¿Puede Nicaragua convertirse en otra Venezuela?
Nicaragua y Venezuela enfrentan un estallido social debido a los presidentes ilegítimos que los gobiernan, colocándolos en el ojo de la OEA
Desde abril, los nicaragüenses se declararon en desobediencia civil en contra de la reforma de Seguridad Social del presidente Daniel Ortega. La crisis social y política de Venezuela y Nicaragua los coloca sobre la mesa en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que declaró el apoyo al pueblo de Nicaragua e inició un proceso que, de ser aprobado, suspendería la participación de Venezuela dentro de la organización.
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Tanto en Nicaragua como en Venezuela el pueblo ha rechazado a los gobernantes, a los que etiquetan como totalitarios e ilegítimos. Aunque el gobierno de Maduro y el de Daniel Ortega haya producido un estallido social casi idéntico, se diferencian en modelo político y económico, relaciones internacionales, entre otras cosas. Para evaluar si es posible o no que Nicaragua termine como Venezuela, a continuación se puntualizan las similitudes y diferencias más importantes entre la situación que enfrentan los dos países:
Similitudes
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Protestas violentas
Las protestas de Venezuela y Nicaragua son prácticamente idénticas, desde las trancas en las calles hasta la represión policial subida de tono. En ambos casos los manifestantes eran en su mayoría jóvenes, luego se unió la clase trabajadora y los jubilados. La presencia en redes sociales también jugó gran parte en ambas protestas con los hashtags #SOSVenezuela y #SOSNicaragua. El reportaje en estos medios alternativos ocurre debido a que en ambos países los noticieros están altamente restringidos y dominados por el gobierno. Durante las protestas tanto de Venezuela como de Nicaragua se reportaron grupos de civiles armados a favor del gobierno. Hasta hoy, se han reportado oficialmente 127 víctimas en las protestas de Nicaragua, superando a los 112 fallecidos durante las protestas de Venezuela en un período similar.
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Fraude electoral
El gobierno de Maduro y el de Daniel Ortega han sido acusados de ilegítimos debido a la falta de transparencia en los procesos electorales. Pedro Brieger, director del portal de noticias NODAL (Noticias de América Latina y el Caribe), afirmó sobre Daniel Ortega que los procesos electorales de Nicaragua han estado “plagados de ilegalidades” desde el 2007. “En 2011, Ortega se presentó nuevamente a la presidencia a pesar de que la Constitución se lo prohibía de manera clarísima porque estaba prohibida la reelección continua, y además practicó un flagrante fraude a fin de controlar la Asamblea Nacional”, explicó Brieger.
También recuerda que en el 2016 Ortega se volvió a reelegir, nombró vicepresidenta a su esposa Rosario Murillo y usó “su control del Consejo Supremo Electoral para eliminar administrativamente a partidos de oposición. En consecuencia hubo una enorme abstención, que fue la manera de la gente de expresar su rechazo al proceso”. Esto recuerda a la Asamblea Nacional Constituyente de Maduro, que nulifica a la Asamblea Nacional elegida de manera legítima y que es mayoritariamente opositora. También recuerda a la notable abstención de los venezolanos en la reciente reelección ilegítima de Maduro, que la comunidad internacional rechaza. Además de que ambos gobiernos se encargaron, a su manera, de inhabilitar a los partidos de oposición.
Diferencias
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Presencia de oposición
Los manifestantes no parecen tener afinidad política con la competencia de Ortega, sino que aparecen como oportunistas que aprovechan el estallido social para hacer campaña política sin un apoyo mayoritario. Los estudiantes y empresarios se rebelan en contra del régimen sandinista de Daniel Ortega sin un partido político organizado. En cambio, en Venezuela, a pesar de que la oposición actualmente se muestra desarticulada, nombres como el de Leopoldo López, Henrique Capriles y María Corina Machado son representativos de la oposición entre los protestantes.
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Situación económica
A pesar de que Nicaragua es el país más pobre de Latinoamérica, después de Haití, la gestión económica de Ortega ha sido positiva para la región, que desde el 2011 presenta un crecimiento económico de al menos un 4,4% por año. Ortega está aliado con el sector empresarial que, aunque han sido parte de la protesta en contra del Seguro Social, no se interpreta como una ruptura total de las relaciones con el gremio. El modelo de Ortega es uno que se sustenta en la alianza público-privada, es capitalismo vestido de izquierda. A diferencia de Maduro, que sigue los lineamientos castro-comunistas, es un gobierno populista que subsidia a los pobres y regala el petróleo mientras su economía se desploma.
Nicaragua no tiene el petróleo de Venezuela, exporta materia prima como café, oro, algodón y carne, tienen escasa inversión industrial y aun así se mantiene estable a un paso lento. Venezuela, con todas sus riquezas naturales y su reserva de petróleo, sufre de la mayor inflación del mundo. Maduro se escuda culpando a una supuesta guerra económica liderada por agentes internacionales, mientras que la oposición adjudica la crisis económica a la mala gestión de gobierno.
Nicaragua y Venezuela son países llamados de izquierda. Ambos están bajo un régimen totalitario que ha trucado elecciones presidenciales, además de colocar gente estratégica en organismos que deberían representar la democracia del país. Ambos gobiernos han censurado los medios de comunicación y reprimido manifestaciones de forma violenta. Aunque el escenario económico en Nicaragua no pinta tan mal como en Venezuela, esto no debería excusar la violación de libertad y derechos humanos de los nicaragüenses.
Latin American Post | María de los Ángeles Rubio