Uruguay: Mejores condiciones sociales para una economía en expansión
Cómo la nación sudamericana logró bienestar social sin socialismo
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El modelo económico uruguayo está un paso adelante al resto de América Latina. El estado igualitario aumentó sus exportaciones de carne en un 17% a causa de la entrada en vigencia de nuevos acuerdos con China. Adicionalmente, la economía del país experimenta un desempleo total del 7.6%, la menor cifra desde noviembre de 2016.
Ambos factores influyen fuertemente en que el PIB per cápita del país se encuentre en USD 21,090, el mayor producto por ciudadano en la región.
La República Oriental de Uruguay tiene una estrategia definida de desarrollo. Su maquinaria económica se compone de una fuerza laboral de 1.7 millones de personas que sustenta a 3.5 millones. 67.7% del producto interno uruguayo proviene de la economía de servicios mientras que 32.3% proviene de la industria, agricultura e industria agropecuaria.
Las exportaciones del país sudamericano incluyen soya, celulosa, arroz, lana, trigo, madera, carne y comida procesada mientras que las importaciones principales son petróleo, celulares, vehículos y sus repuestos. Una economía de exportaciones sostenibles permite al estado sostener y aumentar el número de participantes en la economía por año.
El mayor interés del país del hemisferio sur es seguir expandiendo su clase trabajadora, en esta participa el 60% de la población y es la clase media más grande de Sudamérica. A través de inversión en educación universal se ha conseguido establecer que The Economist asevera como la única democracia completa en la región
La economía de libre mercado liderada por Tabaré Vásquez también ha mostrado una alta resistencia a choques externos tales como la desaceleración de las economías en los principales aliados comerciales de Uruguay, Brasil y Argentina. A través de una mayor liberalización de los mercados hacia Asia se ha conseguido mitigar los efectos de la crisis por la que pasa la región, mostrando mayores fracturas en Mercosur.
El planteamiento más disruptivo de Uruguay respecto al sub-continente radica en que el país vela por el desarrollo humano y capital de sus ciudadanos. El Banco Mundial subraya la relación entre el crecimiento sostenido del 4.8% de 2006 al 2015 y la disminución de la pobreza moderada del 22.8% en el mismo periodo de tiempo.
La pobreza extrema uruguaya es de 0.3%, el promedio latinoamericano es de 37.7%.
El próximo gran reto para la economía sudamericana es estabilizar su balanza comercial pues, actualmente, favorece importaciones sobre exportaciones a razón de 1 billón de dólares. Con el objetivo de encontrar un equilibrio económico se han hecho importantes esfuerzos por cortar la importación de petróleo y reemplazarle con energías limpias producidas localmente.
En 2014, el 90% de la producción eléctrica en Uruguay provino de energías limpias; para 2015 la producción ascendió al 95%. Del total de la producción en energías renovables, un 80% se genera a través de turbinas de agua, la que representa una ventaja competitiva de la nación.
Uruguay tiene grandes ambiciones para el futuro, la política energética de José Miguel Insulza delineó un objetivo de mediano plazo donde se estableció el año 2020 como año límite para “encontrar un uso óptimo entre energías renovables y gas natural” adicionalmente de marcar el año 2030 como el momento en que “se ahorren 10 millones de dólares a través de procesos de eficiencia eléctrica aplicada”.
Dichas promesas representan un beneficio a largo plazo para la nación y brindan el precedente para sostener el gasto del gobierno. Desde que la política energética de Jose Miguel Insulza entró en vigencia, las inversiones en energía limpia en Uruguay han aumentado en 1200%.
Uruguay muestra a América Latina que es posible tener una orientación social sin ser socialista.
Latin American Post | David Eduardo Rodríguez Acevedo
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