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Fiebre del Oro del Pop Latino: Cómo el Streaming Transformó un Sonido de Nicho en el Ritmo Más Fuerte del Mundo

El streaming rompió la barrera del idioma, llevando a los artistas latinos de ser rarezas de segundo plano a convertirse en cabezas de cartel globales, con giras que superan en ingresos a leyendas del rock. Pero bajo el brillo hay una carrera por evitar la homogeneización algorítmica y los vientos políticos en contra que aún podrían cortar las alas del género.


De los Márgenes al Escenario Principal: El Algoritmo Marca el Ritmo

Jennifer Lopez recuerda el día en que un ejecutivo de una gran discográfica le dijo que las letras en español eran “mercancía que mejor se quedaba en los clubes de Miami”. Tres décadas después, cita esa frase solo para reírse. Un informe de IFPI de 2023 revela que las canciones latinas representan más de una cuarta parte de los oyentes semanales de Spotify en todo el mundo, solo superadas por el pop angloamericano. Además, los videos de Bad Bunny en YouTube superan los 31 mil millones de vistas.

Los algoritmos, antes pesadilla de los guardianes del gusto, se han convertido en el megáfono de la música en español, amplificando el reguetón, la bachata y el urbano en audífonos desde Lagos hasta Lisboa. La etnomusicóloga Deborah Pacini Hernández señala que la salsa, el reguetón y el trap latino se incubaron durante años en clubes de barrio.

Aun así, TikTok y YouTube “aplanaron la geografía”, permitiendo que adolescentes bilingües en Seúl o Berlín pusieran play junto a Beyoncé como si las fronteras no existieran. El impulso financiero es igual de potente: el mercado latino en EE. UU. alcanzó los $1.4 mil millones en 2023, el triple de su tamaño en 2016, mientras que la gira de Bad Bunny en 2022 recaudó la asombrosa cifra de $435 millones—cifras que obligan a las discográficas a ver los versos en español no como curiosidades, sino como piezas clave de sus balances.


La Era de Libertad de JLo—y una Nueva Narrativa Latina

La gira “Up All Night” de Lopez, que comenzó en Pontevedra, funciona como memorias y manifiesto. A sus 55 años, baila entre 30 años de éxitos, intercalando nuevas canciones entre clásicos para subrayar una tesis que repite tras bastidores: “Este es mi verano de apropiación personal.” Su sencillo “Free” retumba sobre tambores potentes y deja el romance a un lado, celebrando en cambio la soberanía personal. Académicos señalan que su cambio refleja una revolución más amplia entre las superestrellas latinas.

Petra Rivera-Rideau, autora de Remixing Reggaetón, considera momentos como Karol G tocando guitarra con pelo rojo al estilo Joan Jett y la actuación de Shakira en el Super Bowl como puntos de inflexión que cambiaron el viejo tropo de la musa exótica por una iconografía rockera completa. La actuación de Lopez sella ese cambio: a mitad del show, fusiona el “We Will Rock You” de Queen con su himno del Bronx “Jenny from the Block”, desatando al público en un llamado-respuesta bilingüe. Cuando suena el último golpe de batería, se inclina—no con timidez, sino con los brazos en alto, como diciendo que las cuatro décadas que pasó empujando puertas finalmente abrieron un anfiteatro entero.

EFE


Métricas, Mercados y la Ventaja de la Proximidad Lingüística

Si Lopez aporta el estrellato, los datos aportan la evidencia. Un estudio del Harvard Growth Lab de 2024 calculó que los actos latinos vendieron el 18 % de todas las entradas de conciertos a nivel mundial el año pasado, frente al 4 % en 2015. Los economistas atribuyen este salto a tres factores:

  1. Dólares de la diáspora: los latinos de segunda generación en EE. UU. y Europa tienen hoy mayores presupuestos para entretenimiento.
  2. Datos móviles accesibles: los paquetes 4G y ahora 5G permiten el streaming continuo en América Latina, África y el sur de Asia.
  3. “Proximidad lingüística”: las letras en español y portugués resuenan en mercados de lenguas romances, resultando familiares y exóticas al mismo tiempo.

El set de Lopez en Pontevedra mostró esta proximidad en acción: alternó entre estribillos en inglés y versos en español con la facilidad de un DJ con crossfader, y el público no perdió una sola sílaba.

El streaming también iguala las oportunidades entre artistas independientes y titanes de estadios—al menos al principio. El productor puertorriqueño Young Miko alcanzó los 10 millones de oyentes mensuales en Spotify en menos de un año, mientras que el ídolo de corridos tumbados Peso Pluma llegó a Coachella antes de lanzar su primer álbum. Playlists de plataformas como “¡Viva Latino!” y “Baila Reggaetón” impulsan canciones desconocidas a millones de oyentes de la noche a la mañana, generando lo que los analistas de datos llaman un “bucle de velocidad”: los streams generan bailes en TikTok, TikTok genera más streams, y las discográficas se apresuran a firmar a quien tenga el gancho con más subtítulos virales.


Dolores de Crecimiento: Algoritmos, Visados y la Próxima Frontera

Pero no todo lo que brilla bajo las luces de neón es oro. Alejandro L. Madrid, musicólogo en Cornell, advierte que los mismos algoritmos que impulsan el pop latino pueden aplanarlo. El ritmo dembow, base del reguetón, corre el riesgo de volverse tan ubicuo que los nuevos artistas sientan presión por copiar y pegar en lugar de innovar.

Lopez admitió este punto a mitad de entrevista: “Hay espacio para lenguas indígenas, para corridos, para ritmos de festejo afroperuano. No podemos dejar que una playlist nos encierre.”

La política también se interpone. Obtener visados para giras se ha vuelto cada vez más difícil debido a políticas migratorias más estrictas en EE. UU. y a una Europa en modo de recesión. En Barcelona, consejos vecinales han citado el “ruido cultural” y el control de multitudes como razones para limitar las fiestas urbanas latinas. Para artistas en México o Colombia, una sola cita fallida en la embajada puede arruinar toda una gira. Aun así, las tendencias son positivas. Gigantes de las telecomunicaciones están desplegando redes más rápidas en América Latina y África, dos regiones donde los jóvenes ya escuchan más urbano latino que pop local. Analistas predicen que la cuota de streams globales del género podría superar el 30 % en cinco años.

Lopez, ajustando su micrófono mientras los técnicos prueban efectos pirotécnicos, resume lo que está en juego: “Antes, era la única latina en un cartel. Ahora no hay hueco—el show completo es nuestro.” Hace una pausa, dejando que el rugido del público se cuele por la cortina. “Pero tenemos que cuidar esa libertad, porque es fácil surfear una ola, pero mucho más difícil dirigirla.”

Mientras las luces de la casa se apagan en Pontevedra y el primer bajo sintetizado de “On the Floor” retumba, el canto multilingüe del público crece—prueba viviente de que el idioma, antes considerado un freno comercial para la música latina, se ha convertido en su combustible. Cuando Lopez cierra con “Let’s Get Loud”, el coro rebota entre la brisa marina y los muros de piedra, recordándonos que el futuro que ella predijo hace décadas ya late bajo los pies de cada adolescente que graba el momento para el TikTok de mañana.

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Créditos: Esta crónica se basa en una entrevista realizada por EFE, el Global Music Report 2023 de IFPI, el Harvard Growth Lab Working Paper 2024-07, y análisis académicos de Deborah Pacini Hernández (Journal of Latin American Cultural Studies), Petra Rivera-Rideau (Remixing Reggaetón), y Alejandro L. Madrid (Universidad de Cornell).

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