La Ladrona de la Luna y su mundo fantástico
Volvemos al reino de Fenrai en la segunda entrega de esta emocionante saga
LatinAmerican Post | Juan Manuel Londoño
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La Ladrona de la Luna es la segunda novela de Claudia Ramirez Lomelí, escritora mexicana cuya primera entrega en esta serie fue El príncipe del sol. Esta historia se teje en un mundo dividido en dos naciones Alariel, la nación del Sol e Ilardya, el reino de la Luna. Sus habitantes son capaces de extraer poderes elementales de los astros; los habitantes de Alariel tienen poderes basados en las características del sol (Pirokinesia, curación e iluminación) y los de Ilardya se potencian con la Luna (con habilidades de ilusión e hidrokinesia).
En La Ladrona de la Luna el príncipe Emil, el joven soberano de la nación del sol, debe descubrir qué está ocasionando que el sol del mundo de Fenrai se comporte tan extrañamente a la vez que Ezra, su hermano, investiga un misterioso culto a Avalon, leyenda malignada de este universo.
Lo que se desenvuelve es una historia de amor, aventura y tensión en la que Emil y sus amigos tratan de crecer en un mundo que cada vez los obliga a aceptar responsabilidades más rápido. Como secuela, demuestra un increíble potencial creativo y emocional por parte de su autora, aunque se queda corta en algunos puntos. Aquí en LatinAmericanPost le contamos todo sobre este relato fantástico.
Un viaje con excelente compañía
Sin duda alguna, la mejor parte de la novela son sus personajes. Cada uno de ellos tiene una voz clara y fuerte, deseos firmes y maneras de proceder que se mantienen consistentes a lo largo de la historia. A la hora de enfrentar un enemigo, por ejemplo, el noble y bondadoso Emil tratará de incapacitarlo mientras que alguien más pragmático como Gavril, uno de sus guardias, proporcionará el golpe mortal.
Una característica enternecedora de los personajes es que rara vez son perfectos y frecuentemente dudan de sí mismos, se sienten asustados o incapaces. Esto solo hace que se sienta aún más dulce cuando logran enfrentar exitosamente sus dificultades y mucho más desgarrador cuando fallan.
Ejemplo perfecto de esto es la relación que tiene Gianna, la reina de la nación del sol que fue desposada por la fuerza con Emil, con su madre. La relación con su madre, Marietta Lloyd, es completamente unidimensional. Marietta controla todos los aspectos de su vida y la mantiene atrapada bajos sus deseos. Sin intención de arruinar la historia, al final de la novela Gianna tiene la oportunidad de vengarse de su madre y no lo hace, manteniéndose leal a ella a pesar de años de abuso y control de su parte. Es uno de los momentos más humanos de la historia.
Es una lástima, sin embargo, que Gianna se ausente durante gran parte de la novela, pues es uno de los mejores personajes de la autora.
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Una gran virtud: las relaciones
Otra de las fortalezas de esta historia son las relaciones románticas y de amistad que entablan entre sí los diferentes personajes. Es entretenido ver, por ejemplo, cómo entre Ezra y Bastian hay una relación de coqueteo y filtración abierta que evoluciona en un romance sincero con toda la incomodidad, tensión y ternura de una pareja en la vida real.
El amor parece estar en el aire en Fenrai. Entre Emil y su difunta Elyon, entre Ezra y Bastian, entre Mila y Rhea. Constantemente se nos hace claro que estos personajes están buscando la persona que los complete y las descripciones de la autora hace que se sienta bien ver a estas relaciones crecer.
Potencial, mucho potencial
Si hay algo que deja un sabor amargo en la boca es la trama de La Ladrona de la Luna. No nos entiendan mal, es una trama con un principio intrigante, un medio que incita a leer y un buen final. Sin embargo, el Universo de Fenrai da para mucho más. Quería más aventuras, más conflictos en las relaciones, más enfrentamientos mágicos de fuego contra agua. Es difícil sentir que la historia no se queda corta cuando los personajes están volando de un lado del mundo al otro en tan solo unas cuantas páginas. El tono moderno y coloquial que ellos utilizan en lo que debería ser un universo de fantasía tampoco ayuda para la inmersión del lector. En fin, me falto más historia.
Sin embargo, y gracias a unos cuantos hilos desatados, el final de La Ladrona de la Luna deja un espacio para una secuela en el futuro. La autora aún tiene mucho campo para crecer como escritora y no puedo esperar a ver que tiene guardado para nosotros a continuación.