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Latinoamérica abraza el camino hacia una aviación neta cero

A medida que las emisiones globales de la aviación siguen aumentando, los países de América Latina están trabajando para alinearse con los ambiciosos objetivos de emisiones netas cero para 2050. Basándose en investigaciones sobre combustible sostenible para la aviación, los responsables de la formulación de políticas y los líderes de la industria están explorando de manera integral estrategias para la descarbonización del transporte aéreo.

La urgencia de la descarbonización de la aviación

La aviación representa actualmente alrededor del 2 por ciento de las emisiones globales de dióxido de carbono. Los expertos esperan que esta cifra aumente considerablemente en las próximas décadas. Más personas están pidiendo vuelos dentro de sus propios países y al extranjero. Con el crecimiento de los ingresos y el trabajo conjunto entre los países, las naciones latinoamericanas deben encontrar formas de reducir las emisiones de carbono derivadas del transporte aéreo. Según diversos informes climáticos y proyecciones de la industria, la demanda de viajes aéreos en la región podría más que triplicarse para 2050, lo que podría hacer que las emisiones relacionadas se dupliquen, al menos, en comparación con los niveles actuales.

Este crecimiento plantea un dilema para los países que buscan equilibrar el desarrollo económico con los compromisos climáticos internacionales. Los líderes mundiales se unieron al objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura a menos de 1.5 grados Celsius, y la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) promete eliminar las emisiones de carbono del transporte aéreo para 2050. Este plazo ajustado obliga a las aerolíneas a cambiar la forma en que compran combustible, lo queman y construyen aviones para llevar a cabo su labor. América Latina se encuentra en una encrucijada crítica, lidiando con la cuestión de si las tecnologías actuales e innovaciones emergentes pueden cumplir con estos objetivos de manera rentable y socialmente equitativa.

En particular, alcanzar el cero neto en un cuarto de siglo requerirá esfuerzos concertados no solo de los fabricantes de aeronaves y operadores de aerolíneas, sino también de los responsables políticos, inversores y científicos. Los desafíos únicos del sector, como la dependencia de combustibles de alta densidad, los largos ciclos de vida de los aviones y las estrictas regulaciones de seguridad, hacen que el cambio inmediato a gran escala sea difícil. El tiempo para tomar medidas importantes se está reduciendo, lo que exige acciones rápidas. Cada año que pasa nos obliga a aceptar emisiones más altas y hace que las tareas de reducción profunda de carbono sean más costosas y difíciles.

En este sentido, científicos de varios laboratorios y grupos han buscado caminos efectivos para reducir el carbono en la aviación de América Latina. Elaboraron planes que explican cómo diversos dispositivos, reglas y factores de mercado pueden combinarse para reducir las emisiones de carbono con el tiempo. Basado en una de estas evaluaciones integrales, los tomadores de decisiones están especialmente interesados en aprovechar el potencial del combustible sostenible para la aviación (SAF) y estrategias basadas en el mercado para cerrar la brecha entre las prácticas actuales y el horizonte neto cero.

El papel del combustible sostenible para la aviación

El combustible sostenible para la aviación (SAF) ha emergido como una de las soluciones más viables a corto y medio plazo para reducir la huella de carbono de la aviación. Producido a partir de diversas materias primas de bajo o cero carbono, como cultivos no alimentarios, residuos municipales y subproductos como aceite de cocina o residuos agrícolas, el SAF puede ser utilizado en los aviones actuales con mínimas modificaciones en los motores o la infraestructura de repostaje en los aeropuertos. Esta compatibilidad es una ventaja significativa; a diferencia de la propulsión a hidrógeno o eléctrica por batería, el SAF no requiere una generación completamente nueva de aviones ni la reconstrucción inmediata de sistemas aeroportuarios enteros.

En análisis específicos para América Latina, los investigadores se han centrado en materias primas como etanol a base de caña de azúcar, etanol a base de maíz y ésteres e ácidos grasos hidroprocesados (HEFA) a base de aceite de palma o soja. Estos métodos utilizan los sistemas y estructuras agrícolas actuales y ofrecen una forma potencialmente expandible de crear combustible que libera solo el 20 por ciento del carbono en comparación con el combustible de aviación derivado del petróleo. Sin embargo, aumentar la producción de SAF enfrenta algunos desafíos. Los críticos temen la competencia por la tierra entre los cultivos energéticos y los de alimentos, el potencial de pérdida de biodiversidad si la expansión de las materias primas no se gestiona de manera sostenible y la creación de nuevas presiones sobre los recursos hídricos.

El costo sigue siendo una preocupación fundamental. A partir de 2024, los precios del combustible para aviones en América Latina rondan los $0.70 por litro, mientras que los costos de producción de SAF en la región pueden variar entre $1.11 y $2.86 por litro. Estas discrepancias amenazan con aumentar los gastos operativos de las aerolíneas, lo que podría, a su vez, reducir la demanda general de pasajeros si los precios de los boletos aumentan considerablemente. Para estimar tales resultados, es necesario tener en cuenta cómo las regulaciones gubernamentales, los planes de costo del carbono y la ayuda monetaria para la atracción de precios de SAF se combinan. Si estos planes tienen éxito, podrían aumentar los fondos para la producción de SAF y reducir los costos con el tiempo.

A nivel global, los escenarios climáticos sugieren que el SAF por sí solo puede no ser suficiente para eliminar las emisiones del sector de la aviación, especialmente a medida que la demanda de viajes aéreos sigue su constante aumento. Sin embargo, la adopción robusta del SAF podría llevar a una drástica reducción de las emisiones netas. En un escenario que busca limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius, los investigadores han proyectado que, si la utilización de SAF en América Latina aumenta al 65 por ciento para 2050, las emisiones podrían reducirse en aproximadamente un 60 por ciento (en comparación con un camino futuro con políticas climáticas más débiles). La brecha de emisiones restante podría cerrarse mediante mejoras operativas, propulsión alternativa (como aviones híbridos-eléctricos) y mecanismos de compensación, como la eliminación de carbono o iniciativas de reforestación.

Sin embargo, la implementación a gran escala del SAF requiere una inversión de capital significativa en instalaciones de producción. Según algunas estimaciones, el gasto de capital acumulado necesario para construir nuevas plantas de SAF en Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú entre 2025 y 2050 podría superar los $200 mil millones. Estas sumas son desafiantes, pero también señalan una oportunidad económica significativa si se establecen las condiciones adecuadas, como un suministro estable de materias primas, infraestructura confiable y regulaciones de apoyo.

Desafíos económicos y mecanismos de política

La descarbonización de la aviación depende no solo de nuevas tecnologías, sino también de la creación de herramientas económicas y políticas que ayuden a que las nuevas ideas se difundan ampliamente. El hecho de que el SAF pueda costar más que el combustible para aviones convencional demuestra que debemos tener pasos claros para cerrar la brecha de precios. Estos pasos podrían ofrecer ayuda financiera a los productores de SAF, cobrar un extra por el combustible fósil para aviones o crear un sistema más amplio donde las aerolíneas paguen por el carbono que emiten. En algunos casos, los gobiernos también podrían exigir una mezcla mínima de SAF, lo que aseguraría un mercado.

Los responsables de la formulación de políticas en América Latina pueden considerar el historial de iniciativas similares a nivel mundial. En América del Norte y Europa, los marcos políticos que incluyen incentivos fiscales, estándares de combustibles bajos en carbono o mandatos de mezcla han estimulado la producción de SAF, aunque aún en niveles limitados. Si estas políticas funcionan bien en América Latina, podrían llevar a los inversores internacionales a poner dinero en nuevos proyectos de SAF, levantando economías rurales donde se cultivan las materias primas y creando empleos. Si las políticas no son estables y a largo plazo, el sector privado podría no estar dispuesto a construir costosas fábricas de biocombustibles que podrían tardar años en generar ganancias.

A medida que más personas viajan en avión, los líderes deben encontrar un punto intermedio entre mantener los vuelos baratos y reducir las emisiones de carbono. Si las políticas aumentan el precio del combustible para la aviación sin un apoyo mitigador, las aerolíneas y los pasajeros podrían soportar mayores costos, lo que podría desalentar los viajes y desacelerar el crecimiento económico dependiente del turismo y los vuelos de negocios. Algunos analistas sugieren que la introducción de cambios graduales en las políticas y asistencia específica para aerolíneas que atienden comunidades remotas o desfavorecidas puede suavizar esta transición. También hay un argumento a favor de destinar los ingresos provenientes de la fijación de precios del carbono a iniciativas climáticas, como la conservación forestal o la investigación avanzada sobre otros sistemas de propulsión de bajo carbono.

Explorar formas de mejorar cómo operamos y construimos aviones es esencial. Usar un solo motor para moverse por las pistas o establecer reglas de tráfico aéreo para evitar que los aviones den vueltas innecesarias ayuda a reducir el consumo de combustible. Los aviones de próxima generación podrían incorporar mejoras aerodinámicas, materiales livianos y sistemas híbridos-eléctricos. Sin embargo, estas soluciones se encuentran en diferentes etapas de desarrollo, y su adopción generalizada será gradual. En contraste, el SAF ofrece una solución inmediata, aunque parcial, posicionándolo como un pilar fundamental de cualquier estrategia de descarbonización a corto plazo.

Una visión unificada para un futuro neto cero

América Latina puede ser un centro de producción de SAF debido a la abundancia de recursos naturales y una sólida base agrícola en la región. Para hacer realidad este objetivo, los países deben planificar cuidadosamente en conjunto. Un enfoque a nivel regional ayudaría a los países a compartir las mejores prácticas, evitar inversiones duplicadas y crear mercados unificados que puedan atraer financiamiento a gran escala. Los expertos también destacan la importancia de estandarizar las regulaciones para que las aerolíneas puedan confiar en políticas consistentes al planificar sus flotas y rutas.

Más allá del SAF, se necesita un enfoque múltiple para cumplir con los objetivos netos cero para 2050. Actualizar las flotas de aeronaves, mejorar las operaciones y utilizar compensaciones de carbono o capturar carbono del aire para reducir las emisiones remanentes son medidas que pueden sumar una respuesta completa. Al usar modelos de simulación más claros y formas constantes de seguir los datos, los tomadores de decisiones pueden ajustar sus planes, lo que ayuda a asegurar que las decisiones financieras coincidan con las nuevas herramientas y las condiciones reales del mercado.

Al final, mantener la confianza del público es crucial. Las personas podrían disfrutar de un aire más limpio y menos problemas climáticos. Sin embargo, también podrían pagar más por viajar o tener menos opciones de vuelos, especialmente en áreas rurales o aisladas que dependen del transporte aéreo. Un diálogo transparente sobre estos intercambios y proyectos demostrativos que muestren los beneficios del mundo real podrían aumentar la aceptación y el compromiso.

Los gobiernos, además, y las aerolíneas tal vez necesiten iniciar campañas para mostrar que reducir las emisiones de carbono del transporte aéreo es necesario y posible. Si se hace correctamente, reducir el carbono puede traer beneficios económicos y sociales. La producción a gran escala de SAF puede impulsar cambios en la agricultura, generar nuevos empleos y revitalizar las áreas cercanas. Al mismo tiempo, un sistema de vuelos limpio y eficiente puede conectar más a América Latina con los mercados mundiales, ayudando al crecimiento del turismo, el comercio y la inversión externa. De esta manera, el objetivo de vuelos con emisiones netas cero no solo se trata de proteger la naturaleza, sino también de generar una forma de crecimiento que puede cambiar el papel de la región en el mundo.

Los próximos años probablemente verán esfuerzos intensificados para refinar los métodos de producción de SAF, abordar la brecha de costos y consolidar colaboraciones regionales. Aún queda mucho por determinar, especialmente en cuanto al ritmo de las mejoras tecnológicas y el panorama político cambiante, pero la trayectoria es clara. Dado que el planeta se calienta y las llamadas a acciones sostenibles aumentan, la industria de la aviación de América Latina puede marcar el ejemplo, mostrando cómo la investigación, la política y las nuevas ideas pueden cambiar los viajes aéreos para hacerlos más limpios y responsables.

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Usando fuentes disponibles, aplicando reglas políticas claras y destinando recursos a la investigación, América Latina puede rápidamente aumentar la producción de SAF y emplear pasos adicionales para reducir las emisiones en el aire. Este trabajo da resultados: comunidades que permanecen seguras y fuertes, una industria de la aviación que compite globalmente y un impulso valioso para los objetivos climáticos del mundo. En última instancia, alcanzar las emisiones netas cero en la aviación no solo significa cumplir con una meta lejana; significa construir un futuro donde una economía saludable y el cuidado de la naturaleza trabajen juntos.

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