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Bolivia honra las tradiciones andinas con la celebración del solsticio de verano

Una animada celebración dio la bienvenida al nuevo ciclo agrícola durante el solsticio de verano en las hermosas montañas de La Paz, Bolivia. Rituales ancestrales, música tradicional y ofrendas a los dioses andinos llenaron el evento, reflejando un fuerte vínculo con la tierra y un esperanzador deseo de lluvia y abundancia.

Un sitio sagrado para un tiempo sagrado

Las festividades se llevaron a cabo en Laikakota, una colina impregnada de tradición andina cuyo nombre en aymara significa “lago de los hechiceros”. Antiguamente un lugar sagrado y hoy un icónico parque y mirador en La Paz, Laikakota fue el escenario ideal para este evento.

Liderada por la organización cultural Comunidad de la Vida, con el apoyo de las autoridades locales, la celebración honró el solsticio, que en la cosmovisión andina es un momento crucial. “El 21 de diciembre es un día especial para el mundo andino”, explicó el sociólogo David Mendoza a Smithsonian. “Es el Qhapaq Inti Raymi Killa, o el Festival del Sol y la Luna, que abre una puerta al Jallu Pacha—un tiempo de lluvia y cuidado de los cultivos.”

La lluvia se vuelve fundamental para la germinación de semillas en esta época de transición, marcando la importancia del solsticio en el calendario agrícola. Para las comunidades andinas, este periodo vincula los movimientos de la naturaleza con el mundo espiritual, destacando cómo la vida está interconectada.

Una conexión histórica con Alasita

La celebración del solsticio también puso énfasis en el festival de Alasita de Bolivia, una tradición cultural reconocida por la UNESCO que consiste en ofrendas en miniatura. Inicialmente celebrado el 21 de diciembre, Alasita tiene lugar el 24 de enero, un cambio atribuido a influencias coloniales españolas. “Alasita significa ‘cómprame’ en aymara y representa una de las tradiciones más antiguas de la cultura andina”, señaló Mendoza. “El festival honraba el solsticio de verano con ofrendas en miniatura a deidades andinas como las illas e ispallas, que simbolizan productos agrícolas y animales.”

Esta antigua tradición fue alterada en 1783 cuando Sebastián Segurola, entonces gobernador de La Paz, cambió la fecha a enero para conmemorar una victoria colonial sobre un levantamiento indígena y vincular la celebración a la Virgen de Nuestra Señora de La Paz. A pesar de esta interrupción histórica, la esencia de Alasita sigue viva en las comunidades rurales andinas, preservando su significado espiritual.

Rituales y música en Laikakota

La celebración en Laikakota comenzó temprano en el día, resonando con los sonidos de la música andina. Músicos rurales del Altiplano tocaron instrumentos tradicionales como los mohoceños y zampoñas, mientras los bailarines rodeaban ofrendas de illas e impalas.

Al mediodía, los amautas aymaras—líderes espirituales o sabios—realizaron un ritual para dar la bienvenida al solsticio. Buscaron permiso de las deidades andinas para ofrecer alcohol, incienso y hojas de coca. Cantando oraciones en aymara y soplando caracolas, los amautas pidieron lluvia para nutrir la tierra y bendijeron a los asistentes con rituales tradicionales. “La ceremonia en Laikakota tiene un significado especial”, compartió Mendoza. “Tiene una energía intensa, con vistas impresionantes de La Paz y el imponente Illimani, el espíritu guardián de la ciudad.”

El evento mostró un renacimiento de las tradiciones andinas, combinando actividades culturales modernas con creencias ancestrales. Artesanos se unieron, mostrando artesanías en miniatura para el próximo festival de Alasita y explorando el rico patrimonio de Bolivia.

Uniendo tradición y modernidad

La celebración del solsticio en Laikakota resaltó los esfuerzos de Bolivia por preservar y respetar sus tradiciones culturales indígenas. Estos eventos muestran el vínculo duradero entre la naturaleza y la espiritualidad en las costumbres andinas.

Para muchos, revivir estos rituales en diciembre refleja un fuerte deseo de reconectar con las raíces culturales de Bolivia. “En algunas áreas rurales, esta celebración de diciembre aún está viva”, comentó Mendoza. “Es bonito ver que también está sucediendo en ciudades como La Paz.”

Los sonidos de flautas y tambores andinos llenaron el aire. La gente sintió unidad y renovación. Al poner en primer plano las antiguas costumbres, Bolivia reafirma su identidad y ayuda a que sus ricas tradiciones inspiren a futuras generaciones.

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La celebración en Laikakota no solo trató del solsticio; mostró la cultura de Bolivia, mezclando historia, espiritualidad y modernidad en una poderosa demostración de patrimonio.

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