VIDA

El pueblo Guna de Panamá se traslada al continente y se esfuerza por salvar la cultura

El pueblo Guna de Gardi Sugdub, Panamá, se está reubicando debido al aumento del nivel del mar causado por el cambio climático, lo que los convierte en los primeros refugiados del país debido al cambio climático. Su traslado al continente subraya los desafíos de preservar el patrimonio cultural en medio de la agitación ambiental.

Un candado cuelga de las puertas de las casas en Gardi Sugdub, una isla caribeña de Panamá, lo que indica una partida que muchos esperaban que nunca llegara. El pueblo indígena Guna, que ha considerado esta isla su hogar durante más de un siglo, está empacando sus pertenencias mientras el aumento del nivel del mar y la superpoblación los obligan a irse. Esta semana, el pueblo Guna se convirtió en los primeros refugiados del cambio climático en Panamá, una señal inquietante del creciente impacto del calentamiento global en las comunidades vulnerables.

El archipiélago Guna Yala, que comprende 365 pequeñas islas, ha sido durante mucho tiempo un santuario para el pueblo Guna. Sin embargo, el aumento del nivel del mar, que según el gobierno panameño aumentará 0,27 metros para 2050 en un escenario optimista, está haciendo que estas islas sean inhabitables. Con las islas apenas por encima del nivel del mar, incluso los aumentos menores son catastróficos.

Ante estas terribles circunstancias, la comunidad Guna de Gardi Sugdub se está mudando a un barrio recién construido en el continente llamado Isberyala (la tierra de los nísperos). Este proyecto de $12,2 millones, financiado por el gobierno panameño, ha enfrentado retrasos pero finalmente abrió sus puertas la semana pasada. La reubicación oficial comenzó el lunes, marcando el fin de una era para los residentes de la isla.

Un nuevo comienzo

Gardi Sugdub ha estado lleno de actividad durante tres días mientras los barcos transportan a personas y sus pertenencias al continente. Los Guna cargan bolsas llenas de ropa, comida y hasta colchones con la ayuda de las autoridades panameñas. Sin embargo, en medio del caos de las mudanzas, una preocupación común resuena entre la gente: “¿Cómo viviremos allí?”.

Herculano Lombarto, un residente de 63 años, encarna esta incertidumbre. Planea dividir su tiempo entre la isla y el continente. Lombardo tiene un negocio en la isla y suministra comida y bebida a los barcos que transportan turistas. “Aquí la isla es económicamente activa gracias al turismo. A los negocios les va bien. Allá es nuevo y aún no es económicamente viable. Con el tiempo surgirán más negocios”, explica desde su silla frente al mar. Lombarto también planea construir una casa tradicional Guna con hojas de palma al lado de su nueva casa prefabricada.

La transición del mar al continente es drástica. El pueblo Guna se está mudando de hogares con servicios básicos limitados a otros con agua corriente y electricidad. Si bien esta mejora ofrece nuevas oportunidades, también supone un desafío para preservar sus costumbres ancestrales.

“La cultura es nuestra. Viene de nuestro interior. La transmitimos de generación en generación”, dice Melania Morris, de 90 años, vestida con la colorida mola, el traje tradicional de las mujeres Guna. Morris está decidido a mantener sus prácticas culturales y su cocina tradicional a pesar de la medida. El nuevo barrio de Isberyala se extiende por 14 hectáreas e incluye 300 viviendas, cada una con dos dormitorios, salón-comedor, baño y lavadero, diseñadas para albergar a más de 1.350 personas.

La comunidad también cuenta con una tradicional ‘casa quincha’ para las reuniones del congreso local para preservar sus costumbres. Sin embargo, a diferencia de la isla, la ausencia de un centro de salud genera preocupación entre los residentes, especialmente entre aquellos que atienden a personas mayores. Además, una escuela de unos 650 estudiantes ofrece un entorno educativo moderno en comparación con la escuela superpoblada y en ruinas de la isla.

Dalis Morris, hija de Melania y maestra en la isla, está entusiasmada con la nueva escuela, pero preocupada por enseñar a los niños a cruzar las calles de manera segura. Para solucionar este problema, organizaron un simulacro de cruce durante el traslado. “Los propios estudiantes quieren mudarse. Llevan años esperando. Allí hay espacios para jugar. Pero estos niños nacieron aquí. En su inocencia, no miran al cruzar la calle”, explica.

La superpoblación ha acelerado el éxodo de Gardi Sugdub. Las familias viven hacinadas en casas improvisadas de madera con techos de zinc. Las calles laberínticas de la isla y el desperdicio generalizado se suman a las terribles condiciones de vida. Los habitantes reconocen que las inundaciones han sido un problema desde “tiempos ancestrales”, pero la superpoblación ha exacerbado la situación. “La marea sube y baja como siempre, pero ahora empieza a inundarse más gradualmente y tardará años. Las casas se inundan cuando la marea alta coincide con las lluvias”, señala Lombarto.

La comunidad Guna de Gardi Sugdub inicialmente planeó mudarse al continente antes de que el gobierno lo formalizara. “Los Guna venimos de la tierra, no del mar. Aquí fuimos desplazados. Ahora volvemos a nuestros orígenes”, afirma Lombarto.

Cambio climático y desplazamiento indígena

La reubicación del pueblo Guna no es sólo su historia, sino parte de una narrativa más amplia de desplazamiento inducido por el clima que afecta a las comunidades indígenas de todo el mundo. Su experiencia subraya la necesidad urgente de una acción global sobre el cambio climático, a medida que el aumento del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos más frecuentes y severos y los ecosistemas cambiantes obligan a muchas comunidades a abandonar sus tierras ancestrales.

En América Latina, las comunidades indígenas han enfrentado varios desafíos, incluido el despojo de tierras, la erosión cultural y la marginación económica. La situación de los Guna pone de relieve la carga adicional del cambio climático, que exacerba las vulnerabilidades existentes y crea nuevas amenazas.

La participación del gobierno panameño en la construcción del barrio de Isberyala aborda significativamente el desplazamiento inducido por el clima. Sin embargo, los retrasos del proyecto reflejan problemas más amplios en la preparación y respuesta a desastres. La reubicación eficaz requiere infraestructura física y apoyo a la preservación cultural, la integración económica y los servicios sociales.

El apoyo y la cooperación internacionales no sólo son beneficiosos, sino cruciales para mitigar los impactos del cambio climático en las comunidades vulnerables. La situación del pueblo Guna subraya la necesidad de iniciativas globales para reducir las emisiones de carbono, brindar asistencia financiera para la adaptación y reconocer los derechos de los pueblos indígenas. Es una responsabilidad compartida garantizar una respuesta integral al cambio climático.

El futuro de Gardi Sugdub

El traslado a Isberyala significa una nueva era para el pueblo Guna de Gardi Sugdub. A pesar de los desafíos, esta transición también presenta oportunidades para mejorar las condiciones de vida y salvaguardar el patrimonio cultural. La resiliencia y adaptabilidad de la comunidad Guna son un testimonio de su fortaleza y nos inspiran con su capacidad para afrontar el cambio.

Para residentes como Herculano Lombarto, la mudanza es un regreso a sus raíces. “Los Guna vienen de la tierra”, subraya, deseando reencontrarse con sus orígenes ancestrales. A medida que se instalen en sus nuevos hogares, el pueblo Guna seguirá fortaleciéndose con sus ricas tradiciones culturales y vínculos comunitarios.

Preservar el patrimonio cultural

Preservar la cultura Guna es primordial en medio de la reubicación física. La nueva comunidad de Isberyala ha sido diseñada teniendo en mente la preservación cultural, incluidos espacios para prácticas y reuniones tradicionales. El desafío será mantener estas tradiciones en un nuevo entorno. Se están realizando esfuerzos para garantizar que las costumbres, el idioma y el estilo de vida de Guna sigan prosperando.

La determinación de Melania Morris de mantener viva su cocina tradicional y enseñar a la próxima generación su herencia es un rayo de esperanza. La presencia de una casa de congresos convencional (casa quincha) en Isberyala tiene como objetivo facilitar la continuación de la gobernanza y las prácticas culturales Guna. Los esfuerzos de la comunidad por integrar su estilo de vida tradicional en el nuevo entorno serán cruciales para su supervivencia cultural.

Establecer una escuela moderna en Isberyala ofrece a las generaciones más jóvenes mejores oportunidades educativas. Sin embargo, también introduce nuevos desafíos, como la adaptación a un estilo de vida y un entorno de aprendizaje diferentes. Maestros como Dalis Morris desempeñan un papel fundamental a la hora de cerrar la brecha entre lo antiguo y lo nuevo, garantizando que los niños conserven su identidad cultural y al mismo tiempo se beneficien de una infraestructura educativa mejorada.

El enfoque de la comunidad Guna en la educación refleja una tendencia más amplia en las comunidades indígenas de América Latina, donde la educación es fundamental para preservar el patrimonio cultural y promover las oportunidades socioeconómicas. La nueva escuela de Isberyala es más que un edificio; simboliza la esperanza para el futuro, combinando tradición con modernidad.

perspectiva internacional

La difícil situación del pueblo Guna resuena en las comunidades indígenas de todo el mundo que enfrentan amenazas similares por el cambio climático. Su historia destaca la necesidad de estrategias integrales que aborden los impactos ambientales y culturales. A medida que aumentan las temperaturas globales y el nivel del mar, la comunidad internacional debe reconocer y actuar sobre las vulnerabilidades únicas de las poblaciones indígenas.

La reubicación de los Guna es un microcosmos de la crisis climática más significativa, y enfatiza la importancia de soluciones sostenibles que priorizan los derechos humanos y la preservación cultural. Pide solidaridad y acción internacional para apoyar a las comunidades indígenas en su adaptación al cambio climático manteniendo al mismo tiempo sus identidades culturales.

El traslado del pueblo Guna a Isberyala no es sólo una reubicación física sino un viaje de preservación y adaptación cultural. Su resiliencia y compromiso con su herencia se pondrán a prueba a medida que naveguen por esta transición. El éxito de esta reubicación depende de la capacidad de la comunidad para integrar sus tradiciones en su nuevo entorno y del apoyo que reciba del gobierno y de los organismos internacionales.

Lea también: La lucha de los Guna contra el cambio climático en Panamá

La historia del pueblo Guna es un poderoso recordatorio de la dimensión humana del cambio climático. Subraya la necesidad de políticas y acciones que respeten y defiendan los derechos de las comunidades indígenas. Mientras el mundo lidia con los impactos del cambio climático, las experiencias del pueblo Guna ofrecen lecciones valiosas sobre resiliencia, adaptación y preservación cultural.

Su viaje es un testimonio de la fortaleza de las comunidades indígenas y un llamado a la acción para un futuro más inclusivo y sostenible.

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