Conozca cómo las botellas pueden servir para viajar
Este coleccionista colombiano tiene 10.015 botellas de diferentes formas y tamaños, de todas partes del mundo, y Latin American Post hace un recorrido a través de ellas
Como para Emily Dickinson, poeta estadounidense, “Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro”, para José Fernando Escobar, ingeniero civil y coleccionista, no hay mejor nave que una botella.
José Fernando Escobar comenzó su colección de botellas hace 25 años cuando un primo de su novia, hoy su actual esposa, regresó de un viaje de Estados Unidos con una maleta llena botellitas las cuales regaló a todos los miembros de la familia, incluida su suegra. El ingeniero visitó la casa de su suegra y al ver las botellas le dijo: “¡Ay que botellas tan bonitas!”, entonces ella le obsequió las primeras botellitas para su colección.
Por otro lado, Escobar recordó que su hermano trabajaba como distribuidor de botellas miniaturas en la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA) y gracias a ese contacto, él comenzó a reunir más botellas.
Licores costosos y extraños
Actualmente, Escobar tiene 10.015 botellas en su colección que representan los licores típicos de cada país, por ejemplo: está una de sus botellas favoritas, el Ron Medellín veinte años. Por otra parte, están los licores más costosos como son los coñacs franceses: el Remy Martin Louis XIII y el Cambus Jubilee, estas botellitas pueden valer alrededor de los 900 dólares.
En la colección, además, sobresalen licores exóticos de Polonia y Holanda en cuyo interior hay hojuelas de oro o de plata; otros licores provenientes de algunos países de Indochina como Laos, Vietnam e incluso México contienen animales como serpientes, caballitos de mar, escorpiones, gusanos o anguilas. Estas culturas asocian las bebidas tradicionalmente con la potencia sexual y una mejor calidad de vida.
El valor está en viajar y conocer
Para este coleccionista colombiano, el valor de esta enorme recopilación reside en lo que significa para él: viajes y experiencias en otros lugares del planeta; conocimientos sobre lejanas y extrañas culturas; años de espera, así como el esfuerzo de familiares y amigos reunido en un catálogo exclusivo, quizá único en el mundo. “Yo lo que quiero tener en mi casa es una concentración del mundo. Esta es mi forma de conocer y viajar a través de las botellas”, explica Escobar.
Por esta razón, cuando las personas visitan la colección de botellas, descubren una maravillosa diversidad de formas, materiales, colores, olores, sabores y texturas que describen y representan numerosas regiones de la tierra, por ejemplo: el brandy de Jerez de España; los tequilas Uruapan y el Mezcal de México; los vodkas de Rusia, Ucrania y Polonia; los aguardientes de fruta de Francia, Alemania y Suiza; los Amaros de Italia; los Oportos de Portugal; los Amarettos con aromas y sabores agradables; las Ascetas de los países nórdicos como Holanda, Dinamarca, Noruega y Finlandia, que son licores con un alto grado de alcohol y de los cuales se dice que, al tomarse uno de ellos, Van Gogh se cortó la oreja.
Licores en América
Esta colección también incluye licores tradicionales de América, uno de ellos muy apreciado por Escobar es La Conquista del Paraíso de Venezuela del año 1492, una botellita hecha en cerámica de la cual sólo quedan tres muestras en el mundo. Así mismo sobresalen el whisky Anderson de Estados Unidos de 1893; los vinos y rones de Cuba, Honduras, Aruba, Bon Aire, Salvador, Chile y Argentina. Los aguardientes de caña de azúcar, por ejemplo: la Cachaza que se hace en Brasil y otros tipos de aguardientes en Colombia, México y Ecuador. Los aguardientes de uva como el Pisco que se producen en Chile y Perú.
Un museo en la casa
En su casa, en la Estrella, Antioquia, José Fernando Escobar ha creado una especie de museo, para conservar a lo largo del tiempo su gran colección de botellas miniatura, que protege de la luz solar a una temperatura que está por debajo de los 24 grados y cuya humedad relativa no debe superar el 65 %. De este modo, el coleccionista viaja a través de las botellas, atesorando y cumpliendo sus deseos, similar al cuento de “La lámpara de Aladino”, toda botella nos revelará un genio, una historia, una cultura o un secreto.
Latin American Post | Claudia Patricia Acosta Aguilar
Copy edited by Laura Rocha Rueda