VIDA

El Misterio Congelado de Argentina: El destino sin resolver de la Dra. Janet Johnson

Este reportaje de crimen real desentraña la inquietante historia de la Dra. Janet Johnson, una escaladora experimentada que desapareció en el Monte Aconcagua, en Argentina. ¿Fue simplemente una víctima de las brutales condiciones de la montaña o sucedió algo mucho más siniestro? Investigamos.


Un desafío imponente en los Andes argentinos

El Monte Aconcagua, que se eleva a imponentes 6.961 metros, es la cumbre más alta de los Andes y la cima más elevada fuera de Asia. Ubicado en la provincia argentina de Mendoza, atrae a aventureros de todo el mundo. Muchos optan por la llamada “ruta normal” en la cara norte, un camino célebre por su relativa sencillez técnica—tanto que Aconcagua suele describirse como “la montaña no técnica más alta del mundo”. Pero esa idea de “facilidad” es peligrosamente engañosa: el frío extremo, los vientos intensos, las altitudes demoledoras y la sequedad implacable de la montaña provocan muertes cada año.

La montaña tiene fama de ser un ascenso sin muchas complicaciones, pero las estadísticas revelan una realidad más grave. Las autoridades argentinas han impuesto normas estrictas para reducir los accidentes y las evacuaciones. Aún así, Aconcagua presenta una tasa de mortalidad preocupante. Lograr el equilibrio perfecto entre audacia y precaución es todo un reto. Incluso los escaladores más experimentados deben mostrar respeto.

Décadas de ascensos documentados refuerzan su reputación temible. Intentos tempranos en el siglo XIX resaltan lo impredecible del Aconcagua. Desde el alpinista alemán Paul Güssfeldt, que alcanzó más de 6.600 metros en 1883, hasta la expedición francesa de 1954 que trazó una de las rutas más peligrosas por la cara sur, estas historias reflejan un consenso: la altitud, el clima impredeciblemente frío y el desgaste psicológico pueden conjugarse en situaciones mortales.

Aun así, ninguna de esas tragedias o ascensos dramáticos capturó el misterio que surgió con el caso de la Dra. Janet Johnson en 1973. Su desaparición—y la posterior recuperación de su cuerpo en circunstancias sospechosas—desató una oleada de especulaciones: ¿fue víctima exclusiva de la montaña o hubo un giro mucho más oscuro?


La vida misteriosa de la Dra. Janet Johnson

Nacida en Minneapolis, Minnesota, el 30 de noviembre de 1936, Janet Johnson creció con padres adoptivos que esperaban para ella una vida tradicional. Sin embargo, Janet encontró sus verdaderas pasiones en otros lugares: la educación, la aventura y la libertad del montañismo de gran altitud. Cuando sus padres descubrieron que era lesbiana, intentaron “corregir” su orientación enviándola a un hospital, lo que llevó a Janet a romper por completo con su familia.

Para 1971, había obtenido un doctorado en Educación de la Universidad de Colorado. Ejercía como bibliotecaria en Denver, mientras dedicaba con fervor su tiempo libre a su verdadera pasión: escalar montañas. Su entusiasmo por las grandes altitudes era incansable—algunos decían que estaba impulsada por un deseo de demostrar su valía, especialmente en un mundo que subestimaba a las mujeres escaladoras y marginaba a las personas LGBTQ+. Se unió a varios clubes de montañismo, viajaba con frecuencia a cumbres en todo el mundo y documentaba sus aventuras con fotografías impresionantes.

Así que cuando un abogado y entusiasta del alpinismo llamado Cary Roy Defo anunció una expedición para enfrentar la ruta del Glaciar de los Polacos—la desafiante ascensión por el noreste del Aconcagua—Janet no lo dudó. Esta ruta, usada por primera vez por escaladores polacos en 1934, es empinada, cubierta de hielo y sujeta a un clima extremo. Es un reto formidable incluso para montañistas experimentados.

Creditos: Bill Eubank 1973


Una expedición llena de señales de alerta

El grupo de escaladores estaba compuesto por ocho personas, con Cary Defo como líder. Junto a la Dra. Janet Johnson estaban:

  • Bill Zeller: un agente de policía conocido por su buena forma física
  • Arnold McMillan: granjero lechero, de carácter fuerte
  • John Cooper: ingeniero de la NASA con experiencia en geología, Guardia Costera y buceo en aguas profundas
  • Bill Eubank: médico, un recurso vital en caso de enfermedad o lesión
  • Jim Petroski: profesional de la salud mental, útil para detectar signos de mal de altura o confusión
  • John Shelton: estudiante universitario con fluidez en español, esencial para coordinarse con su guía argentino
  • Miguel Alonso: guía local con experiencia previa en Aconcagua, aunque limitada en la cara del glaciar

Aunque Defo era considerado un alpinista experimentado, sus habilidades organizativas fueron cuestionadas. Algunos miembros participaron en caminatas de preparación previas, pero irónicamente, ni Janet ni John Cooper lo hicieron, por lo que la mayoría del grupo apenas los conocía al iniciar el viaje a Argentina en enero de 1973. La dinámica del equipo era precaria para una empresa que exigía coordinación extrema.

Iniciaron el ascenso el 20 de enero, estableciendo un campamento base a 4.100 metros. Desde allí, planificaron campamentos sucesivos a 4.700 m (Campamento 1), 5.500 m (Campamento 2) y 5.900 m (Campamento 3) antes del empuje final hacia la cumbre a 6.961 m. A los pocos días, surgieron fisuras en la preparación del equipo: algunos miembros, incluido el médico designado, Bill Eubank, sufrieron mal de altura. La moral se resintió, y varios, incluyendo a Defo, descendieron a menores altitudes por fatiga o enfermedad.

Cuando se organizó el intento final de cumbre, los “cuatro duros” decididos a continuar eran Janet Johnson, John Cooper, Bill Zeller y Arnold McMillan. Su guía, Miguel Alonso, y el resto del grupo estaban demasiado enfermos o debilitados para seguir. Avanzaron con pocas provisiones, planeando subir y regresar al Campamento 3 en menos de 24 horas.


El intento fatal de alcanzar la cumbre

Por supuesto, el ascenso no salió como lo habían previsto. El grupo subestimó la dificultad y distancia del Glaciar de los Polacos. El terreno complicado, los vientos violentos y las temperaturas descendentes los retrasaron considerablemente. Al llegar la noche, cavaron una improvisada cueva en la nieve para sobrevivir con refugio mínimo—mucho del equipo más pesado lo habían dejado atrás.

Al amanecer, John Cooper ya no aguantaba. Agotado y congelado, abandonó el intento y descendió solo. Reconocido por su sangre fría y pensamiento metódico, el ingeniero de la NASA se retiró mientras Zeller y McMillan continuaban con Janet, acercándose a la cima.

Según los testimonios posteriores de los hombres, algo salió mal durante el descenso. Janet, supuestamente, se retrasó o desvió. Cuando Zeller y McMillan la encontraron, dijo: “No me hagan sufrir. Déjenme aquí y déjenme morir”. A esa altitud, con hipoxia, todo relato se vuelve incierto. Los dos admitieron estar desorientados, con alucinaciones y confusión.

Poco después, decidieron que McMillan iría solo a buscar ayuda, mientras Zeller se quedaba con Janet. McMillan resbaló y cayó 300 metros, pero sobrevivió con heridas leves. Logró alcanzar el Campamento 3. Mientras tanto, Zeller y Janet también cayeron y se separaron. Zeller se topó con un hallazgo impactante: el cuerpo congelado de John Cooper, sin señales traumáticas visibles salvo una herida en la cabeza revelada más tarde por autopsia.

En lugar de regresar por Janet, Zeller siguió descendiendo solo al campamento, convencido de que ella “estaba mejor” y lo seguiría. Al amanecer, no había señales de Janet. Esa fue la última vez que se la vio con vida.

Credito: Janet Johnson


¿Fue asesinato o la montaña?

En un principio, las autoridades argentinas consideraron una operación de rescate, no una investigación criminal. Pero las versiones de los sobrevivientes no coincidían del todo. Cronologías conflictivas y detalles contradictorios generaron rumores entre la comunidad de montañistas. Cuando los investigadores inspeccionaron el glaciar, encontraron el cuerpo de Cooper. La autopsia reveló heridas desconcertantes: una perforación cerca del abdomen—posiblemente de un piolet—y un traumatismo craneal. La causa oficial fue contusiones cerebrales. ¿Cayó y se golpeó? ¿O alguien lo hirió accidentalmente en un momento de pánico?

Dos años después, en febrero de 1975, montañistas locales hallaron el cuerpo de Janet Johnson a solo 20 metros del lugar donde encontraron a Cooper. Una gran roca descansaba sobre su cuerpo, y su rostro tenía heridas severas. La autopsia indicó un traumatismo fatal en el cráneo. Aunque tales lesiones podrían explicarse por una caída, algunos investigadores consideraron extraño que terminara en una pendiente suave, y no en una ladera empinada tras una caída.

No se presentaron cargos penales—la inestabilidad política en Argentina pronto eclipsó el caso. Familiares, amigos y alpinistas quedaron atrapados en un mar de teorías:

  • Hipotermia y caídas accidentales: La explicación más simple sugiere que ambos sucumbieron al mal de altura, agotamiento o hipotermia. Las heridas podrían deberse a caídas incontroladas o impactos con el hielo.
  • Juego sucio en el aire enrarecido: Otros sospechan que hubo tensión o pánico que derivó en violencia. Algunas teorías conspirativas incluso mencionan animosidad hacia Janet por su orientación sexual o su actitud percibida como “egoísta” en la montaña.
  • Sobrevivientes desorientados: Zeller y McMillan, los últimos en ver a Janet, insistieron en que no estaban en condiciones físicas ni mentales para ayudarla o entender la gravedad de la situación. Creían que ella los alcanzaría, y que Cooper ya había llegado al campamento.

Más confusión surgió en 2020, cuando un grupo de montañistas encontró el equipo fotográfico de Janet Johnson—reliquias congeladas de la fatídica expedición. Se desarrollaron los rollos de película, pero solo revelaron imágenes escénicas de un grupo sonriente cerca de la cima: ninguna confesión, ningún conflicto, ningún indicio de tragedia.

Con el paso del tiempo, muchos de los protagonistas fallecieron. Cary Defo murió en un accidente de tránsito en 1975, Bill Zeller en 2003, Arnold McMillan en 2011 y el último sobreviviente, John Shelton, en noviembre de 2023. Ninguno dejó confesiones reveladoras, y la especulación persiste.


¿Muerte accidental o asesinato en el Aconcagua?

Las pruebas físicas son inconclusas y la postura oficial se mantiene en “accidente trágico”. Las versiones contradictorias y las dudas sobre las lesiones de Cooper y Johnson perpetúan el misterio. En un entorno tan letal como el Aconcagua, la línea entre un accidente y un posible crimen es peligrosamente delgada.

La historia de la Dra. Janet Johnson encarna los riesgos del alpinismo extremo, donde el mal de altura, el frío y la cohesión del grupo pueden determinar la vida o la muerte en cuestión de horas. Pero también ilustra cuán rápidamente surgen sospechas cuando la tragedia viene acompañada de recuerdos incompletos y heridas desconcertantes.

El Aconcagua, con su ruta “fácil”, ha sido durante años el objetivo de quienes buscan conquistar el punto más alto del hemisferio occidental. Pero su aislamiento y sus condiciones brutales siguen siendo grandes igualadores. En 1973, esa dura realidad chocó con el error humano—y quizás con algo mucho más siniestro.

A pesar de los esfuerzos forenses, los testimonios y el hallazgo inesperado de la cámara de Janet, los últimos momentos de Janet Johnson y John Cooper permanecen envueltos en niebla. Muchos que examinan los hechos se hacen la misma pregunta: ¿fue la montaña la única culpable, o las decisiones humanas—y quizá la hostilidad—sellaron su destino?

Sea cual sea la causa real, solo cabe esperar que quienes se enfrentan a los límites en la poderosa cumbre argentina aprendan de esta tragedia. El respeto por la montaña, la honestidad entre compañeros y una preparación rigurosa pueden marcar la diferencia entre una historia de éxito y una tragedia sin resolver. Para la Dra. Janet Johnson, la respuesta definitiva yace perdida en los campos de nieve del Aconcagua.

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Aviso legal: Este artículo se basa en información pública, registros históricos y la especulación de expertos en crímenes reales. No se han alcanzado nuevas conclusiones legales más allá de las aquí descritas respecto a los hechos narrados.

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