ANÁLISIS

Informalidad en América Latina: ¿Necesidad o alternativa?

En algunos países latinoamericanos la actividad laboral informal representa el 60% del mercado ¿Se debe considerar una alternativa real al empleo formal?

Informalidad en América Latina: ¿Necesidad o alternativa?

En Latinoamérica, al menos 140 millones de personas sobreviven mediante la informalidad. De acuerdo con el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), en algunos países de la región el sector informal es más grande que la economía formal, comprendiendo más del 60% del mercado de trabajo.

Read in english: Informal working in Latin America: is it a real alternative?

Este flagelo ha sido un claro indicador del nivel de pobreza de una nación. Sin embargo, hay quienes consideran la salida del “rebusque” como una oportunidad para generar mejores ingresos que los salarios básicos.

De los 140 millones de trabajadores informales en la región (cantidad que incluso supera la de África subsahariana), 27 millones son jóvenes. Según cifras del Foro Económico Mundial, seis de cada 10 jóvenes no tiene trabajo en América Latina.

Este factor clasifica a la región en los rangos de mayor desempleo en la población mencionada a nivel global y excluye a la población mencionada de las garantías básicas como seguridad social, pensión y salud.

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La informalidad laboral representa el segmento de la fuerza de trabajo que desempeña labores inestables y de baja productividad. Para muchos expertos, este flagelo responde a las insuficientes dinámicas económicas de un Estado y es un refugio para la sociedad inmersa en la pobreza. No obstante, quienes viven esta realidad en carne propia, ven la actividad informal como una alternativa favorable para generar ingresos mayores a los ofrecidos por desempeñar otros trabajos formales.  

Según apreciaciones del politólogo y columnista Roberto Rave, la construcción de estos sistemas paralelos obedece a un “sistema regulatorio complejo” y a los altos impuestos, en muchas ocasiones difíciles de pagar. 

Una “causa de los altos índices de informalidad que padecemos en América Latina son los impuestos. No solo porque son altos, sino que, en general, resultan muy difíciles de pagar. En Colombia, por ejemplo, entre lo nacional, departamental y municipal, se suman una enorme carga tributaria para las empresas. Esto incentiva la evasión”, indica Rave en uno de sus artículos publicados en CNN. 

¿Hombres o mujeres, quiénes son los más afectados?

De acuerdo con estadísticas publicadas por el Foro Económico Mundial en un informe de 2017, Costa Rica (30,7%), Uruguay (33,1%), Brasil (36,5%), Panamá (40,4%) y Argentina (46,8%) son las cinco naciones latinoamericanas con los menores índices de trabajo informal.

Por el contrario El Salvador, Honduras y Guatemala se posicionan en el final de lista con la mayor incidencia de informalidad laboral con el 65,6%, 72,8% y 73,6% respectivamente.  

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Por otro lado y según información de la Organización de las Naciones Unidas, de las 2.000 millones de personas que a nivel mundial se ven obligadas a desempeñar actividades económicas no reguladas y sin garantías, 740 millones son mujeres. 

En regiones de África, Asia y los Estados Árabes afectados por el flagelo en mención, los hombres son en su mayoría quienes ocupan los empleos informales. Sin embargo, en América Latina, la relación se invierte y la tasa de mujeres trabajando de manera informal supera la de los hombres. 

Asimismo, en la región latinoamericana la población joven es otro de los grupos con mayor presencia en las actividades de “rebusque”, representando el 46,2% en comparación con el 40% de los adultos, confirman estadísticas de la OIT.  

¿Una real alternativa?

Si bien organizaciones internacionales y especialistas en economía coinciden en reconocer la informalidad como un fenómeno responsable de la desigualdad, exclusión social y pobreza de un país, las personas involucradas en estas actividades –comercio informal, labores en hoteles, restaurantes, almacenes, trabajo doméstico, venta ambulante, entre otros-, consideran el “rebusque” como una alternativa que les permite generar más ingresos que algunas labores asalariadas. 

Hasta el momento, no se conocen cifras oficiales que puedan sustentar dicho postulado. No obstante, estudios de la CEPAL han observado que de acuerdo con el grado de desarrollo de determinada economía, las actividades consideradas “informales” comprendidas en sus formas de comercio, servicio y pequeñas unidades de producción, pueden generar mayores ingresos que un empleo de salario mínimo.

Tales ganancias no son garantía de estabilidad ni para las familias que dependen de esta forma de trabajo, ni para las economías que buscan alternativas para disminuir la pobreza. 

 

LatinAmerican Post | Krishna Jaramillo
Copy edited by Marcela Peñaloza

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