La Neutralidad de Panamá: Un Tratado Histórico Enfrenta Desafíos Globales

Estados Unidos y Panamá están en desacuerdo por un nuevo memorando de seguridad que podría expandir la presencia militar estadounidense mediante ejercicios rotativos, lo que vuelve a plantear dudas sobre el Tratado de Neutralidad de 1977 que garantiza la soberanía panameña sobre el famoso canal.
Un Tratado Bajo la Lupa
El punto central de los recientes debates en Panamá ha sido el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente y Funcionamiento del Canal de Panamá, uno de los pilares de los históricos Acuerdos Torrijos-Carter de 1977. Este tratado garantiza que la vía fluvial de 82 kilómetros —que conecta los océanos Atlántico y Pacífico— permanezca abierta a todas las naciones bajo condiciones justas e igualitarias. Para muchos panameños, este “Tratado de Neutralidad” simboliza su autonomía duramente conseguida y la libertad tras un siglo de control estadounidense sobre el canal.
Sin embargo, un nuevo Memorando de Entendimiento sobre cooperación en seguridad ha generado controversia. Según este acuerdo, Estados Unidos aumentaría su presencia militar rotativa y no permanente para ejercicios de entrenamiento conjunto. Oficialmente, las autoridades panameñas, lideradas por el presidente José Raúl Mulino, insisten en que este acuerdo no viola el Tratado de Neutralidad. Señalan que no se establecerán bases ni guarniciones permanentes, un punto clave estipulado en los acuerdos de 1977, los cuales exigían el retiro total de las tropas estadounidenses para finales de 1999.
No obstante, los críticos se mantienen escépticos. Argumentan que incluso una presencia temporal de fuerzas estadounidenses infringe la soberanía de Panamá, especialmente considerando que funcionarios de Washington han expresado públicamente su interés en contrarrestar lo que denominan la influencia “maliciosa” de China en torno al canal. El hecho de que el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, haya realizado una visita histórica a Panamá en medio de crecientes tensiones entre EE.UU. y China solo ha incrementado la preocupación. Críticos en Panamá afirman que la firma del memorando transfiere territorio de valor estratégico. El canal tiene actualmente su mayor relevancia financiera.
El Legado de los Acuerdos Torrijos-Carter
Para comprender la importancia de estas preocupaciones, es necesario revisar nuevamente los tratados Torrijos-Carter. Firmados en 1977 por el presidente estadounidense Jimmy Carter y el jefe de Estado panameño Omar Torrijos, estos documentos tuvieron dos resultados principales. Primero, Panamá asumiría el control total del canal el 31 de diciembre de 1999, poniendo fin a casi un siglo de jurisdicción estadounidense. Segundo, el Tratado de Neutralidad —activado el 1 de octubre de 1979— garantizaba que en tiempos de paz y guerra, el canal debía permanecer abierto para todos los países sin discriminación.
En sus ocho artículos, Panamá se comprometió a salvaguardar la operación ininterrumpida del canal, prohibiendo que se convirtiera en un objetivo militar o en un instrumento partidista en conflictos externos. Un artículo prohíbe que cualquier potencia extranjera establezca instalaciones militares permanentes en suelo panameño una vez finalizado el régimen de la “Zona del Canal.” Sin embargo, otra cláusula otorga a buques de guerra y embarcaciones auxiliares de Estados Unidos y Panamá el derecho de “paso expedito”, en honor a sus papeles históricos en la construcción, mantenimiento y defensa del canal.
Surge entonces la pregunta: ¿en dónde encajan los ejercicios conjuntos de corto plazo dentro de este marco cuidadosamente equilibrado? El gobierno panameño afirma que ha recibido unidades estadounidenses para entrenamientos en el pasado sin contradecir el tratado. Desde que el país abolió su ejército en 1990, las fuerzas policiales especializadas han asumido funciones de defensa y lucha contra el narcotráfico, colaborando frecuentemente con Estados Unidos. Las autoridades mencionan al menos 20 acuerdos similares desde 1990, abarcando distintos programas de seguridad. No obstante, el alcance y la oportunidad del nuevo memorando —especialmente con la mención de Washington de recuperar una ventaja estratégica— han reavivado antiguos temores de influencia extranjera indebida.
Equilibrio Entre Seguridad y Soberanía
Aunque las tensiones han aumentado, los líderes panameños enfatizan que su compromiso último es preservar “la soberanía de los panameños y del canal,” como los mismos funcionarios estadounidenses reconocieron durante sus visitas al país. El canal sigue inequívocamente bajo control panameño, y el Tratado de Neutralidad continúa vigente. Portavoces panameños cuestionan las declaraciones hechas por ciertos funcionarios estadounidenses al regresar a su país, donde han mencionado “bases” o “tropas” en Panamá en términos más amplios que los utilizados en suelo panameño.
Observadores señalan que la retórica contradictoria podría deberse en parte a presiones políticas. Los funcionarios estadounidenses podrían estar moldeando narrativas internas para alinearse con las preocupaciones generales sobre el papel de Pekín en la infraestructura global, especialmente en puntos estratégicos como el canal. Como parte de los acuerdos de 1977, un “Protocolo de Neutralidad” invitó a todos los estados del mundo a reconocer y respetar la neutralidad del canal. Más de 40 naciones, incluida Taiwán, lo hicieron. China no lo firmó, lo que genera dudas sobre sus planes comerciales y estratégicos en la región.
El asunto va más allá de los detalles legales. Afecta la identidad de Panamá como estado independiente. El país recuperó su recurso más importante tras años de control extranjero. Muchos panameños recuerdan la extensa presencia militar estadounidense que persistió hasta la entrega final, y la sangrienta invasión de 1989 que derrocó al régimen de Manuel Noriega. Permanecen cautelosos ante cualquier acuerdo que pudiera reavivar el espectro de tropas extranjeras permanentes en suelo nacional.
Un grupo de panameños apoya la cooperación continua con Estados Unidos en iniciativas de defensa y lucha contra las drogas porque creen que esta colaboración mejora la seguridad marítima, lo cual protege el funcionamiento del canal. El canal es una pieza fundamental de la economía panameña, y cualquier interrupción operativa podría tener un efecto en cadena en las rutas comerciales globales.
El debate continúa, pero el Tratado de Neutralidad sigue siendo fundamental para la visión que tiene Panamá de sí misma. Además de su imponente construcción, el canal demuestra la posición internacional de Panamá y su historia de independencia. Ese simbolismo persiste, ya sea que se hable de buques de carga cruzando de un océano al otro o de unidades estadounidenses rotativas realizando ejercicios de entrenamiento.
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Al final, es probable que los panameños vigilen de cerca cómo su gobierno y Washington implementan el nuevo memorando de seguridad —si finalmente se concreta— para asegurar que el estatus orgulloso del canal como paso neutral se mantenga. Aunque los tratados puedan parecer técnicos en la superficie, tienen un peso emocional importante para las sociedades que aún luchan por superar historias coloniales y desigualdades de poder. Panamá enfrenta un equilibrio delicado. La cooperación en seguridad y la protección de la autodeterminación definen una experiencia compartida. Los países pequeños buscan maneras de manejar disputas con naciones poderosas. También luchan por mantener su valiosa autosuficiencia.