¿Nacionalismo en la puerta europea?
Mientras que en Polonia se celebraba el día de la independencia con un aire de ultraderecha, Europa Occidental ya vio caer el muro de contención alemán
A principios de noviembre, miles de nacionalistas polacos se tomaron las calles de Varsovia en la marcha anual que conmemora el día de la Independencia de Polonia. Esta ocasión fue organizada bajo el lema “Queremos a Dios”, un mensaje que busca demostrar la importancia que tiene la iglesia católica y el cristianismo en la identidad de Europa.
Para los medios locales fueron cerca de 100.000 personas las que recorrieron las calles de la capital polaca con banderas, bengalas y carteles en los que abiertamente criticaron a la Unión Europea, el avance del islamismo en el continente y la continua acogida de refugiados por directrices impulsadas desde Bruselas.
“Queremos a Dios” pretende, según los organizadores de la marcha, recordar que Polonia es un bastión de la fe y la religiosidad dirigida al cristianismo mientras demuestra que las ideas liberales impuestas por la Unión son contrarias a lo que vive cada país. Se quiere reivindicar “el catolicismo frente al ateísmo impuesto desde Europa”, dijo el portavoz de la organización, Robert Bakiewicz.
El debate sobre migrantes se ha hecho central en países primermundistas haciendo resurgir el nacionalismo. Nacionalistas, tanto en Estados Unidos como en Europa, se han manifestado contra lo externo. El Brexit fue el resultado de un discurso que apela al nacionalismo y que impulsaba medidas contrarias a lo propuesto por la Unión Europea.
Con los resultados de las recientes elecciones en Austria, el auge de la ultraderecha se manifestó en el corazón de Europa. La fuerza social demócrata de la región se ha visto relegada a lugares en los que incluso se amenaza su estancia en los parlamentos en los gobiernos. Sebastian Kurz, político austriaco, ganó fuerza con un discurso ultranacionalista y conservador que lo muestra como el protector de los intereses austriacos y de su población.
En la republica checa, Andrej Babis gano las elecciones legislativas consolidando el poder de la derecha en la región. Si bien en 2013, Babis hacia parte de una coalición con la socialdemocracia, hoy en día es un enemigo que promueven la división europea, así lo califica el político.
El debate sobre migrantes se ha hecho central en países primermundistas haciendo resurgir un movimiento nacionalista
Estas dos nuevas manifestaciones triunfantes del nacionalismo de ultraderecha se suman a otros casos más consolidados y amenazantes: Polonia, Hungría y Eslovaquia, países que se constituyen en el corazón de Europa y pueden esparcir sus ideas fácilmente por su ubicación.
Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Hungría constituyeron el llamado Grupo de Visegrado para defender sus intereses en cierta forma desafiante frente a una Europa abierta y liberal. El grupo se ha caracterizado por un manejo elevado del nacionalismo y, con la adhesión simbólica de Austria, demuestra el crecimiento por las mismas preocupaciones.
Estos países centroeuropeos presentan peculiaridades distintivas, pero no es difícil encontrar factores comunes en lo que respecta a su pensamiento e idea de nacionalismo, el rechazo visceral de la inmigración, la recuperación retórica de la identidad nacional amenazada, la demonización de cualquier crítica procedente del exterior, la asimilación de la disidencia interior con la traición y la conspiración extranjera, el debilitamiento de los mecanismos de control democrático o la paulatina desaparición de la división de poderes.
Latin American Post | Carlos Eduardo Gómez Avella
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