Nuevo paradigma, nuevos desafíos: ¿cómo solucionamos la contaminación por plásticos?
La contaminación por plásticos crece a un ritmo alarmante con graves consecuencias sobre nuestra salud, los ecosistemas naturales y el cambio climático. ¿Cuáles son algunos de los proyectos para solucionar los efectos negativos de los desechos plásticos?.
Foto: Pixabay
LatinAmerican Post | María Fernanda Camisay
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Ya sea en el hogar, la oficina o la tienda comercial del barrio, los plásticos constituyen una parte integral de nuestro día a día. Sin ser conscientes de ello, utilizamos en forma cotidiana una gran cantidad de objetos hechos de este material extraordinariamente maleable, duradero y versátil. Luego de 70 años de producción a gran escala, los plásticos han invadido distintas áreas de la vida humana, proporcionando beneficios importantes, así como también muchos inconvenientes.
Según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), producimos el doble de residuos plásticos que dos décadas atrás y se estima que triplicaremos los valores actuales para el año 2060. Material de embalaje, botellas de bebidas, bolsas y cubiertos descartables, son solo algunos de los formatos más comunes de plásticos que se emplean pocas veces y se desechan. Reciclarlos no es sencillo ni lo habitual. En efecto, buena parte de ellos, terminan en vertederos, se incineran o peor aún, se filtran al medio ambiente.
Viviendo en un mundo plástico
No existe ningún lugar remoto e inaccesible del planeta donde no haya plástico. Desde las fosas más profundas y oscuras de los océanos hasta las montañas más altas y remotas contienen porciones pequeñas de este material. Millones de toneladas de plásticos inundan los ecosistemas terrestres y acuáticos del planeta, alterando los hábitats allí presentes y ocasionando daños a la vida silvestre. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a los plásticos como “la fracción más grande, dañina y persistente que representa, al menos, un 85 % del total de los desechos que hay en los océanos”.
Dado que la salud ambiental guarda estrecha relación con la salud humana, este tipo de contaminación implica un verdadero riesgo para los seres humanos. Investigaciones recientes señalan que respiramos plásticos a través del aire, los consumimos a través de los alimentos y el agua, e incluso, los absorbemos por la piel. Aunque todavía se desconocen los efectos de su exposición, se cree que podrían tener consecuencias negativas sobre las funciones hormonales, metabólicas, neurológicas y reproductivas.
La envergadura de este problema no conoce ni respeta límites. Se trata de una crisis ambiental que afecta al mundo entero y que, por lo tanto, requiere un abordaje internacional. En este contexto de urgencia, a principios de marzo del corriente año, se reunieron los máximos referentes de la Asamblea de las Naciones Unidas (ONU) para el Medio Ambiente, principal organismo de las decisiones ambientales del planeta, y aprobaron una resolución histórica para hacer frente a la contaminación por plásticos. Este dictamen, que promete ser el camino oficial a soluciones definitivas, busca adoptar una economía circular. Es decir, intervenir en el ciclo de vida completo del plástico, incluyendo su producción, diseño, reciclado y eliminación, mediante la aplicación de un paquete amplio de estrategias. A continuación, te comentamos algunos de los proyectos que podrían ayudar a superar la pandemia del plástico.
Reducir la producción de plástico y su consumo
El objetivo principal consiste en favorecer una transición alejada de los plásticos de corta duración, por ejemplo los envases y artículos descartables. Estos productos se desarrollan a partir de materiales de baja calidad, destinados a ser desechados tras su primer uso, por lo que no se reutilizan. Igualmente, se reciclan poco debido a limitaciones técnicas y económicas.
Más que una disminución del consumo general, esta intervención pretende la eliminación de los plásticos innecesarios y completamente evitables, como asimismo, el cambio hacia productos y servicios que promuevan la reutilización. Por un lado, están aquellas alternativas que invitan a hacer pequeños cambios al consumidor, bien sea, el empleo de bolsas de tela para compras o de vasos térmicos para bebidas calientes. Y por el otro, aquellas que obligan a las empresas a innovar en sus modos de prestar utilidades, como cápsulas concentradas o servicios de suscripción que despachan productos en envases reutilizables y retornables.
Sustituir plástico por materiales eco-amigables
Los plásticos contaminan cuando se producen a partir de derivados del petróleo, liberando subproductos tóxicos a la atmósfera. Y, luego que se emplean, vuelven a contaminar. La gran mayoría de los desechos plásticos no son biodegradables y demoran cientos de años en descomponerse. Aún reciclando o incinerándolos, aumentan las emisiones de gases de efectos invernadero. Por esta razón, cuanto más plástico se fabrica, más combustible fósil se precisa y más se intensifica el cambio climático.
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En la búsqueda de materiales sustitutos, los bioplásticos se postulan como una opción prometedora. A diferencia del plástico sintético, los insumos no proceden de fuentes fósiles, sino que derivan de recursos renovables, como las plantas, algas o desechos orgánicos. Y, por lo general, se degradan más rápidamente. Sin embargo, su uso requiere cierta infraestructura, investigación y concientización ciudadana para que sus efectos no sean igual de dañinos que los plásticos convencionales.
Aumentar la eficiencia del reciclado de plástico
Actualmente, el sistema de reciclado de plásticos no alcanza su potencial, así lo afirma la OCDE en su informe anual. Y advierte que “a nivel mundial, el 15 % de los residuos plásticos se recolectan con fines de reciclado, pero solo el 9 % se recicla con éxito”.
Ciertamente, el reciclaje mecánico tiene sus limitaciones y aplica solo para algunos plásticos. Se requieren de nuevas tecnologías de reconversión que utilicen agentes o procesos químicos para degradar los plásticos y transformarlos en componentes básicos, creando así otros plásticos o materiales.
A pesar de que la conversión química está en etapas tempranas, los resultados preliminares de diversos estudios demuestran la factibilidad de la utilización de microorganismos seleccionados y aislados de sus hábitats naturales (como, por ejemplo, de los intestinos de supergusanos “comeplásticos”). Asimismo, el empleo de biocatalizadores o enzimas para descomponer aquellos plásticos que no puede ser reducidos, sustituidos o reciclados mecánicamente.
El desafío es grande, pero hay razones para ser optimistas. Según la ONU, “un cambio hacia una economía circular puede reducir el volumen del plástico que llega a los océanos en más de un 80 % para el 2040”. Solo se requiere el compromiso de todos.