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“Los reyes del mundo”: Sobre crecer en amistad

"Los reyes del mundo", de la directora colombiana Laura Mora, ganó el premio de la Concha de oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Ahora, está en algunas carteleras latinoamericanas. Esta es nuestra reseña.

Fotografía de la película 'Los Reyes Del Mundo'

Foto: YT-Ciudad Lunar

LatinAmerican Post | Staff

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Read in english: “The Kings of the World”: On Growing Up in Friendship

En "Los reyes del mundo", Rá, un chico de diecinueve años, recibe una buena noticia: el gobierno reconoce que, bajo el programa de restitución de tierras, él es dueño de un pequeño lote que le ha dejado su difunta abuela, quien había sido desplazada por los paramilitares en medio del conflicto armado. Rá vive en Medellín y con sus amigos conforman un grupo que constituye su única familia. Después de recibir la carta del gobierno, Rá reúne los papeles que prueban su herencia, se abraza con sus amigos, toma su bicicleta, empaca su morral y emprende con ellos el viaje a la tierra prometida.

Descrita así, "Los reyes del mundo" parece una película colombiana más sobre las consecuencias tardías del conflicto armado, del despojo de tierras, de la minería inconstitucional. Y aunque ese sea el marco y el nudo de la historia, la película de Laura Mora aúpa a sus personajes y honra a este grupo de amigos al no reducir su vida a la desgracia. En vez de esto, los enaltece para que en su grandeza nos hablen de crecer en amistad. La película, que cuenta la historia de Rá, Culebro, Sere, Winny y Nano, ganó la Concha de Oro, principal premio del Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Su directora, Laura Mora, es también conocida por su anterior largometraje, "Matar a Jesús".

Heredar el mundo

Solemos llamar herederos a jóvenes a los que sus padres dejarán emporios. Rá, sin embargo, es un chico de las calles de Medellín que se sabe heredero del predio de su abuela. No es un gran lote, pero es suyo. Tiene fe, le dice a sus amigos. La restitución de tierras, además de su efecto práctico: devolver la tierra a quienes fueron sus dueños originales, tiene otro significado: es un reconocimiento del daño infligido. Cuando Rá recibe la carta que confirma que el predio es suyo, hay una primera reafirmación de su identidad: es nieto de una mujer desplazada por la violencia, y es dueño de lo que ella le ha heredado.

La restitución de tierras es, pues, el restablecimiento de un orden. Este orden tiene que ver con el origen. Entonces, Rá y su parche empiezan el viaje hacia el que, se sugiere, es el lugar de su nacimiento. El viaje que emprenden no es solo un viaje de vuelta, sino también es el viaje inverso que debió hacer su abuela y que hicieron cientos de desplazados por la violencia: este es un recorrido que va de la ciudad al campo. 

Aunque los miembros del grupo de amigos son todos adolescentes, tienen muy claro la vida que quieren llevar. Todos saben articular con claridad sus deseos y anhelos: quieren ser libres. Hay una verdad que todos han entendido y que se nos comunica a veces a los espectadores en los susurros de la voz en off, pero que ellos nunca se dicen unos a otros. No hay mucho debate cada vez que se encuentran con un obstáculo en su viaje, todos saben lo que deben hacer, conocen su destino. Comparten, además, esta verdad con quienes los acogen y protegen durante su recorrido. Dos veces, en momentos de desamparo, entran en silencio y sin pedir permiso a una casa en la que son bienvenidos. La hospitalidad, pues, hace parte de esta verdad de quienes han sido despojados.

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Una película de crecimiento

Si bien el viaje de los amigos es un viaje hacia el origen, nuestros cinco héroes crecen en el camino. Muchos la han categorizado como película de carretera, pero "Los reyes del mundo" cabe también en el género de coming of age o película de crecimiento. Hemos visto ya muchas producciones colombianas que tratan el conflicto con niños protagonistas. Muchas de ellas, para representar su dolor y desgracia, adultecen a sus protagonistas como denuncia del peso que estos chicos deben cargar desde temprana edad. A diferencia de estas, "Los reyes del mundo" no reduce la vida de sus personajes a la violencia, los deja ser adolescentes. 

Los cinco protagonistas corren, bailan, juegan y dañan cosas. La vandalización que a veces practican es también el restablecimiento de un orden primario: rompen las luces del alumbrado público para devolverle a la noche su oscuridad y liberan a unas vacas de un lote para que corran por el campo. Esto, que en principio es un juego, les enseña lo que luego será el manifiesto bajo el que aspiran vivir: "todos los hombres seremos iguales, nadie tendrá más que nadie, nadie será más que nadie, todos correrán libres y salvajes".

Por supuesto que "Los reyes del mundo", aunque les da momentos de goce a sus personajes, no cae en el sentimentalismo de la moraleja de verle el lado bueno a la desgracia. Con el avance de kilómetros recorridos, los chicos se encuentran con la crueldad y se endurecen para sobrevivir. No por esto renuncian a quienes son, pero sí aprenden que Rá no solo ha heredado la tierra de su abuela, sino también algo de la violencia de la que ella fue víctima. Y entonces practican un último gran gesto de vandalismo, pero esta vez a modo de venganza y no de fiesta. 

Una película fantástica

Temo que se categorice a "Los reyes del mundo" como otra película de crudo realismo colombiano, así que diré algo más sobre los géneros en los que cabe: el género fantástico. Esta es otra manera en la que la historia deja que la vida de los personajes rebase los hechos dolorosos y con esto se engrandezca. Desde el principio, la niebla de la carretera y la aparición recurrente de un caballo blanco que en ocasiones hace de ángel de la guarda (¿o de la muerte?) cubren la película de magia.

La portadora de la noticia que da inicio al viaje, en Medellín, es una mujer a la que le dicen "negro". Esta ambigüedad del sexo de algunos personajes contribuye también a la fantasía que a veces acoge a los cinco chicos. El primer lugar en el que se hospedan es una casa de trabajadoras sexuales que, de hecho, visten de fantasía, es decir, de bisutería barata y lentejuelas. La casa está iluminada con colores contrarios a los colores de la selva y las montañas, las luces son moradas, azules y fucsias, lo que hace que la fiesta de las mujeres esté por fuera del mundo del que ellos vienen.

Hacia el final, ya lo fantástico se manifiesta de otras formas y los héroes se toparán con apariciones y fantasmas que recuerdan a los personajes de Pedro Páramo. Estas apariciones dan guía y acogen como antes lo han hecho de manera maternal las mujeres del prostíbulo. Lo fantasioso, entonces, se opone al realismo que ya tanto hemos visto en el cine colombiano y además ofrece la posibilidad de la salvación. "Los reyes del mundo", pues, redime con su título a sus personajes y al encontrarlos con la magia, los engrandece a ellos y a nosotros.

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