres por parte de Trump son suficiente para generar pérdidas instantáneas por encima del 1% en las acciones. Estas cifras evidencian que el poder de algunos usuarios en Twitter va mucho más allá de la influencia y sostiene en sus manos la estabilidad de determinadas industrias.
Latin American Post | Krishna Jaramillo
Copy edited by Marcela Peñaloza