“Me gustan los páramos y la Sierra Nevada, esa montaña en frente al mar con su mística indígena”
Tras el lanzamiento del libro Parques Naturales Nacionales de Colombia, una publicación de Villegas editores, hablamos con el fotógrafo colombiano Gabriel Eisenband
Gabriel Eisenband es barranquillero, fotógrafo y cineasta graduado del Conservatorio de Cine Francés en París. Ama retratar paisajes, sobre todo montañas porque para él “la montaña hay que ganársela”. Un día renunció a su trabajo en una oficina para realizarse en el campo de la fotografía y cuando se le pregunta sobre otro país para retratar duda, pues afirma que Colombia es un país sorprendente. Su proyecto, que buscaba registrar la riqueza de los parques naturales nacionales, al parecer está concluido. Sin embargo, él guarda la esperanza de que pueda salir una segunda versión del libro, pues le gustaría seguir documentando con su lente los horizontes infinitos de esos paisajes que van desde montañas, páramos y bosques, hasta desiertos y playas.
¿Qué lo llevó a la fotografía de paisajes?
Siempre me han gustado las artes visuales, por eso estudié cine. Luego me separé de eso para buscar un poco de estabilidad económica y personal, pero siempre seguía haciendo fotografía on the side como algo más que un hobby. Encontré en la naturaleza y en la montaña ese espacio en el que se llenaba mi espíritu, en el que me llenaba de energías, me recargaba. Esto era un espacio de vital importancia para mí como persona, para mi vida y para mi cordura mental. A mi no me gusta la bulla, no me gusta el gentío, no me gustan los espacios cerrados. Yo encontraba en estos espacios naturales plenitud, me sentía muy bien. Llegó un momento en que eso me estaba hablando y me cuestionaba qué estaba haciendo al otro lado. Ochenta por ciento del tiempo estaba en la oficina y veinte por ciento estaba en la montaña y pensé que tenía que hacer un cambio.
¿Por qué tomó la decisión de dejar la ciudad para dedicarse a la fotografía de paisajes?
Porque no me llenaba. No me sentía que estaba viviendo. Sentía que para ganarme la vida tenía que perder mi vida. Todos los días, en el mundo corporativo, son similares. Es levantarse a la misma hora, salir de la casa a la misma hora, coger la misma ruta, pasar por las mismas calles ida y vuelta. Era algo rutinario y no reflejaba lo que yo quería para mi. Entonces pensé que era hora de tomar un riesgo y salirme de esa zona de confort. Por eso tomé la decisión de salir a recorrer mi país y armar un portafolio.
¿Qué tipo de fotógrafo es? ¿De páramo, de desierto, de bosque o de playa?
A mi lo que más me gusta es la montaña. Del páramo para arriba. Lo que más me gusta son los espacios abiertos.
¿No es curioso a un fotógrafo como usted, que es de la costa, le guste más la montaña que el mar?
No, porque como me encantan esos espacios en donde básicamente no hay nadie. Las playas casi siempre están ocupadisimas en todas partes. Por eso me gustó tanto la playa del Parque Natural Sanquianga, porque en esa playa no hay nadie. Normalmente la gente busca la playa, el calorcito el mar, el sitio para pasar chévere y en vez de disfrutarlo van a las playas con equipos de sonido, y yo no entiendo para qué van si el mejor sonido que hay es el del mar. En cambio en la montaña no pasa lo mismo, porque para irte a la montaña tienes que joderte, tienes que caminar, tienes que pasar frío. Por eso me gustan más esos sitios, porque te los tienes que ganar.
¿De las fotos del libro y de su autoría cuál es su favorita?
Es una de la Sierra Nevada de Santa Marta. Esa es para mi la foto más linda de mi portafolio. Es uno de esos momentos perfectos, inesperados. Sabíamos que había una vista linda, pero en verdad todos los elementos se alinearon para formar la foto. Es un sitio al que se puede llegar fácil. Puede uno llegar en moto hasta el mirador, pero a la hora del amanecer todas las nubes, las líneas y los colores que van desde los tonos fríos a los cálidos se alinearon. No hay un elemento en esta foto que uno diga que desencaja de algo. Todo es simétrico y perfecto.
Usted decía que tras haber dejado su empleo había trasladado su oficina a los Parques Naturales de Colombia. Ahora que el proyecto del libro concluyó ¿cuál es su oficina?
La vida.
¿En la ciudad?
Quiero visitar otros parques para incluirlos en una segunda edición, si la llega a haber. Pero tengo otros proyectos en mente. Viene la parte difícil, que es tocar puertas y puertas. Me gustan mucho los páramos, sobre todo porque son vitales. Algunos están bajo protección y otros enfrentan mucho peligro. Me gustan los páramos y la Sierra Nevada de Santa Marta, esa montaña en frente al mar con su mística indígena. Pero es comenzar a hacerlo y a tocar puertas, para ver quién está interesado en meterle el diente.
LatinAmerican Post | María Alejandra Gómez
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