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El Renacimiento del Vinilo en Bolivia Redescubre Discos Atemporales y Despierta la Nostalgia

En un modesto recinto de La Paz, un grupo de aficionados al vinilo está reviviendo valientemente una cultura discográfica boliviana que alguna vez fue olvidada. Música que desafía el tiempo, como la de The Beatles, Wara y otros, atrae a entusiastas de todas las generaciones, ofreciendo un viaje lleno de nostalgia.

Un Renacer que Atraviesa Generaciones

Aunque los discos de vinilo pueden parecer objetos antiguos, están viviendo un regreso triunfal en La Paz, Bolivia. Cerca de veinte coleccionistas apasionados han formado un grupo animado donde exhiben, venden e intercambian discos de distintas épocas. Ediciones originales de gigantes del rock como The Beatles, Led Zeppelin o AC/DC comparten espacio con baladistas españoles como Roberto Carlos y Camilo Sesto. Al mismo tiempo, talentos bolivianos muy queridos—como Wara, Climax y el guitarrista Alfredo Domínguez—también suenan en los tocadiscos. A pesar del avance de la tecnología digital, estos amantes de la música se mantienen firmes: el crujido de la aguja y la calidez del sonido analógico no tienen comparación.

El corazón de este fenómeno cultural es la “Feria del Vinilo”, una feria que se celebra desde hace más de una década en La Paz. En su edición más reciente, docenas de coleccionistas entregados llevaron cientos de discos cuidadosamente preservados, algunos producidos desde mediados del siglo XX. Los visitantes paseaban entre filas de puestos, hojeando carátulas icónicas mientras fragmentos musicales salían de tornamesas vintage. También se exhibían casetes, sumando otro toque de encanto retro.

Para Carlos Gonzales —quien reveló a EFE que ha acumulado 3.000 discos en 45 años—, el vinilo es más que un pasatiempo nostálgico: es una experiencia sensorial. “Colecciono desde muy joven”, dijo Gonzales a EFE. “No cambiaría el sonido de un tocadiscos por nada que puedas descargar en línea. Escuchar en casa, con parlantes, una tornamesa y un ecualizador… ese crujido de la aguja no tiene comparación”.

Sobre las mesas podían verse discos de 7 pulgadas a tan solo dos bolivianos (unos 30 centavos de dólar) y LPs raros que alcanzan hasta los 3.000 bolivianos (casi 434 dólares). Según el organizador de la feria, David Quelca, algunas joyas tienen un estatus casi mítico. “Muchos discos son usados, por lo que su estado influye en el precio”, comentó Quelca a EFE. “También depende de lo que busque la gente. Uno de los más buscados, escasos y caros es el álbum El Inca (1973) de Wara, una joya del rock progresivo boliviano”.

También hay clásicos económicos. Por ejemplo, el cantante español Julio Iglesias está al alcance de muchos debido a la gran cantidad de discos locales. Gracias a esta combinación de piezas costosas y opciones accesibles, los visitantes pueden explorar toda la diversidad del mundo del vinilo, ya sean coleccionistas veteranos o personas que recién se acercan al formato.

Joyas Memorables y Hallazgos Raros

Lo que más cautiva a los coleccionistas es la inmensa variedad de discos que se encuentran en Bolivia. Ediciones originales de bandas clásicas del rock conviven con leyendas de habla hispana como Sandro y Camilo Sesto. Incluso versiones “pirata” bicolores, que alguna vez fueron vistas como copias baratas, hoy gozan de nuevo prestigio; su rareza y sonido único pueden alcanzar altos precios.

Esta diversidad atrae también a los más jóvenes. Muchos llegan por curiosidad, pero se marchan con un renovado respeto. Fernando Hurtado, investigador y coleccionista que maneja una tienda de discos en La Paz, observa directamente este cambio. Explicó a EFE que, tras décadas de letargo, la cultura del vinilo en Bolivia ha resurgido con fuerza, atrayendo a adolescentes y jóvenes adultos que buscan una experiencia sonora auténtica. “El vinilo captura al oyente de una forma distinta”, dijo Hurtado. “Es todo el ritual: sacar el disco del sobre, colocar la aguja, escuchar ese leve crujido antes de que empiece la música. Los jóvenes quieren esa conexión tangible con la música”.

Una Historia Grabada en Vinilo

Desde una perspectiva histórica, las primeras grabaciones musicales de Bolivia datan de 1910. En ese entonces, la “Banda Republicana de París”, junto al tenor español Diego Segado, grabaron temas bolivianos en Francia. Entre 1910 y 1949, los artistas locales no tenían estudios en el país, por lo que debían viajar a Argentina, Chile o incluso a Estados Unidos. Esto significó que durante casi cuatro décadas, las grabaciones bolivianas fueron gestionadas por compañías extranjeras o bajo condiciones poco favorables.

No fue hasta los años 50 que Bolivia vio surgir su primer sello discográfico local, Discos Méndez. Ubicado en La Paz, pronto se expandió a la programación radial y presentaciones en vivo, plasmando actuaciones locales en vinilo. Intérpretes icónicos como Gladys Moreno, Raúl Shaw Moreno y Los Jairas alcanzaron reconocimiento nacional gracias a este sello. Incluso apareció Gilbert Favre, vinculado a la folclorista chilena Violeta Parra.

En los años 60, emergió Discolandia, marcando la transición de discos de gramófono a vinilos más duraderos. No pasó mucho tiempo antes de que copias locales de lanzamientos internacionales convivieran con producciones bolivianas. Esta época dorada continuó hasta 1997, cuando el vinilo fue desplazado por el entonces dominante CD. Durante un tiempo, los discos viejos quedaron olvidados en áticos o puestos de mercado.

El Pasado y Futuro de Bolivia en Vinilo

Avanzando hasta la década de 2010, un inesperado renacer global del vinilo también dejó huella en Bolivia. Aparecieron nuevas ediciones, y tocadiscos modernos—algunos con conexión USB—llegaron a las tiendas. Para los devotos del rock clásico, las baladas latinas o el folclore andino, el vinilo se convirtió en un puente entre generaciones. Padres, hijos y nietos se unieron en torno a los crujidos y estallidos ausentes en el audio digital.

Gonzales y Hurtado lideran este renacimiento organizando eventos para que principiantes aprendan a cuidar sus discos y descubran música atemporal. La feria no solo promueve el comercio, también mantiene viva una herencia cultural que comenzó hace más de un siglo.

Para una nación cuya herencia musical recorrió el mundo durante décadas, restaurar esta historia crea vínculos profundos. La historia de Bolivia cobra vida cuando la aguja cae sobre un disco antiguo. Aunque la producción de vinilos se redujo casi a cero en los años 90, una nueva ola de entusiasmo ha ayudado a revivirla entre las nuevas generaciones.

El organizador de la feria, David Quelca, ve un gran potencial de expansión. Sostiene que el vinilo representa una conexión física entre el legado musical y las tendencias actuales. El formato sigue cautivando a generaciones mediante eventos donde el rock boliviano se mezcla con íconos del pop internacional y legendarios cantautores que demuestran que los gustos evolucionan, pero el encanto del vinilo perdura. Quelca dijo a EFE que los coleccionistas veteranos han mantenido viva su pasión por el vinilo. Las audiencias jóvenes lo están descubriendo por primera vez. La experiencia va más allá de la música: cuando veo su emoción al escuchar un disco, sé que representa mucho más que sonido.

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El renacimiento del vinilo en Bolivia continúa en un local modesto de La Paz, donde los asistentes disfrutan de solos de guitarra y boleros intensos acompañados por el inconfundible sonido de una aguja sobre cera. Cada disco redescubierto renueva el legado musical del país y reúne a coleccionistas y oyentes nuevos por igual. El impacto de estos discos va más allá del pasado: refuerza el vínculo perdurable del vinilo con quienes valoran su esencia analógica.

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