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El puertorriqueño Chayanne reaviva el romance de España con el pop latino

Catorce años después de su última visita, Chayanne encendió a España con una actuación espectacular. Las entradas se agotaron en poco más de una hora y, como recompensa por tanta devoción, el cantante puertorriqueño bailó, cantó y compartió emociones sinceras sobre el escenario.

Un regreso triunfal a España

Un zumbido eléctrico recorría el Coliseum de A Coruña mucho antes de que comenzara el espectáculo. Amigos comparaban camisetas de giras pasadas, desconocidos intercambiaban anécdotas de la última vez que vieron a Chayanne y, de vez en cuando, alguien entonaba el estribillo de “Torero” para provocar la respuesta del público. Las luces se apagaron, pasó un segundo de silencio… y el escenario estalló en color: ahí estaba él, sonriendo de oreja a oreja, arrancando con “Bailemos otra vez”. Doce años se desvanecieron en un instante.

Chayanne recorría la pasarela de un lado al otro, rozando con los dedos las manos que se alzaban para tocarlo. “¡Esperamos demasiado tiempo, España!”, gritó, y diez mil voces rugieron al unísono. El mensaje era claro: una sola noche para recuperar una década.

Nacido como Elmer Figueroa de Arce, el tercero de cinco hermanos en el pequeño San Lorenzo, Puerto Rico, Chayanne probó por primera vez las luces del espectáculo con la boy band Los Chicos. Tras cinco discos, emprendió su carrera en solitario y convirtió su carisma juvenil en estatus de ídolo pop. Veinticuatro álbumes, 50 millones de discos vendidos, papeles en telenovelas, una película de baile en Hollywood junto a Vanessa Williams… y, aun así, se presenta como si fuera el nuevo del show de talentos.

Fuera del escenario, canaliza esa energía en labores benéficas—desde la Cruz Roja hasta Make-A-Wish—ganándose la reputación de ser esa rara superestrella que recuerda cada apretón de manos.

Una noche de éxitos y emociones sinceras

El repertorio fue como hojear un viejo casete. “Salomé”, “Boom Boom”, “El centro de mi corazón”: cada introducción provocaba una ovación más fuerte que la anterior. A mitad del show, se apoyó en el micrófono y bromeó con el público por “olvidarse” de él. Luego confesó que siempre había tenido a España marcada con un corazón.

Cuando la banda cambió a guitarras acústicas, el Coliseum cayó casi en silencio. “Yo te amo”, “Volver a nacer” y “Tu pirata soy yo” flotaban como nanas, mientras las luces de los móviles se mecían en lugar de velas. El silencio decía tanto como los aplausos: este hombre podía dominar una arena con apenas un susurro.

Con la nostalgia ya atendida, Chayanne mostró lo que viene. Sus nuevos sencillos “Te amo y punto” y “Bailemos otra vez” encajaron con naturalidad entre los clásicos, demostrando que aún tiene mucho que dar. Se acercó a las primeras filas con “Palo bonito” y “Fiesta en América”, intercambiando pasos de baile por clips que pronto estarían en las redes sociales.

En un momento, lanzó una pregunta íntima: si mañana no llegara, ¿a quién querrías a tu lado? La respuesta vino en forma de canción—“Si nos quedara poco tiempo”—y más de un fan secó una lágrima antes de que el ritmo volviera a levantar al público.

EFE/ Cabalar

Un final espectacular y una promesa

Último tramo: “Tiempo de vals”, “Bailando bachata”, “Un siglo sin ti”. Cañones de confeti listos. Todos sabían lo que venía—“Torero”—pero el primer acorde igual desató un salto colectivo que sacudió el suelo. Volaron serpentinas, el coro hizo temblar las vigas, y Chayanne, empapado de sudor y brillo, prometió que no pasarían otros doce años.

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Se encendieron las luces. La gente salió a la húmeda noche gallega con la voz ronca y el corazón rebobinado a días más jóvenes. Si el cantante cumple su promesa, el próximo reencuentro será más pronto; pero nadie dudaba de que difícilmente podría ser más dulce.

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