Millennials: De lealtades y dolores de cabeza
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¿Por qué a los empresarios no les gusta contratar Millennials?
Es curioso cómo una definición cambió de significado tan rápido. “Millennial”, lo que otrora significara simplemente “individuo nacido durante la década de 1980”, hoy significa “flojo. Inepto. Quejumbroso. Demandante. Exigente. Malo para trabajar”.
Esta no es mera aseveración nuestra. Hace poco, Javier Castañeda Monter, presidente de la zona centro de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), atajó claramente que “la generación del milenio son contratados por las empresas para trabajos concretos, donde no puedan hacer daño”.
¡Duras palabras de un alto representante del gremio laboral! Pero, ¿a qué se refiere exactamente Castañera Monter? ¿Qué significa “hacer daño” dentro de una empresa? A grandes rasgos y dentro de un foro en el cual fue participante, el presidente de zona de la Coparmex explicó que las reglas y modelos de liderazgo son percibidos y priorizados de manera diferente por buena parte de la población nacida entre 1983 y el año 2001.
Las empresas invierten docenas de miles de dólares solamente en capacitar a sus empleados, tanto a quienes son de reciente ingreso como a quienes ya llevan cierto tiempo. Esta inversión corre un altísimo riesgo de convertirse en un gasto, considerando que solo 9 de cada 100 empleados deciden quedarse trabajando en el negocio que les abrió las puertas y los capacitó.
Más de la mitad de los jóvenes y adultos que conforman la generación millennial han cambiado de carrera profesional. El 30% de esa mitad exige un plan de carrera por parte de la compañía que los ocupa, que quieren que cambie cada semestre.
“Los millennials son un dolor de cabeza”, sentencia Javier Castañeda Monter. Respalda su declaración dadas las actitudes poco tolerantes de esta última generación de trabajadores. Esta característica nace de un sentido de inmediatez y dinero fácil, sin esfuerzo, originado por la manera de pensar que envuelve a los millennials.
Sin embargo, ¿no son los dueños y sus empresas los que se tienen que adaptar a los empleados, y no al revés? Después de todo, nadie se pondría la camiseta de una compañía que no se pone en sus zapatos.
Latin American Post | Rubén Ricardo Rey
Copy edited by Susana Cucchetto