¿Está Rosario Murillo detrás del poder en Nicaragua?
¿Cómo ha influido la excéntrica vicepresidenta nicaragüense en la política de su país?
Los últimos días en Nicaragua han sido los más violentos en los últimos años. Por cuenta de una reforma pensional que quiso impulsar el gobierno del presidente Daniel Ortega, miles de nicaragüenses salieron a las calles a manifestarse en contra de la medida, que buscaba reducir en 5% las pensiones de los pensionados y aumentar el aporte de los contribuyentes.
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El gobierno mantuvo silencio durante los primeros días de manifestación hasta que la vicepresidenta, Rosario Murillo, apareció públicamente para dar la versión oficial de los hechos. Durante cinco días de protestas, reprimidas ferozmente por las fuerzas militares, 90 civiles fueron heridos y 30 asesinados. La situación no podía estar peor; incluso hubo llamados por otros países y el Papa Francisco por la calma. La presión fue tanta que el presidente Ortega anunció que cancelaría la medida, con la esperanza que las protestas se apaciguaran; esto no sucedió.
Lo que está pasando en Nicaragua trasciende a la reforma pensional y hay clamores por la renuncia de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. Si bien es conocida la historia del ex guerrillero, quien participó en el derrocamiento de la dictadura de los Somoza en 1979 y ahora al mando del país centroamericano, su pareja es una figura menos vistosa, pero no por eso menos influyente.
¿Quién es Rosario Murillo?
Murillo, nicaragüense de nacimiento y sobrinanieta del revolucionario Augusto César Sandino, se crió en una familia acomodada que le permitió estudiar idiomas en el exterior. En 1967 se convirtió en profesora de lenguas en Managua. Dos años después se unió al movimiento insurgente Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), desde donde denunció a la dictadura a través de su poesía.
Murillo conoció a Ortega en 1978, cuando él vivió en Costa Rica durante su autoexilio. La revolución estaba en su auge y el año siguiente, el dictador de Nicaragua, Anastasio Somoza Debayle, abandona su país mientras que las fuerzas del FSLN entran a Managua. Entre 1979 y 1985, Ortega fue miembro de la Junta de Reconstrucción Nacional; ese mismo año, se convirtió en presidente del país.
Mientras que Ortega buscaba fondos y credibilidad en la revolución en el exterior y lideraba Nicaragua, Murillo lo acompañó en todo momento. Trabajó desde 1981 en Ventana, el suplemento cultural del diario del FSLN. Durante el primer mandato presidencial de su esposo (1985-1990) influyó fuertemente en el programa de gobierno de él, haciendo de la cultura una de las prioridades. En 1984 fue diputada de la Asamblea Nacional, cargo que ocupó hasta 1990, cuando también terminó su periodo como directora del Instituto de Cultura del país. Allí contribuyó enormemente a al promoción de artistas nicaragüenses.
En 2005 se casa con Ortega y al año siguiente él logra su segundo periodo presidencial. Desde ese punto en adelante, Murillo ha ganado protagonismo en el gobierno, tanto así que a partir de enero de 2017, ella ocupa la vicepresidencia de Nicaragua. Paulatinamente, se ha convertido en la cara visible del gobierno, como cuando se dirigió al país para contra la versión oficial de los hechos el 19 de abril.
Fue responsable del rediseño de las imágenes oficiales de su país, obedeciendo el estilo excéntrico que le caracteriza, así como de la instalación de los polémicos “árboles de la vida”, cuya función es principalmente simbólica y que también son objeto de protesta en los últimos días.
De las controversias más sonadas en las que estuvo envuelta está el caso de presunta violación a su hija Zoilamérica Narváez por parte de su esposo, esto en 1998. Narváez denunció que había sido abusada por su padrastro desde los 11 años, pero las denuncias fueron desestimadas por la inmunidad que Ortega gozaba por haber sido presidente. Murillo públicamente reconoció, en varias ocasiones, que se “sentía avergonzada” de su primogénita por querer perjudicar el nombre de Ortega.
El rol de Murillo en su país es problemático, puesto que gracias a la influencia de su esposo, ha podido ocupar una multiplicidad de importantes cargos en el país, lo que refleja tendencias nepóticas en el gobierno de Nicaragua. Esto sumado al aferramiento al poder que la pareja profesa, solo puede desembocar en un mayor desequilibrio social que el visto en los últimos días en el país centroamericano.
LatinAmerican Post | Iván Parada Hernández
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