El papel no contado de México en los viajes hacia la libertad sube al escenario en Mexodus

Bajo las luces del teatro Minetta Lane este septiembre, dos intérpretes evocarán un capítulo casi olvidado de la historia norteamericana: un Ferrocarril Subterráneo con rumbo al sur, acompañado en vivo por hip-hop, demostrando que las historias de migración pueden ser un acto de reivindicación y no de miedo.
Revirtiendo la narrativa fronteriza
Mexodus abre con la inversión de una imagen familiar: un joven adolescente negro que huye no hacia Canadá, sino cruzando la frontera sur hacia México. Nygel Robinson interpreta a Henry, el fugitivo cuya búsqueda de libertad es el eje de la obra. Brian Quijada, quien coescribió la pieza, interpreta a Carlos, un mexicano que le ofrece refugio.
Su encuentro se desarrolla en un clima contemporáneo donde rara vez se habla de la migración hacia el sur y donde “México” es más a menudo un punto de fricción política que un lugar de asilo. Para el director David Mendizábal, esa inversión es precisamente el objetivo. “Es una contra-narrativa frente a las historias horribles y las mentiras que escuchamos”, dijo a EFE. “Recuerda al público lo que los migrantes tienen para ofrecer, y que el movimiento de personas siempre ha sido más complicado que los titulares simplistas.”
El guion es breve pero profundo, situando la relación entre Henry y Carlos frente a la retórica actual sobre deportaciones, redadas y miedo. Invita al público a imaginar un cruce fronterizo distinto: uno definido por el reconocimiento mutuo y no por la sospecha.
La música como segundo guion
El mundo de Mexodus se construye en tiempo real. Robinson y Quijada alternan entre más de una docena de instrumentos, alimentando sonidos a una estación de bucles RC-505 que superpone ritmos, armonías y texturas conforme avanza la función. La partitura salta del reguetón al hip-hop y a toques folclóricos, difuminando las líneas culturales al igual que lo hace la historia.
Cada bucle tiene peso narrativo: el pulso de una persecución, el ritmo vacilante de una nueva confianza, el bullicio de una ciudad mexicana llena de posibilidades. “No somos tan diferentes”, dijo Robinson en la presentación a la prensa, vestido de negro y con gafas de sol. “Todos comemos arroz, frijoles y pollo… solo lo sazonamos distinto. Si quitas lo que impone la sociedad, ves que vivimos bajo el mismo sistema, con los mismos problemas.”
Para Quijada —nacido en EE.UU. de padres salvadoreños que cruzaron por México— la música también es un puente personal. Contó a EFE que es “fácil” en el clima actual que las comunidades inmigrantes vivan con miedo, lo que hace aún más vital “extender la mano” a quienes todavía recorren el camino.
Un corredor olvidado que cobra vida
El origen del proyecto se remonta a 2017, cuando Quijada se topó con un artículo sobre afroamericanos esclavizados que escapaban hacia el sur, a México —un Ferrocarril Subterráneo que pocos libros de historia mencionan—. Lo compartió con Robinson y ambos se dieron cuenta de que habían encontrado una historia que ninguno había aprendido.
En lugar de convertir esa historia en una lección estática, la filtraron a través de la intimidad de dos personajes que aprenden a confiar el uno en el otro. La historia legal está presente —las leyes mexicanas del siglo XIX que ofrecían refugio a los antiguos esclavos—, pero el corazón de la pieza late en momentos más pequeños: un primer y cauteloso “sí”, una comida compartida, el silencio en el que se sopesa el riesgo frente a la esperanza.
Mendizábal dijo a EFE que anclar la obra en estos detalles vividos es clave para su relevancia. “Queremos que el público imagine el mundo del que quiere formar parte, y que vea que las decisiones que tomamos en el presente son parte de esa imaginación.” El estreno llega en una temporada en la que la migración se presenta con demasiada frecuencia como una amenaza, y cuando el arte tiene la oportunidad de recordar lo que está en juego a nivel humano.

De un escenario a muchos
Mexodus se estrena el 18 de septiembre y estará en cartelera hasta el 11 de octubre en el teatro Minetta Lane, un espacio off-Broadway lo bastante íntimo como para captar cada cambio de respiración, cada golpe introducido en la estación de bucles. Pero su vida no terminará allí. Audible lanzará una grabación completa como Audible Original, llevando la obra a aulas, salas de estar y auriculares muy lejos de Manhattan.
Esa accesibilidad refleja la filosofía de la obra. Si la narrativa del espectáculo trata de cruzar fronteras para encontrar un terreno común, su distribución busca cruzar los límites de quién puede acceder al teatro. Mendizábal espera que la grabación “tienda un puente” entre comunidades a menudo reducidas a caricaturas y públicos que podrían verlas de otra manera a través del arte.
Para Robinson, Quijada y Mendizábal, el objetivo es simple pero amplio: dar espacio a una versión de México en la imaginación estadounidense que sea vecino, refugio y colaborador. En la cercanía del Minetta Lane, esa visión se construirá un ritmo, una armonía y una historia compartida a la vez… y más tarde, en los auriculares, viajará mucho más lejos.
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Mexodus pide a su público algo más que aplausos. Les pide que reimaginen la frontera, que reconozcan cuánta historia vive más allá de los titulares, y que consideren qué tipo de cruce querrían hacer si los roles se invirtieran. Como dijo Robinson a EFE: “No somos tan diferentes”. El reto —y la oportunidad— es actuar como si lo creyéramos.