Reseña de “Flash”: paradojas y nostalgia en un multiverso de malos efectos especiales
El director argentino Andrés Muschietti adapta una de las historias más famosas y complejas de DC cómics con resultados mixtos en una cinta que busca ser el reinicio de una franquicia en crisis. Esta es nuestra reseña de "Flash".
Foto: Warner Bros Pictures
LatinAmerican Post | Juan Andrés Rodríguez
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Los fanáticos de los cómics de DC saben que no hay evento más importante que cuando Barry Allen, más conocido como Flash, empieza a correr más rápido que la velocidad de la luz para entrar al “speed force”, un campo de energía que concentra la fuerza cósmica del espacio-tiempo y permite a Allen alterar la continuidad de los eventos en el multiverso. Esto hace del velocista uno de los personajes más poderosos y complejos en la historia de los cómics, por lo que no sorprende que su adaptación a la pantalla grande tomará más de 40 años.
Inspirada en “Flashpoint”, uno de los tirajes más populares de los últimos años, la primera película en solitario del personaje se centra en las catastróficas consecuencias de un cambio en la línea del tiempo provocado por Barry (Ezra Miller). Al crear un mundo sin superhéroes, debe aliarse con una versión alterna de sí mismo, con un Batman ermitaño (Michael Keaton) y con Supergirl (Sasha Calle) para enfrentar la invasión del general Zod (Michael Shannon) en el 2013.
El argentino Andrés Muschietti lideró este ambicioso proyecto que introduce a las grandes audiencias al mundo de Flash. Este juego con el tiempo es la excusa perfecta para el reinicio de una franquicia que desde años está en crisis, al buscar replicar el éxito de su competencia. Como si no fuera poco, el estreno fue paradójicamente retrasado en múltiples ocasiones por la producción en medio de la pandemia y por los escándalos de su protagonista Ezra Miller, que en un punto llevaron a considerar cancelar el lanzamiento de la película.
Esta situación obliga a la pregunta de si valió la pena la espera ante tantos problemas (y sobrecostos para Warner). La respuesta es que si bien "Flash" no es “la mejor película de superhéroes” como la describieron en sus primeras reacciones, el resultado es muy sólido gracias a una historia con la dosis perfecta de nostalgia y excelentes actuaciones que hacen contrapeso a unos efectos visuales desastrosos.
El motor de la cinta es la relación de Barry con su pasado y el anhelo por una vida distinta, por lo que la estructura narrativa apuesta todo por la interpretación doble de Miller, quien, independiente a las controversias, amerita reconocimiento por su trabajo asombroso al encarnar al mismo personaje de formas tan distintas que permite el flujo de la historia con tan solo la dinámica entre sus dos versiones. Su carisma, su energía geek y juvenil hacen que sea fácil simpatizar con su situación y el dilema que implica una solución aparentemente sencilla. El viaje del héroe siempre trae un sacrificio y en esta ocasión la decisión de Barry es conmovedora gracias a que se da el tiempo para conocer las facetas del personaje y con ello el valor de lo que debe dejar ir.
Sin perder el foco de su protagonista, se encuentra espacio para dejar brillar a los personajes secundarios, pues la película aprovecha la familiaridad y nostalgia con las múltiples iteraciones de los personajes de DC. Uno de los atractivos de la cinta es el regreso de Michael Keaton al rol de Batman después de 30 años y es grato informar que no decepcionó. Es una continuación muy eficiente de su turno como el caballero oscuro, que sabe cómo apelar a la nostalgia con las notas correctas (especialmente con el épico tema de Danny Elfman) y lo incorpora a este nuevo estilo con facilidad. Si esta es la última vez que Keaton se pone el traje negro, queda la satisfacción de que lo hizo con estilo.
También hay mención honorable para el talento hispanoamericano con la participación de Maribel Verdú como Nora Allen, la madre de Barry, y el debut de Sasha Calle como Supergirl. Aunque tienen poco tiempo en pantalla, ambas son centrales en la trama y aprovechan cada minuto para hacer entrañables a sus personajes desde polos opuestos: el amor maternal y el dolor de la pérdida. Ante el reboot del universo DC a cargo de James Gunn, cruzamos los dedos para que Calle tenga la oportunidad de protagonizar la cinta en solitario de Supergirl y profundizar en su versión “punk” de Kara Zor-El.
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Películas como “X- Men” establecieron un estilo peculiar para representar los poderes de supervelocidad, pero la mitología de Flash es tan particular y con tanto potencial que definir su estilo visual es un desafío que puede tener resultados inolvidables, tanto buenos como malos. Lastimosamente, este es el fallo central de la cinta y le resta muchos puntos a la experiencia, pues desubica a la audiencia con un estilo sobrecargado en una pantalla verde y con poco interés en disimular los efectos.
El estilo de las cintas de DC, determinado por el trabajo de Zack Snyder en los inicios de la franquicia como “Man of steel” (2013) y “Batman vs. Superman” (2016), se caracteriza por la desaturación de color y un CGI muy marcado. En esta ocasión ese elemento perdura, pero con colores brillantes en secuencias de acción muy importantes, así que por más interesante que sea la coreografía de una pelea, resulta poco convincente y distrae por lo obvio de los cambios.
Esto no ocurre en toda la cinta y algunos momentos que se muestran desde la perspectiva de Barry al usar sus poderes tienen un estilo diferenciador interesante, pero la falta de consistencia solo conlleva a más frustración, especialmente al tener en cuenta los avances tecnológicos empleados por otras películas.
“Flash” de Andrés Muschietti tiene la difícil tarea de establecer y demostrar el potencial de uno de los personajes más complejos e interesantes en la historia de los cómics. Aunque en lo visual deja mucho por desear, Muschietti y su equipo logran una historia poderosa y entretenida sobre aceptar el pasado como parte de nuestra identidad, elevada por el carisma de sus actores y una buena dosis de nostalgia.