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La batalla de México contra las enfermedades raras: la urgente necesidad de cambios sistémicos

Muchos pacientes con enfermedades raras en México esperan hasta diez años para obtener un diagnóstico correcto. Los médicos afirman que no hay suficientes expertos en genética, y los síntomas variados dificultan que los pacientes reciban un tratamiento rápido y eficaz.

El alcance y la magnitud de las enfermedades raras en México

Las enfermedades raras afectan a un número reducido de personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que estas condiciones ocurren en aproximadamente cinco de cada 100,000 personas. Aunque puedan parecer poco comunes, su impacto total es enorme. Los expertos estiman que existen alrededor de 7,000 enfermedades raras en el mundo. En México, aproximadamente ocho millones de personas viven con una de estas afecciones, lo que demuestra que el término “raro” no refleja la cantidad significativa de pacientes en el país.

A pesar de los desafíos, los pacientes con enfermedades raras y sus familias en México muestran una notable resiliencia. La escasez de profesionales capacitados, especialmente médicos genetistas, agrava el problema. En México, hay un genetista por cada 525,000 personas. Esta falta de especialistas es especialmente crítica, ya que el tratamiento temprano requiere pruebas genéticas precisas. Alrededor del 72 % de estas condiciones comienzan en la infancia, lo que significa que los pacientes jóvenes enfrentan largos tiempos de espera para obtener un diagnóstico. La falta de una respuesta rápida a menudo obliga a las familias a pasar años visitando distintas clínicas, pagar elevados costos médicos y vivir con una profunda preocupación mientras intentan comprender la enfermedad.

Ante esta situación, pocos médicos tienen suficiente conocimiento sobre enfermedades raras. Los pacientes suelen consultar entre ocho y diez médicos antes de obtener un diagnóstico claro, lo que refleja la complejidad de estos padecimientos. Muchas enfermedades presentan síntomas similares a los de afecciones más comunes. Los médicos generales pueden no sospechar inicialmente que se trata de una enfermedad rara, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos o pasados por alto. Para cuando un paciente llega a un hospital de alta especialidad o a un experto en enfermedades raras, generalmente ya ha pasado por múltiples pruebas, ha recibido resultados poco claros y ha experimentado una gran frustración. Esta incertidumbre prolongada puede tener un impacto emocional severo en los pacientes y sus familias, generando sentimientos de impotencia y ansiedad.

A esta situación se suma la distribución geográfica de los recursos de salud. Las regiones rurales de México a menudo carecen de servicios médicos esenciales y atención especializada. Cuando una familia sospecha que su hijo podría tener una enfermedad genética rara, es posible que deba viajar grandes distancias—e incluso cruzar estados—para consultar a un médico con conocimientos en la afección sospechada. Los costos relacionados con los viajes, el alojamiento y las consultas de seguimiento pueden representar una carga financiera significativa, obligando a muchas familias a elegir entre continuar con el proceso de diagnóstico o cubrir otras necesidades diarias.

En entrevistas y declaraciones públicas, especialistas como el Dr. David Cervantes Barragán, jefe del Departamento de Genética del Hospital Central Sur de Alta Especialidad de Petróleos Mexicanos (Pemex), han abogado constantemente por programas de capacitación mejorados y una mejor distribución de los recursos médicos. Según el Dr. Cervantes Barragán, la odisea diagnóstica no solo afecta la calidad de vida de los pacientes, sino que también puede deteriorar la dinámica familiar y perjudicar el bienestar social. En contraste, la intervención temprana puede prevenir complicaciones, mejorar la esperanza de vida y aliviar parte de la carga del sistema de salud mexicano, que ya está sobrecargado.

Barreras para el diagnóstico temprano y el tratamiento

Uno de los principales obstáculos para la identificación rápida de enfermedades raras en México es la falta de conocimiento entre los médicos de atención primaria. Debido a que estas condiciones son poco frecuentes, rara vez se abordan en los programas típicos de formación médica. La mayoría de los médicos se enfocan en enfermedades más comunes, como la diabetes, la hipertensión o las infecciones respiratorias, lo cual es comprensible dado que estos padecimientos afectan a grandes segmentos de la población y ejercen una gran presión sobre el presupuesto de salud nacional.

El diagnóstico y tratamiento temprano de enfermedades raras no solo mejora la calidad de vida de los pacientes, sino que también reduce la carga económica sobre el sistema de salud. Por ejemplo, un médico general puede no sospechar inmediatamente una enfermedad genética rara cuando un niño presenta síntomas ambiguos o aparentemente inconexos. Como resultado, las personas con estas condiciones pueden pasar desapercibidas dentro del sistema de salud. Para cuando son remitidas a un especialista, es posible que ya hayan perdido meses o incluso años valiosos. Esta espera es crítica porque muchas enfermedades raras empeoran con el tiempo, y acciones rápidas—como la administración de enzimas o modificaciones en la dieta—pueden marcar una diferencia significativa en la vida de un paciente. La intervención temprana puede prevenir complicaciones, reducir hospitalizaciones y mejorar la esperanza de vida, lo que a largo plazo también disminuye los costos médicos.

Las limitaciones económicas también obstaculizan el acceso a la atención. El sistema de salud pública de México cubre servicios básicos, pero las pruebas genéticas detalladas tienen un alto costo y muchos pacientes no pueden pagarlas. Las pruebas de detección neonatal pueden identificar hasta 76 trastornos congénitos, pero su aplicación varía según el estado y el hospital. Mientras que algunos centros médicos realizan exámenes completos, otros solo ofrecen pruebas básicas. Además, análisis especializados como la secuenciación genética molecular—necesaria para confirmar un diagnóstico—suelen ser costosos y están disponibles solo en determinados hospitales y laboratorios.

“No todas las familias pueden costear estas pruebas, especialmente si el seguro no las cubre o si el sistema de salud pública no las ofrece”, explica Alejandra Zamora, coordinadora nacional de pacientes del Grupo Fabry México. Incluso cuando la tecnología está disponible, las listas de espera en hospitales públicos pueden ser largas. En algunos casos, las familias recurren a clínicas privadas, lo que genera un gasto adicional considerable.

Las desigualdades en la distribución de los recursos agravan aún más estos retrasos. Los principales centros urbanos de México, como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, cuentan con más instalaciones médicas avanzadas y especialistas. En cambio, los pacientes que viven en áreas rurales o marginadas a menudo se ven obligados a realizar largos viajes o conformarse con una atención menos especializada. Los altos costos de transporte y la pérdida de días laborales impiden que muchas personas busquen un diagnóstico, obligándolas a elegir entre atender su salud o cubrir sus gastos diarios.

Una vez que se diagnostica una enfermedad rara, surge un nuevo desafío: encontrar el tratamiento adecuado. Muchas de estas afecciones requieren terapias especializadas—como reemplazo enzimático, inmunosupresores o terapia génica—que dependen de presupuestos gubernamentales elevados o de costos significativos para los pacientes. Aunque existen algunos programas de apoyo, obtener acceso constante a estos tratamientos implica sortear obstáculos burocráticos y enfrentar una disponibilidad limitada. En algunos casos, los medicamentos necesarios ni siquiera han sido aprobados en México, lo que obliga a los pacientes a buscar opciones experimentales o importadas a un costo exorbitante.

Avances en la investigación genética y posibles soluciones

La concienciación pública y la defensa de derechos juegan un papel crucial en la implementación de cambios sistémicos. A pesar de los obstáculos, en México se están logrando avances para ayudar a las personas con enfermedades raras. Instituciones como el Hospital Central Sur de Alta Especialidad de Pemex, junto con centros de investigación pediátrica y clínicas especializadas, están colaborando cada vez más con organizaciones internacionales para mejorar la capacidad de pruebas genéticas y asesoramiento. Campañas como el Día de las Enfermedades Raras (celebrado cada año el 28 de febrero) visibilizan los problemas y desafíos de vida que enfrentan los pacientes y sus familias. Estas iniciativas no solo aumentan la concienciación, sino que también inspiran acciones, alentando a individuos, profesionales de la salud y responsables de políticas a trabajar para mejorar el diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades en México.

Una solución prometedora es ampliar el número de pruebas de detección para recién nacidos. Actualmente, algunos hospitales y clínicas en México utilizan pruebas que detectan diversas enfermedades metabólicas y hormonales. En un escenario ideal, estas pruebas estarían estandarizadas en todas las regiones del país, garantizando que cada recién nacido en México reciba un examen completo sin importar su lugar de nacimiento. Este enfoque podría reducir significativamente el tiempo de espera para detectar enfermedades raras, especialmente en niños muy pequeños. La detección temprana permitiría una intervención inmediata, ofreciendo mejores perspectivas de tratamiento y calidad de vida.

Junto con la mejora en las pruebas, muchos expertos insisten en la necesidad de que México invierta más en la formación de especialistas en genética y otros médicos altamente capacitados. Programas académicos que orienten a nuevos graduados hacia la genética y campos afines podrían aliviar la escasez de expertos. Becas y convenios con universidades extranjeras podrían atraer a más profesionales capacitados, quienes luego regresarían a trabajar en regiones con escasez de atención médica. Estas estrategias abordarían tanto la falta de conocimiento como la brecha entre la atención en zonas rurales y urbanas.

Otra estrategia clave es fortalecer la colaboración entre los grupos de defensa de pacientes y las agencias gubernamentales. Organizaciones como Grupo Fabry México ya están trabajando para informar a los responsables de políticas sobre las cargas financieras, emocionales y sociales que enfrentan los pacientes con enfermedades raras. Las voces de los pacientes pueden exponer las deficiencias del sistema y promover una legislación más inclusiva que respalde la investigación, subsidie pruebas avanzadas y fomente la concienciación pública.

La telemedicina también puede desempeñar un papel importante en la reducción de la brecha en el diagnóstico. La pandemia de COVID-19 demostró que es posible ofrecer consultas médicas a distancia. Para las familias que viven en áreas remotas, las sesiones en línea con especialistas pueden facilitar una evaluación temprana en lugar de enfrentar largas esperas. Si bien la telemedicina no reemplaza completamente las consultas presenciales, puede agilizar las derivaciones y orientar a los médicos locales sobre qué pruebas diagnósticas solicitar. Con la infraestructura digital adecuada, los pacientes podrían beneficiarse de la experiencia de los principales hospitales sin tener que trasladarse grandes distancias, reduciendo así los costos y el tiempo de espera.

Impacto a Largo Plazo y Resultados Esperanzadores

Pacientes como Ximena Nava, quien padece el síndrome de Morquio, enfrentan numerosos desafíos cuando aparece una enfermedad rara. Hace seis años, comenzó una terapia de reemplazo enzimático y desde entonces ha experimentado una notable mejoría en su vida diaria. Hoy en día, Ximena disfruta de una mayor independencia, puede caminar distancias más largas y está a punto de graduarse con un título en psicología.

Historias como la suya demuestran lo que es posible cuando los pacientes con enfermedades raras reciben el apoyo adecuado en el momento oportuno. Los especialistas afirman que la detección temprana y un plan de tratamiento preciso pueden transformar significativamente el curso de estas enfermedades, permitiendo que las personas estudien, trabajen y persigan sueños que de otro modo parecerían inalcanzables.

Además, cada caso de éxito contribuye a fortalecer la voluntad pública de corregir las deficiencias del sistema que dificultan la detección temprana. Cuando la sociedad y los medios de comunicación observan que una persona supera los obstáculos, aumenta la presión para destinar más recursos, crear centros especializados y fomentar la investigación. La conversación deja de ser exclusivamente médica y se convierte en un objetivo social compartido, en el que los pacientes con enfermedades raras asumen un papel activo en la defensa de sus derechos.

Sin embargo, los expertos advierten que ampliar la atención para enfermedades raras no es una tarea sencilla. Persisten desafíos prácticos—financiamiento, distribución de especialistas y acceso desigual a nuevas terapias—que deben resolverse para garantizar que todos los pacientes se beneficien. No obstante, el hecho de que México ya cuente con profesionales dedicados y organizaciones de apoyo sugiere que existe una base sólida sobre la cual construir. Con el tiempo, una mayor concienciación, políticas de apoyo más firmes y un incremento en la formación de genetistas podrían acelerar significativamente los tiempos de diagnóstico.

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En última instancia, cerrar la brecha de diez años en el diagnóstico de enfermedades raras no se trata solo de mejorar la tecnología o contar con más médicos. Es necesario construir un sistema inclusivo que reconozca las necesidades únicas de estos pacientes, invierta en investigación de vanguardia y trate cada diagnóstico con la urgencia que merece. La comunidad de enfermedades raras en México sigue luchando por una transformación sistémica, con la esperanza de que, en un futuro no muy lejano, ningún paciente tenga que pasar una década buscando respuestas a síntomas inexplicables. El objetivo común—compartido por profesionales de la salud, legisladores y pacientes—es garantizar que cada mexicano tenga acceso oportuno a un diagnóstico preciso, sin importar dónde viva o cuáles sean sus recursos económicos.

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