Óscars 2022: Las promesas incumplidas de “Duna”
“Duna”, de Denis Villeneuve, promete más de lo que cumple. Esta es la tercera reseña de nuestro especial sobre las películas nominadas al Óscar en la categoría de Mejor película
Foto: Warner Bros. Pictures
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LatinAmerican Post | Staff
“Duna” fue tal vez el estreno más esperado del año pasado. Se trata de la adaptación al cine de la novela homónima de Frank Herbert. Además, fue también una de las películas más publicitadas con una campaña de expectativa intensa y constante que hacía énfasis en su amplio elenco de jóvenes superestrellas.
En “Duna”, una guerra intergaláctica tiene lugar en un futuro lejano y distópico. La lucha es por el control del feudo de Arrakis, un planeta que es todo un desierto (una duna); y en el que hay un bien preciado: la especia (o “spice”), sustancia fundamental para los viajes interestelares. En medio de este conflicto está el protagonista de la película: Paul. Este chico es hijo de un duque, de quien aprende cómo ser un guerrero; y de una mujer perteneciente a una secta secreta femenina, de quien aprende habilidades premonitorias y mentales.
La narrativa del elegido
Paul, nuestro protagonista, es un elegido. Desde las primeras secuencias, lo vemos tener sueños premonitorios que lo angustian. Vemos también, aunque muy poco, una relación problemática con su herencia: es, por un lado, el heredero del poder de su padre, y, por el otro, el mesías que liberará a un pueblo. Quienes lo van conociendo también recitan una especie de profecía que nos deja ver que el joven tendrá pronto un gran poder que tal vez no quiere ni cree merecer.
Esta historia es conocida en las películas de ciencia ficción: es lo que desencadena la trama de “Star Wars” y es el centro de “Blade Runner 2049”, también dirigida por Denis Villeneuve. Esta fórmula, además, es la favorita de las sagas juveniles más recientes como “Harry Potter” o “Los juegos del hambre”. En todas las anteriores tenemos a un joven protagonista que ha sido elegido y que, sin saberlo, será el encargado de acabar con un villano opresor. En algunas se trata de una distopía de poder político y en otras de una fuerza maligna inexplicable. En todo caso, nuestros jóvenes protagonistas muchas veces no han pedido, ni quieren, el poder que se les adjudica. El caso de Paul no es diferente y, según su padre, esto lo hará un buen líder.
En “Duna”, esto sucede un poco diferente. Cuando llega a Arrakis (la duna), nuestro protagonista tiene un despertar mesiánico no planeado, apresurado, al estar expuesto a la especia. Si bien ya antes lo hemos visto entrenar para ser un buen soldado y estudiar con su madre para ser una suerte de brujo, de cierta forma nos perdemos la transformación de Paul. A pesar de que dura dos horas y media, “Duna” no nos deja ver la transformación de su protagonista, no lo vemos cambiar ni aprender nada. Las verdades le son reveladas y ya, sin más. “Duna”, desesperada por salirse de la fórmula (que además obedece en cierta medida a la figura del héroe trágico —así que no es cualquier fórmula—), cae en el facilismo de no desarrollar a su protagonista.
Esto se debe, por un lado, a una construcción pobre del personaje (el guión se concentra más en la trama por el poder de la duna que en la historia de cada uno de sus personajes), y, por otro, a una interpretación aburrida. El personaje de Paul es interpretado por Timothée Chalamet, que tiene un estilo más bien inexpresivo de actuación. Aunque parecida a la interpretación de Ryan Gosling en la muchísimo mejor lograda “Blade Runner 2049”, la de Chalamet peca de plana. Esto, sumado a que el personaje solo hace lo que le dicen y vaga por la película con una ingenuidad contraria a sus supuestos poderes mentales, hace que sea difícil simpatizar con Paul, es aburrido.
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Promesas no cumplidas
“Duna”, sin embargo, tiene algunos temas interesantes. La relación problemática y contradictoria de Paul con su herencia es uno de ellos. Sospecho que su relación con una de las habitantes de la duna (interpretada por Zendaya) será otro (pues se sugiere que esto será el centro de la secuela). La naturaleza tirana del emperador (el villano) es también interesante; igual que la representación de un futuro feudal intergaláctico. No obstante, tal vez por la preocupación de tocarlos todos y de serle fiel a la novela que la inspiró, todos estos temas quedan apenas sugeridos mas no elaborados.
La relación de Paul con su madre podría ser fascinante. Ella tiene un gran poder sobre él y es su maestra. No es una figura maternal convencional y es conflictiva en algunos puntos de la historia. Al final de la película ocurre lo más interesante entre ellos dos: Paul desobedece. Esto, de nuevo, no termina de desarrollarse también por la interpretación plana de ambos actores.
Una buena adaptación de un libro no es necesariamente la más fiel a la obra que la inspira sino la que ha sabido hacer una lectura de ella. En “Duna” la preocupación principal es la fidelidad a representar todos los detalles que seguramente sí son desarrollados en el libro (y poco explicados en la película), así que no hay un eje central o un tema sobre el que gire.
¿Ganará el Óscar?
Probablemente se lleve todos los galardones de las categorías más técnicas: Mejor montaje, Mejor diseño de producción, Mejores efectos especiales, etc. La creación de los planetas y la imaginación de este mundo distópico son perfectas y visualmente interesantes. Probablemente sea por este aspecto y por su recaudación en taquilla que esta producción está nominada a Mejor película. Sin embargo, el final sugiere que (sí, después de dos horas y media) “Duna” no ha llegado a su clímax y que lo mejor está por venir. Será entonces, cuando veamos la secuela, cuando tal vez tenga chance de llevarse el premio mayor.