AMÉRICAS

El crimen en Ciudad de México sacude su imagen de refugio seguro

Un doble asesinato a plena luz del día en una calle de Ciudad de México—captado en un escalofriante video de vigilancia—ha hecho trizas el preciado aura de seguridad de la capital. Las autoridades ahora se apresuran a tranquilizar a residentes, inversionistas y turistas: la metrópolis sigue siendo un refugio en un país marcado por la guerra del narco.

Ola de conmoción en una mañana cualquiera

El semáforo en Metro Copilco acababa de cambiar a verde cuando un hombre armado salió de la acera, levantó su pistola y vació el cargador a través del parabrisas de una SUV negra. Dentro estaban Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos de la futura alcaldesa Clara Brugada. El agresor se desvaneció entre la multitud antes de que alguien pudiera gritar. En cuestión de horas, el video de seguridad llegó a los reporteros de Reuters, su fría claridad destrozando cualquier ilusión de que la clase política de Ciudad de México goza de inmunidad frente a la violencia que azota al resto del país.

El tráfico comenzaba a congestionarse en Calzada de Tlalpan cuando un Audi Q2 se detuvo junto a la banqueta. Dentro estaba Ximena Guzmán, de 42 años, secretaria particular de la jefa de Gobierno de la capital. Segundos después, José “Pepe” Muñoz, asesor de confianza en política pública, se acercó desde la acera a la puerta del pasajero. En ese preciso momento, un sicario con casco—vestido completamente de blanco—emergió desde la esquina de la calle Napoleón. El video de las cámaras de seguridad lo muestra disparando a quemarropa a través del parabrisas: primero a Muñoz, luego a Guzmán, antes de alejarse trotando con calma y perderse entre los transeúntes matutinos.

Testigos aseguran que todo el ataque duró menos de 30 segundos. Ambas víctimas murieron en el lugar. Según un comunicado de la alcaldesa Brugada en X (antes Twitter), al menos un cómplice esperaba en una motocicleta; juntos desaparecieron entre el laberinto del tráfico citadino. En minutos, las sirenas retumbaron por Tlalpan—una de las principales arterias que conecta el sur con el centro histórico—y los investigadores comenzaron a revisar las cámaras de seguridad cercanas en busca de pistas.

“No habrá impunidad”

La noticia se propagó con rapidez en redes sociales. Clara Brugada, visiblemente afectada, prometió que “los responsables serán detenidos y tendrán que enfrentar la justicia”. Menos de una hora después, la presidenta Claudia Sheinbaum, en su conferencia matutina, ordenó al jefe de seguridad federal, Omar García Harfuch, que involucrara al Centro Nacional de Inteligencia, el Ejército y la Marina. “Todo lo necesario”, dijo Sheinbaum, “para llegar al fondo de esto”.

El caso tiene implicaciones profundamente personales. Hace cinco años, el propio García Harfuch sobrevivió a un atentado en Paseo de la Reforma que mató a dos escoltas y a un transeúnte. Aquel ataque fue atribuido al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la misma organización que, según analistas, podría estar mostrando músculo de nuevo. Aunque las autoridades no han identificado sospechosos, la precisión quirúrgica del crimen recuerda los métodos característicos del CJNG.

Durante décadas, la capital se vendió como una burbuja protectora—caótica y bulliciosa, sí, pero notablemente más segura que estados como Guanajuato o Michoacán. Los mapas de homicidios de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito confirmaban esa narrativa: 30,000 asesinatos en todo México durante 2023, pero solo una mínima fracción en la Ciudad de México. El ataque de mayo reescribió esa historia en nueve segundos. Un ejecutivo bancario, que pidió el anonimato, dijo a Reuters que ahora viaja con un segundo vehículo blindado como señuelo: “No me puedo permitir averiguar si esto fue un hecho aislado o un mensaje”.

Grietas en la armadura de la capital

Es cierto que la tasa de homicidios en Ciudad de México ha caído casi un 50 % desde 2019, una estadística que la entonces alcaldesa Claudia Sheinbaum repetía como mantra en su campaña presidencial. Pero expertos en seguridad—como David Shirk, de la Universidad de San Diego—advierten que los cárteles rara vez abandonan centros lucrativos; simplemente operan con más sigilo hasta que se les provoca. Tres analistas consultados por Reuters creen que el ataque lleva la firma del CJNG: preciso, público y con la intención de humillar. Minutos antes de que se dispararan las balas, la presidenta Sheinbaum presumía detenciones recientes en televisión en vivo.

Ni el Palacio Nacional ni el gobierno capitalino ofrecieron detalles, pero Brugada prometió que los asesinatos “no quedarán sin respuesta”. En privado, los investigadores admiten que el avance es lento: empresas fantasma ocultan los autos usados para escapar y los testigos temen represalias. Mientras tanto, las redes sociales se llenan de conjeturas: ¿Estamos ante una nueva disputa por territorio o fue una advertencia para mantener a raya a los políticos mientras la capital se prepara para el lucrativo Mundial de Fútbol 2026?

IG@somoscerebros

Comercio y turismo en alerta

Cada mes, más de 300,000 visitantes aterrizan en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, atraídos por mezcalerías independientes en la colonia Roma, oficinas de coworking en Santa Fe, y la promesa—difundida durante años por El Universal y La Jornada—de que “CDMX” es la megaciudad más segura de América Latina. Los hoteleros temen que el video de vigilancia pueda arruinar años de esfuerzo de marca en un solo loop viral.

La extorsión ya acecha a los barrios bohemios. Restauranteros contaron a Reuters, en voz baja, sobre pagos semanales de “renta” que deslizan bajo el mostrador para evitar ventanas rotas o una granada lanzada al cerrar. Fernando Ortega, cuya empresa instala paneles blindados a la medida en SUVs familiares, dice que los pedidos se han triplicado desde el tiroteo en Copilco: sus clientes ahora incluyen pediatras y startups tecnológicas, no solo CEOs.

Con cada dólar turístico aumentan las apuestas. Analistas advierten que si se deteriora la percepción antes del Mundial, Ciudad de México podría perder su oportunidad de proyectarse como una alternativa cosmopolita a Miami o Madrid—divisas que podrían financiar empleos locales y programas sociales.

Equilibrar la espada y el escudo

La alcaldesa Brugada enfrenta una vieja paradoja mexicana: si reprime con fuerza, los cárteles responden; si hace poco, se afianzan. Los quince años de “guerra contra el narco” del gobierno federal demostraron que las redadas agresivas pueden dispersar a los grupos criminales hacia nuevos territorios, a veces hasta los núcleos urbanos. Pero el silencio también impone su sitio—una nota de extorsión a la vez.

El consultor en seguridad David Saucedo lo resume sin rodeos: “Si muestras fuerza, hay sangre; si muestras debilidad, pierdes la ciudad”. Brugada ha ordenado auditorías forenses a unidades policiales largamente sospechadas de trabajar para el narco y, al mismo tiempo, ha expandido discretamente la vigilancia vecinal y los fondos de protección a testigos. Su éxito dependerá de si las detenciones se basan en pruebas y no en titulares, evitando la espiral de represalias que ha convertido a otras regiones en campos de batalla.

Para residentes como Ana Pulido, bibliotecaria universitaria, el cálculo es inmediato. Aún viaja en Metro, pero ahora se recarga en las columnas del andén, atenta a cualquier alteración repentina. “Sobreviví al terremoto del 85”, dice. “Reconstruimos entonces; lo haremos otra vez. Pero ahora el suelo se siente inestable de otro modo”.

Ciudad de México ha sobrevivido antes a crisis—terremotos, pandemias, convulsiones políticas—y ha salido fortalecida. Pero los asesinatos en Copilco perforan una narrativa en la que las autoridades se apoyaron durante años: que el tamaño y la sofisticación de la capital podían vencer al crimen organizado. Resolver el caso y evitar una repetición marcará la confianza de los inversionistas, la venta de boletos del Mundial y las decisiones cotidianas de millones de habitantes.

Lea Tambien: El vudú de Haití recupera protagonismo en medio de la agitación nacional

Por ahora, la SUV yace en un depósito vehicular, su parabrisas cuarteado como un recordatorio mudo de cuán rápido puede estallar un mito. Los residentes esperan el próximo mensaje: una detención silenciosa anunciada al amanecer, o una nueva erupción que obligue a redibujar, otra vez, el mapa de seguridad de la ciudad. Mientras tanto, Ciudad de México sigue su marcha con cautela—vendedores ambulantes sirven tacos al pastor bajo las cámaras de seguridad, los rascacielos zumban. En paralelo, las salas de juntas discuten nuevos presupuestos de seguridad y los trenes del Metro siguen retumbando por el sitio donde dos servidores públicos perdieron la vida, marcando el momento en que la burbuja estalló.

Related Articles

Botón volver arriba