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Panorama de la matrícula cero para universidades en Latinoamérica

La gratuidad para la educación superior, como las universidades, es un sistema cada vez menos utilizado, pero que sigue vigente en Latinoamérica. Colombia recién aprobó un proyecto de ley que la incluye ¿cuál es el panorama en la región?.

Estudiantes universitarios en la Universidad Nacional de Colombia

Foto: Juan Gris (Lucía Estévez)

LatinAmerican Post | Luis Angel Hernández Liborio

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Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU de la agenda 2030 se encuentra el de mejorar la calidad y el acceso a la educación, así como gratuidad en la educación básica. No obstante, algunos países latinoamericanos han elevado la apuesta ampliando la gratuidad hasta el nivel superior. Colombia ha aprobado un proyecto de ley que contempla la denominada matrícula cero para estudios superiores, pero ¿cuál es el panorama regional en este tema?

El proyecto colombiano de matrícula cero

Los movimientos estudiantiles en Latinoamérica llevan décadas apelando a la rectoría del Estado en la educación, así como la búsqueda de acceso igualitario a los diferentes niveles educativos. La presión de estos movimientos ha logrado, entre otras cosas, que se garantice la gratuidad de la educación en todos los niveles, incluyendo el superior en algunos países, entre los que podemos destacar a Argentina, Chile, México y ahora Colombia. Desde luego, cada uno de los casos tiene particularidades. En el caso colombiano, la figura de matrícula cero ya existía desde el programa Generación E, el cual brinda apoyo de sostenimiento y matrícula cero a los beneficiarios que pueden optar por una beca de excelencia o de equidad. El proyecto actual, aprobado por el congreso, está a la espera de la firma del presidente Petro y a la redacción de la reglamentación que regirá el nuevo programa.

Matrícula cero está orientada a apoyar con el pago de matrícula a colombianos de los estratos 1, 2 y 3 (los estratos son clasificaciones socioeconómicas establecidas a partir del lugar donde reside la persona). Es decir, 1,1 millones de jóvenes considerados de bajos recursos, entre ellos miles de víctimas de los conflictos armados. Se espera lograr un equilibrio entre la calidad de la educación, el presupuesto asignado por parte del Estado a las universidades y la sostenibilidad de sus finanzas al cambiar la forma en la que perciben ingresos.

Sin embargo, falta aún el establecimiento de los lineamientos que definirán con exactitud el funcionamiento del programa. Entre las críticas que surgen hacia el programa se encuentra la forma en la que se ha establecido a la población objetivo mediante el sistema de estratos, pues se considera que no necesariamente refleja la realidad socioeconómica de las personas. Se teme que podrían beneficiarse personas con mayores recursos mediante este subsidio, lo cual en lugar de reducir la desigualdad podría abonar a aumentarla. La experiencia de otros países podría beneficiar al proyecto colombiano que se encuentra en una etapa inicial.

La realidad de la matrícula cero en Latinoamérica

Chile: Desde 2018, mediante la ley 21.091 se estableció la gratuidad en la educación superior en Chile, no es universal, está orientado al 60% de la población con menores ingresos y se deben cumplir requisitos como el matricularse en universidades adscritas al programa de gratuidad, con garantías de su nivel educativo. Permite que estudiantes extranjeros apliquen al programa.

La gratuidad nació como respuesta a la problemática de los créditos educativos en Chile que por décadas comprometió la estabilidad financiera de miles de estudiantes, quienes a través de estos créditos encontraron su única forma de acceder a la educación superior. Los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera transformaron los créditos educativos flexibilizando sus reglas y condonando miles de deudas, pero los estudiantes chilenos siguieron protestando por considerar los cambios como insuficientes. Lo de Chile ha sido una serie de correcciones sobre la marcha que han creado un sistema caótico aun sin resolver, lo más cuestionable es sin duda su sostenibilidad económica a largo plazo.

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México: En el país norteamericano la educación superior es gratuita y obligatoria establecida a nivel constitucional. No obstante, fue hasta la llegada de la pandemia que la transición se aceleró. México cuenta solo con dos instituciones superiores de carácter nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Politécnico Nacional, ambos concentrados principalmente en la Ciudad de México pese a su carácter nacional. Esto genera una demanda exagerada en la capital mexicana, pues estudiantes de todo el país se trasladan hasta esta ciudad para aplicar a estas instituciones. Una de las razones es el alto nivel educativo de ambas, pero también el bajo costo de su matrícula. En el caso de la UNAM el costo semestral de la matrícula es de apenas 1 centavo de dólar.

En contraste, la realidad de las universidades locales es distinta. Los costos suelen ser más altos, aunque a nivel constitucional la gratuidad está establecida en la práctica sigue sin aplicarse principalmente porque los presupuestos de las universidades son bajos y dependen de los recursos que puedan generar.

Argentina: En este país la educación universitaria es gratuita desde 1949 en el contexto del peronismo. Sin embargo, durante la dictadura esto no se hizo efectivo, en 1983 pudo retomarse,pero hasta 1994 no obtuvo rango constitucional. Esto implica una enorme inversión del Estado en el financiamiento de las universidades, especialmente porque en Argentina la gratuidad es universal, no está condicionada a la nacionalidad ni al entorno económico del estudiante, como sí ocurre en Chile o Colombia Esta es una medida considerada populista herencia del peronismo que también se aplica al sistema de salud. La situación económica de Argentina ha puesto nuevamente en tela de juicio la sostenibilidad de su sistema educativo gratuito.

Uruguay: El acceso a la universidad es gratuito e irrestricto, es decir, no tiene costo ni requiere de exámenes de admisión como la mayoría de universidades. Esto es para garantizar el acceso de todos a la educación superior. El tamaño del país y su población permiten este sistema, imposible en países como México o Colombia por el desajuste entre oferta y demanda. Además, existen becas y financiamiento estatal en universidades privadas que extienden las opciones de ingreso a los estudiantes uruguayos.

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