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El Renacimiento del Arte con IA en América Latina: Proteger la Creatividad, Abrazar la Innovación

Los innovadores en América Latina enfrentan una pregunta urgente: ¿la inteligencia artificial es una violación de su cultura o un cambio inevitable? En lugar de prohibir el arte generado con IA, muchos proponen establecer reglas firmes que promuevan la creatividad humana. Así, la tecnología se mantiene como una herramienta y no se convierte en la dueña de la creación.

Más Allá de la “Traición”: Aceptar el Auge Imparable de la IA

En un mundo cada vez más saturado de inteligencia artificial, pocos ámbitos han sentido su impacto disruptivo como el del arte. Los generadores de IA crean rápidamente obras complejas y de buena calidad en diseño, producción sonora y fotografía. Este desarrollo ha generado intensos debates. Algunos consideran estas prácticas como una traición a la creatividad genuina. Sin embargo, la historia muestra que prohibir la IA fracasaría tanto como lo hicieron los intentos de prohibir las cámaras digitales o las críticas iniciales contra la fotografía como sustituto de la pintura.

Una exposición en curso en el Hangar Photography Center de Bruselas lleva este debate al centro del escenario. Durante casi seis meses, el centro ha exhibido obras de 18 artistas que combinan herramientas de IA con imágenes históricas y comentarios sociales, reinventando eventos y figuras de formas fascinantes y, en ocasiones, inquietantes. La muestra fue considerada “una ruptura, incluso una traición”, según una declaración introductoria de la directora de Hangar, Delphine Dumont. No obstante, uno de sus curadores, Paul de La Marandais, no ve deslealtad en permitir que creaciones con IA ocupen las paredes de una institución fotográfica. En una entrevista con EFE, enfatizó que estas obras siguen siendo expresiones artísticas, ya que los creadores utilizan la IA para comunicar ideas, no para reemplazar su visión.

Estos sentimientos resuenan en América Latina, donde las formas artísticas híbridas han prosperado durante siglos. Nuevas herramientas creativas—desde cámaras de cine hasta plataformas digitales modernas—han despertado ciclos de desconfianza. Sin embargo, como sugiere De La Marandais, la solución no es prohibir el nuevo medio, sino considerar cómo la tecnología puede complementar el oficio existente. En lugar de etiquetar la IA como “traición”, es preferible establecer límites que preserven la chispa humana, asegurando que la máquina siga siendo un instrumento y no un amo.

Un Choque Familiar entre lo Antiguo y lo Nuevo

Al igual que el enfrentamiento del siglo XIX entre la pintura y la fotografía, el debate sobre el arte generado por IA refleja ansiedades culturales sobre la pérdida de métodos tradicionales. En América Latina, la expresión artística floreció donde el pasado y el presente se encontraron. Pinturas ceremoniales indígenas se mezclaron con temas católicos. Figuras destacadas como Diego Rivera apoyaron murales modernistas radicales. La creatividad de la región creció al absorber diversas influencias y refinarlas en algo nuevo.

La fotografía fue inicialmente despreciada por amenazar el oficio del pintor. Sin embargo, la pintura continuó desarrollándose con movimientos como el impresionismo, expresionismo y otros estilos modernos. Al mismo tiempo, la fotografía se consolidó como una forma de arte que capturaba realidades difíciles de expresar con pinceles. La IA genera temores similares hoy: algunos temen que su velocidad transforme el arte en simples resultados algorítmicos. Otros lo ven como una oportunidad para ampliar los horizontes creativos, dado que los artistas humanos aún controlan la conceptualización y curaduría.

La exposición en Hangar demuestra esta fusión. Desde recreaciones de fotografías icónicas como Muerte de un miliciano de Robert Capa, hasta escenas imaginadas del ascenso de Fidel Castro al poder, los visitantes presencian cómo la IA reordena elementos históricos en nuevas narrativas. De La Marandais señaló a EFE que estas obras “no son fotografías, porque no fueron tomadas por una cámara”, aunque están cargadas de significado. En el contexto latinoamericano, este fenómeno puede ayudar a “llenar vacíos” en las historias oficiales, arrojando luz sobre eventos ignorados o censurados—una aspiración poderosa en países que enfrentan los legados de dictaduras y la eliminación colonial de memorias.

Establecer Guías para Preservar la Humanidad

Prohibir completamente la IA es poco realista. El siguiente paso sensato es establecer directrices éticas claras para proteger las obras creativas auténticas. En América Latina, esta discusión es urgente. La región usa el arte frecuentemente para abordar problemas sociales, desde violaciones de derechos humanos hasta desigualdades sistémicas. La IA puede amplificar estas narrativas, pero también puede distorsionarlas o crear versiones falsas.

En vez de caer en el cinismo, muchos artistas y curadores promueven estándares estrictos que mantengan la agencia humana. Una propuesta es garantizar transparencia sobre cuándo interviene la IA, para que el público sepa hasta qué punto la máquina participó. Otra idea, según De La Marandais, es que si una imagen puede capturarse naturalmente con una cámara, “entonces hazlo con una cámara”, limitando así el uso de la IA a saltos creativos que la tecnología tradicional no puede lograr fácilmente. Esta ética preserva la autenticidad al tiempo que da la bienvenida a la innovación.

Otra salvaguarda clave es el reconocimiento de fuentes. Los modelos de IA suelen entrenarse con enormes bases de datos de imágenes, estilos y obras existentes. Acreditar esas influencias puede reducir conflictos éticos si un artista usa algoritmos que recopilan miles de ejemplos. Esto recuerda prácticas tradicionales donde el préstamo cultural era explícito: los artesanos, por ejemplo, reconocen técnicas ancestrales cuando los patrones indígenas aparecen en textiles modernos. Aplicar normas similares a la IA ayudaría a evitar un “lejano oeste” creativo donde se explotan datos sin reconocimiento.

Finalmente, centrarse en el arte con propósito puede reducir el sensacionalismo. Muchos creadores latinoamericanos tienen una tradición sólida de hacer arte que denuncia injusticias sociales, crisis ecológicas o busca recuperar memorias históricas. Incorporar estos principios en proyectos con IA puede garantizar que la tecnología amplifique el activismo en vez de trivializarlo. La artista brasileña Claudia Jaguaribe, presentada en la muestra del Hangar, utiliza IA para crear rostros en collage de mujeres olvidadas del pasado brasileño—presas políticas, abogadas y líderes guerrilleras—para que sus historias resuenen en el presente. Esto demuestra que la IA puede servir para recuperar historias, no para amenazar la creatividad genuina.

El Papel Guía de América Latina en el Arte con IA

El arte latinoamericano está en un punto de inflexión. La mezcla de culturas a lo largo de los siglos se encuentra con la llegada acelerada de la inteligencia artificial. Como recuerda la exposición en Hangar, “llenar los vacíos de la historia” puede ser una forma poderosa de desafiar narrativas oficiales y defender a comunidades marginadas. Pero con gran poder viene una gran responsabilidad. Artistas, curadores y sociedades deben decidir cómo la IA puede honrar la rica herencia de contar historias significativas en la región.

La discusión ya no es si la IA prosperará—inevitablemente lo hará. La verdadera cuestión es cómo moldear su uso para que el aporte humano siga siendo central. Censurar o intentar frenar la IA es tan inútil como lo fue prohibir la transición de la fotografía analógica a la digital. América Latina puede ser ejemplo de cómo adoptar medios contemporáneos sin abandonar los principios éticos. Entre estos se incluye etiquetar con claridad las obras creadas con inteligencia artificial y exigir responsabilidad en el uso de datos. El principio de que las decisiones deben seguir en manos humanas debe prevalecer.

Artistas visionarios ya están fusionando la IA con simbolismos indígenas en Brasil, Argentina, México, Colombia y más allá, creando expresiones contemporáneas que combinan lo moderno y lo ancestral. Su trabajo refleja una lección histórica recurrente: cada vez que aparece una “amenaza” a la tradición, la creatividad se reinventa, abre nuevos caminos y revela perspectivas frescas. Así como la pintura sobrevivió a la fotografía, la fotografía puede sobrevivir a la IA.

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¿Dónde nos deja esto? Tal vez con una renovada confianza en que el cambio en las artes es inevitable, pero no catastrófico. Un marco ético sólido que reconozca el papel de la tecnología sin opacar la voz humana puede asegurar que la IA siga siendo un instrumento de expresión, no una amenaza dominante. Y en una región culturalmente vibrante como América Latina—donde el arte siempre ha sido un vehículo de resiliencia, intercambio cultural y crítica social—este giro hacia un uso responsable de la IA podría abrir un nuevo y profundo capítulo en la expresión creativa.

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