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Eduardo Guerrero: El flamenco regresa a Colombia

Eduardo Guerrero, bailaor flamenco, regresó directamente desde España para ofrecerle al público capitalino un espectáculo de primera. ¡LatinAmerican Post estuvo allí!

LatinAmerican Post | Ana Aray

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Después de dos años de pandemia, la vida del teatro nos devuelve la esperanza de que la vida regresa a la “normalidad”. El pasado 2 de Abril, el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo abrió sus puertas para los amantes del flamenco. Directamente desde España, Eduardo Guerrero, bailaor flamenco, se presentó en la capital colombiana con su más reciente espectáculo “Sombra Efimera II” (2019). Se trata de una puesta en escena que no sigue estructura narrativa ni progresión lineal, que es construida desde una serie de episodios, acompañados por múltiples acciones, luces y sonidos. Es en ella donde se evidencia esa exploración de conceptos dentro de la danza, performances en las artes plásticas y visuales, para así salir de lo convencional.

Aunque ya se había presentado anteriormente en nuestro país, la nueva apuesta dejó sin aliento a más de uno con sus finales emocionantes. Y es que para nadie es un secreto que la mezcla de lírica, guitarra y expresión corporal hacen de un show todo aquello que se quiere seguir viendo por horas. Son cuatro las personas en escena, pero es un equipo grande de realización sin el cual este espectáculo mediterráneo no habría sido lo mismo.

Guerrero lleva en sus pies todo el ritmo que con voces y guitarra complementan sus compañeros de escenario. Es poco lo que se encuentra en tarima. Podría decirse que tiene una escenografía sencilla, pero es ese pequeño detalle que da pie a que la imaginación de los asistentes vuelen y encuentren todas las piezas para formar la historia. Sin embargo, en este tipo de espectáculo todo tiene una razón de ser. Como lo explica su página web, el objetivo de la puesta en escena es crear una segmentación con diferentes capas de colores para así desarrollar el espacio visual. El impoluto blanco del papel pretende trasmitir pureza y juventud. Con el suelo rompiéndose y las manchas de carbón vegetal se evoca el pasado, los miedos, el caos y el desorden. Guerrero hizo del escenario un lienzo donde con sus pies pintó la obra.

El espectáculo habla de la sociedad actual y de los siglos pasados, la evolución y el retroceso en algunas parcelas. En este es evidente el camino, el cambio, pues sin el primero no existiría el segundo. Sale de lo convencional; en definitiva Guerrero pone un toque diferente a lo que conocemos como “normal” en el género flamenco. Y no es extraño porque la danza acompaña a Eduardo desde los seis años. Su elasticidad y movimientos ponen el corazón a latir a mil por hora y lo paran de un sopetón, con la fuerza del flamenco.

Una obra teatral es otra de las artes que complementan el espectáculo, un todo en uno increíble que dejó al público bogotano agradecido y emocionado. La mejor muestra de esto es que todos los asistentes del evento se pusieron de pie y no pararon de aplaudir hasta que el telón cerró.

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