Rompiendo el ciclo de la violencia: la lucha de Sujo por la redención en México
En Sujo, las cineastas mexicanas Astrid Rondero y Fernanda Valadez exploran la historia del hijo huérfano de un sicario de un cártel y su lucha por escapar de la violencia. La película, que se estrena en el Festival de San Sebastián, plantea la pregunta de si la esperanza y el apoyo pueden transformar un futuro oscuro.
La historia no contada de los huérfanos del crimen organizado
Sujo, dirigida por Astrid Rondero y Fernanda Valadez, arroja luz sobre un aspecto menos discutido de la epidemia del crimen organizado en México: los huérfanos que deja la violencia de los cárteles. Si bien el país no es ajeno a las conversaciones sobre el crimen, las cineastas sostienen que se ha prestado poca atención a los miles de niños que crecen sin padres debido a las actividades delictivas. Con Sujo, buscan responder a una pregunta profundamente compleja: ¿pueden estos niños liberarse de los ciclos de violencia y dificultades que han dado forma a las vidas de sus familias?
La película, ambientada en el México rural, se centra en Juan Jesús Varela, apodado Sujo, hijo de un sicario marcado por el estigma de la traición de su padre. Mientras navega por las complejidades emocionales y sociales de sus circunstancias, se encuentra dividido entre la atracción del mundo criminal y la posibilidad de una nueva vida. A través de la historia de Sujo, la película explora el papel de la comunidad, el impacto del trauma y el poder de la redención.
“Queríamos examinar lo que les sucede a los niños que se quedan atrás”, dice Rondero. “Estos niños son vulnerables al reclutamiento por parte de los cárteles porque crecen en un entorno donde las organizaciones criminales parecen ser el único camino hacia la pertenencia y la supervivencia”.
El papel de las mujeres como protectoras
Uno de los elementos más atractivos de Sujo es el papel de las mujeres como salvavidas para el protagonista. Yadira Pérez Esteban, que interpreta a la tía de Sujo, interviene para criarlo después de la muerte de su padre. Ella lo ayuda a sobrevivir y le ofrece la oportunidad de escapar de un destino violento. La película destaca el papel crucial que desempeñan las mujeres en estas comunidades en la formación de redes de protección, especialmente cuando los hombres suelen estar ausentes debido a la migración o la participación en actividades delictivas.
“Las mujeres son a menudo las que mantienen unidas a estas comunidades”, señala Valadez. “En el caso de Sujo, la tía y las mujeres que lo rodean le dan la oportunidad de ver otra forma de vida”.
El personaje de la tía es un símbolo de un fenómeno más amplio en México, donde muchas mujeres asumen roles de liderazgo en familias y comunidades cuando los hombres se van. Al crear una red de seguridad emocional y física, brindan un camino para que los hombres jóvenes como Sujo forjen sus propias identidades lejos de los legados violentos de sus padres.
La transformación de Sujo es posible no solo gracias a la fuerza de su tía, sino también a la compasión de una maestra, interpretada por la actriz argentina Sandra Lorenzano. El personaje de Lorenzano, como Sujo, es un migrante por derecho propio, y la conexión que forman le permite imaginar una vida más allá de la violencia.
La educación como camino al cambio
La película también pone de relieve el poder transformador de la educación, tanto formal como informal. La relación que Sujo desarrolla con su profesora es fundamental para su crecimiento personal. En este caso, la educación no se limita al conocimiento académico impartido en las aulas, sino que también se extiende a la orientación emocional y el apoyo moral. El personaje de Lorenzano ayuda a Sujo a ver que tiene poder sobre su vida, incluso en una sociedad que a menudo le dice lo contrario.
“El papel de la profesora es vital para mostrarle a Sujo que tiene el poder de cambiar su destino”, explica Lorenzano. “Es un mensaje que es especialmente importante en un país donde tantos jóvenes se sienten atrapados por las circunstancias de su nacimiento”.
En Sujo, la educación se presenta como un factor crítico para romper el ciclo de la violencia. A través de la tutoría y la orientación de su profesora, Sujo comienza a imaginar un futuro para sí mismo que no esté determinado por su pasado o la historia de su familia. Esta representación sirve como recordatorio de la importancia de invertir en oportunidades educativas, especialmente en comunidades marginadas donde las opciones de movilidad social son limitadas.
Un nuevo tipo de héroe
La idea más radical de la película es que Sujo no tiene que ser extraordinario para escapar de sus circunstancias. A diferencia de muchas historias de transición a la edad adulta, Sujo no presenta a su protagonista como un genio o un prodigio que se sobrepone a la adversidad gracias a su talento. En cambio, se centra en el poder de las pequeñas decisiones cotidianas y en el apoyo de una comunidad cariñosa.
“Queríamos mostrar que no hace falta un esfuerzo sobrehumano para escapar del ciclo de la violencia”, dice Valadez. “Sujo necesita creer que merece más de lo que le han dado sus circunstancias, y el apoyo de personas que puedan ayudarlo a verlo”.
En Sujo, el viaje del personaje está definido por su creciente conciencia de que puede dar forma a su futuro. El apoyo de su tía, su maestra y las mujeres lo ayudan a darse cuenta de que no está destinado a seguir los pasos de su padre. Este mensaje resuena profundamente en un país donde muchos jóvenes se ven obligados a vivir una vida delictiva por la falta de alternativas viables.
Al final de la película, Sujo puede tomar una decisión diferente. No se sabe si la toma o no, pero el mensaje de la película es claro: con el apoyo adecuado, incluso los jóvenes más vulnerables pueden encontrar una salida al ciclo de la violencia.
Los legados ocultos de la violencia
La película también explora los legados ocultos de la violencia y cómo estos moldean las identidades de los jóvenes. El padre de Sujo, aunque es un criminal, es retratado como un padre amoroso y devoto, lo que complica la narrativa del bien contra el mal. De manera similar, la tía de Sujo, que ha experimentado su parte de pérdida, no busca venganza sino que canaliza su energía para ayudar a su sobrino a escapar de un destino similar.
“No hay respuestas fáciles con respecto a estos personajes”, dice Rondero. “Sus experiencias los moldean, pero también tienen el poder de elegir cómo responden a esas experiencias”.
La idea de que los jóvenes están moldeados por su entorno pero aún conservan la capacidad de tomar sus propias decisiones es central para Sujo. La película desafía la idea de que los hijos de delincuentes están destinados a seguir los pasos de sus padres, sugiriendo en cambio que pueden forjar su propio camino si se les da la oportunidad.
Para Rondero y Valadez, este es el punto central de su mensaje: el futuro de la juventud de México no tiene por qué estar determinado por la violencia que los rodea. Con el apoyo adecuado, los jóvenes como Sujo pueden liberarse de los ciclos de trauma y pérdida que han definido a sus familias durante generaciones.
Un llamado a la compasión
Sujo es más que una película sobre la lucha de un niño por escapar de la violencia: es un llamado a la sociedad para que reconsidere cómo apoya a sus miembros más vulnerables. A través del viaje de Sujo, Rondero y Valadez destacan la importancia de la compasión, la comunidad y la educación para ayudar a los jóvenes a imaginar un futuro mejor.
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Mientras México sigue lidiando con los efectos devastadores del crimen organizado, Sujo nos recuerda que siempre hay esperanza, incluso en las circunstancias más oscuras. Con el apoyo adecuado, los jóvenes como Sujo pueden liberarse de los ciclos de violencia y crear vidas que no estén definidas por su pasado, sino por su potencial.