Latam Boolook: ‘Kentukis’ de Samanta Schweblin
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La sobreexposición digital, el voyerismo y la extraña relación que mantenemos con las redes sociales se ponen en tela de juicio en Kentukis, de Samanta Schweblin
¿De qué se trata?
Kentukis es la tercera novela de la autora argentina Samanta Schweblin. La historia gira alrededor de varios usuarios de una aplicación/artefactos tecnológicos (al parecer pequeños robots con ruedas que por su descripción recuerdan mucho a los Furbys) que, controlados por cualquier persona en cualquier parte del mundo, pueden adentrarse en la privacidad de otra persona en otra parte del mundo. Se les llama kentukis y están en pleno auge en el tiempo que se nos presenta en la novela. Las personas que controlan el kentuki pueden hacerlo desde una computadora o un dispositivo móvil que les permita mantener la conexión, mientras que quienes compran al kentuki físico no tienen control sobre lo que este hace o deja de hacer; además, estos últimos, en su mayoría, consideran a los kentukis como mascotas de compañía, aún sabiendo que son personas las que hay detrás de ellos.
Los kentukis no pueden comunicarse más que con ronroneos y moviminetos sosos con sus 'amos', mientras que los 'amos' no pueden tener idea de qué está queriendo decir alguien que, literalmente, no tienen idea de quién es y está inmerso en la privacidad del 'amo'. Realmente no hay comunicación, sino una relación basada en el voyerismo. Es a partir de esta idea que Schweblin problematiza los avances tecnológicos de las últimas décadas y la sobreexposición en las redes sociales.
El libro se divide en capítulos en los que se van contando las interacciones que tienen diferntes personajes alrededor del mundo con los kentukis.
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¿Quién lo escribió?
Samanta Schweblin nació en 1978 en Buenos Aires, Argentina. Estudió Diseño de Imagen y Sonido en la Universidad de Buenos Aires e inició su carrera como autora con su primera publicación en 2002: El núcleo del disturbio, un libro de cuentos. Ha publicado otros dos libros de cuentos: Pájaros en la boca (2009) y Siete casas vacías (2015) y tres novelas: Distancia de rescate (2014), La respiración cavernaria (2017) y Kentukis (2019).
Schweblin es reconocida por su escritura prolija, simple pero potente y sobre todo por la capacidad que tiene para descolocar al lector, incomodarlo y aún así obligarlo de cierta forma a terminar de leerla. Su estilo es tan propio que es identificable y en sus relatos y su primera novela se puede ver que su escritura suele empezar desde la idea de familia.
Leer a Samanta Schweblin es algo que no se supera fácilmente, pues uno puede quedarse pensando en el relato o en la novela durante días, semanas e incluso meses, y cuando se vuelve al texto uno puede llegar a quedar aún más impresionado. Sin duda alguna, Samanta es una de las mejores plumas de la literatura latinoamericana contemporánea.
¿Lo leo o no?
Como ya lo mencioné, Schweblin es una gran autora, pero tendré que decir con la boca (las manos) un poco agria que Kentukis me ha decepcionado. Leer a la Samanta Schweblin de Kentukis es completamente diferente a leer a la Samanta Schweblin de Distancia de rescate. Desde el primer momento de Distancia de rescate (y en general desde el primer momento de todo lo que ha publicado la autora anterior a Kentukis), la escritura agarra al lector y practicamente no lo deja soltarse.
Uno como lector se siente obligado a no parar de leer y se siente una incomodidad muy profunda, de esas incomodidades que uno sabe que valen la pena pues son de las que surgen porque lo que está leyendo le tocó por allá algo muy pero muy profundo, en este caso el miedo. Leyendo Kentukis no sentí esa sensación hasta muy avanzada la novela (sobre todo hacia el final) y después de terminarla de leer no me quedé pensando por horas en ella.
Aclaro: la novela no es pésima, no es mala y no cae en ser "solo entretenida", es una novela que pone sobre la mesa problemáticas de manera creativa e ingeniosa. Es una trama que capta la atención del lector y es congruente. Sin embargo, en comparación con los trabajos anteriores de Schweblin, se queda corta. Claro que esto puede suceder en parte porque Kentukis es un texto mucho más largo a lo que anteriormente Schweblin ha escrito. Además, la estructura, la forma de la novela y la gran cantidad de personajes no permite que haya una conexión con ninguno de ellos, lo que evidentemente fue pensado por Schweblin.
Más que recomendarle leer Kentukis, le recomiendo leer todo lo que Samanta Schweblin ha escrito, sobre todo Pájaros en la boca (mi recomendación personal: Mariposas y Cabezas contra el asfalto) y Distancia de rescate. Ya usted se encargará de juzgar a su criterio si Kentukis valió o no la pena, pero le puedo asegurar que leer la obra esta autora sí que la vale.
LatinAmerican Post | Vanesa López Romero
Copy edited by Juliana Suárez