AMÉRICAS

Coronavirus: en América Latina faltan pruebas

La razón del aumento exponencial de muertos en Ecuador puede deberse a la falta de acceso a las pruebas, lo que está ocurriendo en toda la región

Científica con una placa de Petri

La falta de pruebas en Latinoamérica es un factor que está agravando la expansión del virus. / Foto: Unsplash – Drew Hays

LatinAmerican Post | Juliana Suárez

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El coronavirus entró a América Latina pisando fuerte y uno de los países más afectados hasta el momento ha sido Ecuador, cuya población es de un poco más de 17 millones y ya cuenta con 1291 muertos. 

Después de que Wuhan, en China, confirmara un 50 por ciento más de muertes por coronavirus que las que se tenían registradas, la OMS hizo un llamado a los países a revisar sus cifras y completar todos los registros para que los números estuvieran al día. Tan solo un día después de esta advertencia, Ecuador pasó de confirmar 474 muertos por COVID-19 a sumar otros 817 decesos que no han sido probados pero que tuvieron relación con enfermedades respiratorias.

Adicional a los decesos nuevos, días antes se sumó a la preocupación del país el caso de la provincia de Guayas, lugar donde se encuentra la mayoría de sus casos. Además de la tragedia que ha circulado por la falta de lugares para cremar a los muertos en Guayaquil, el número de fallecimientos del mes de marzo y abril ha sobrepasado la normalidad de la provincia. 

Según El Tiempo, “en esta circunscripción territorial se registra un promedio de 2 mil fallecimientos cada 30 días: en enero de este año se asentaron 1.943 actas de defunción y en febrero, 1.676”. Sin embargo, en los primeros días de abril hubo un registro de 6.700 y aunque los número continúan en ascenso, en la mayoría de casos se desconoce que haya contagio del virus.

Esto significa que las cifras oficiales no corresponden al posible número real de contagios y de muertos por coronavirus. Y, a diferencia de lo que se puede juzgar a primera vista, la inconsistencia no corresponde al intento de los gobiernos por ocultar la verdad, sino a la incapacidad de éstos y sus sistemas de salud para llevar un registro al día de los casos. Esto, principalmente, es por las pocas pruebas que tienen los países de la región, lo cual los limita y muchas personas con síntomas no son atendidas como contagiadas.

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En países como Corea del Sur, por el contrario, se concentró la atención en la realización de pruebas, llegando a realizar alrededor de 15 mil pruebas diarias afuera de los hospitales. Este control permitió tomar las medidas necesarias en su momento, además de llevar un registro más exacto para poder controlar la situación en el sistema de salud y de emergencias.

La falta de pruebas, por un lado, impide testeos masivos a la población para descartar posibles casos y evidenciar focos de infecciones en las ciudades. Esto afecta directamente el número de casos, pues muchas personas se quedan en sus casas a la espera de una prueba, a pesar de tener los síntomas y complicaciones del virus. Por otro lado, específicamente en el caso de Ecuador y también ocurre en Brasil, las pruebas se están realizando a personas vivas, por lo que muchos sospechosos que mueren no se logran comprobar.

Otro de los problemas en relación a las pruebas de COVID-19 es el proceso para analizar los resultados. Aunque de forma estándar las pruebas deberían determinar los resultados en un lapso de 24 horas, en algunos países se están demorando días e incluso semanas. Esto significa que los resultados que vemos hoy en día son realmente los números de días atras, lo que ha llevado a un subregistro de casos y de muertos en toda la región.

Asimismo, en muchos países de la región, como México y Brasil, se ha aumentado el registro de “neumonías atípicas” y enfermedades relacionadas con la “influenza”. Estos casos, entonces, no estarían siendo registrados como coronavirus ni tratados como tal, por lo que tampoco se están realizando la pruebas, aunque sean cuadros similares al del Coronavirus.

“Todo lo que vemos es la punta del iceberg", dice a BBC la médica Carolina Lazari, jefa médica del laboratorio de biología molecular del Hospital das Clínicas.

Brasil y la cuarentena

En Brasil la situación resulta similar a Ecuador en cuanto a la inexactitud en el conteo de las pruebas y las cifras oficiales. Éste se ha convertido en el país con más casos, llegando alrededor de 40 mil casos y 2.500 muertes. Los números, aunque son los más altos, proporcionalmente no son los peores, pues tiene 210 millones de habitantes.

A pesar de que en general la región entera se encuentra en este problema relacionado con el acceso a las pruebas, el caso de Brasil resalta pues su presidente ha tenido un manejo polémico para prevenir y contener la propagación.

El presidente Jair Bolsonaro ha dado fuertes declaraciones desde el comienzo de la contingencia en la región, afirmando que es una simple “gripe” que si, por ejemplo, a él le diera, no sería grave y se curaría. Así, ha intentado ir en contra del aislamiento preventivo pese a las recomendaciones de las organizaciones internacionales y de su propio gobierno.

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Debido a esta fuerte posición en contra del distanciamiento social, Bolsonaro terminó por destituir a su ministro de Salud, el médico Luiz Henrique Mandetta, con quien se venía enfrentando desde marzo cuando aumentó la necesidad de reforzar las medidas. La situación previa a la destitución era de tensión entre ambas figuras y el presidente desestimó en varias ocasiones las declaraciones del ministro. Esto afectó la eficacia de las medidas en el país, pues los ciudadanos no sabían a cuál de los dos debían prestar atención.

Como última muestra de su posición frente a las medidas, Jair Bolsonaro encabezó una manifestación multitudinaria el pasado domingo en frente al Cuartel General del Ejército en Brasilia para pedir una intervención militar y el cierre del Congreso, rompiendo así el aislamiento preventivo. El mandatario critica a algunos miembros parlamentarios, a gobernadores y a alcaldes, que están en contra de medidas drásticas de distanciamiento y pide apoyar “el AI-5 (acta institucional número 5), que en 1968 cerró el Congreso y suprimió numerosas garantías constitucionales”, según El Tiempo. A la manifestación acudieron alrededor de 600 personas.

Actualmente, epidemiólogos de Brasil aseguran, al igual que sucede en toda la región, que las cifras reales deben estar muy por encima de las oficiales, y de esto responsabilizan también a la falta de pruebas.

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