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¿Es ético comprarle a Nike o Adidas?

Las marcas deportivas más valiosas del mundo han sido objeto de crítica por sus prácticas corporativas, como la explotación laboral y el trabajo infantil

¿Es ético comprarle a Nike o Adidas?

Desde la década de los noventa, el debate de la explotación laboral y el trabajo infantil se intensificó. La discusión se amplió tras conocerse que empresas como Nike y Adidas contrataban fábricas que no cumplían los estándares mínimos de salario o que tenían niños trabajando en sus instalaciones. Si bien estas compañías se han esforzado por reducir estas prácticas, aun queda un largo camino para lograr una producción responsable.

Estas empresas y muchas otras acostumbran a contratar fábricas en países en vía de desarrollo, donde la mano de obra es más barata y las legislaciones laborales son más flexibles. A fin de cuentas, esto permite abaratar los costos de producción y si se quiere dominar el mercado textil, se convierte en un paso necesario para estas empresas. Pero, ¿a qué costo?

Los antecedentes

En abril de 2005, Nike se vio obligada a revelar cuál era su cadena de producción, lo que incluía a 700 fábricas alrededor del mundo. Esto sucedió a raíz de la creciente presión que enfrentaba la empresa por las críticas de explotación laboral e infantil. Durante esa rendición de cuentas, se encontró que existían abusos a trabajadores, de índole física y verbal, en cuatro de las fábricas que le proveían en Asia.  

Aunque en 1992 la compañía había elaborado un código de conducta que rechazaba la explotación laboral y se había adherido a un sin fin de acuerdos en favor de los derechos humanos, en el año 2000, un documental de la BBC probó que habían varias faltas a estos compromisos.

Entre lo que el documental expuso, se evidenciaron abusos sexuales y niños trabajando sin descanso, lo que llevó a Nike y a la empresa de ropa GAP a cerrar sus fábricas en Camboya.

En 2014, en una de las plantas de producción de Nike y Adidas en China entró en huelga, luego de que los trabajadores reclamaran por mejores salarios y cobertura social. La planta Yue Yuen, que se autodenomina como la fábrica de mayor producción de calzado en el mundo, les debía hasta 3000 dólares en salario.

Por otra parte, Adidas no es tan transparente como su principal competencia, puesto que la información de su cadena de producción no es de dominio público. En los mismos escándalos que ha sido criticada Nike, Adidas se ha visto involucrada, aunque es la empresa estadounidense la que se lleva la mayoría de críticas.

En 2015, Humans Right Watch hizo una denuncia de una de las empresas que surte a Adidas, localizada en Camboya, que obliga a sus trabajadores a que trabajen hasta más allá de las nueve de la noche.  El mismo informe califica a las condiciones de trabajo en dicha fábrica como “esclavistas”.

Y…¿ahora?

Actualmente, Nike utiliza 567 fábricas en 42 países, empleando en el proceso a un poco más de 1 millón de trabajadores. El 48% de estas están localizadas en China (24%), Vietnam (14%) e Indonesia (6%). Pasaron casi dos décadas hasta que la empresa estadounidense  aprobó un plan de transparencia que permitía hacer seguimientos más cercanos a sus procesos de producción, así como la confirmación de su compromiso social y ambiental.

En la misma línea se mueve Adidas, que busca hacer de sus procesos productivos más sostenibles, basándose en ejes de protección a medio ambiente y a sus trabajadores. No obstante, la información acerca de este plan sigue sin ser pública. La compañía manifiesta que se asegura de que todos sus empleados sean compensados con salarios, beneficios y compensaciones por su trabajo. 

Entonces, ¿es ético comprar estas marcas?

La respuesta a la pregunta no es tan sencilla. Si bien estas compañías tratan de ser transparentes con sus procesos productivos, es claro que las prendas que se producen en Asia se realizan bajo condiciones injustas para los trabajadores de las fábricas. Por ejemplo, los sueldos siguen siendo bajos. 

En este sentido, es responsabilidad del consumidor verificar que lo que compra proviene de países con condiciones laborales humanitarias para así dejar de contribuir con la explotación laboral.

En el caso de los colombianos, los ciudadanos pueden sentirse tranquilos al comprar la camiseta de su selección ya que esta se produce en una fábrica de Cali. Comprar los productos locales no solo es luchar contra la explotación laboral, también significa apoyar las industrias nacionales. 

 

LatinAmerican Post | Iván Parada Hernández
Copy edited by Marcela Peñaloza

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