Medio ambiente

¿Qué puede aprender Latinoamérica de Ciudad del Cabo?

La diversificación y la sostenibilidad son lecciones clave para los líderes suramericanos en cuanto a la creciente crisis del agua en Sudáfrica

¿Qué puede aprender Latinoamérica de Ciudad del Cabo?

Ciudad del Cabo, la segunda ciudad más grande de Sudáfrica, famosa por su esplendor natural, se está acercando rápidamente a la fecha en que debe apagar la mayoría de las tuberías de agua de la ciudad. El 9 de julio fue denominado el Día Cero, pues marca el momento en que los funcionarios sudafricanos predicen que las presas circundantes de la ciudad se secarán, se cerrarán fuentes de agua suburbanas y dejarán millones de ciudadanos sin agua corriente.

Read in english: What can Latin America learn from Cape Town?

 

Mientras los funcionarios locales y los departamentos de agua de Ciudad del Cabo se esfuerzan por extender el agua restante y diseñar soluciones a corto plazo, Latinoamérica debe estar atenta a la evolución de la situación, ya que sus regiones enfrentan sequías cada vez más destructivas.

 

Hace apenas tres años, Ciudad del Cabo se presentó como un faro de conservación y gestión del agua. En 2015, Ciudad del Cabo ganó el premio de ‘Implementación de Adaptación’ de C40 por su “programa integral de conservación del agua y gestión de demanda de agua (WCWDM) destinado a minimizar el desperdicio de agua y promover el uso eficiente de agua”. Vale la pena resaltar que C40 es una colección de ciudades internacionales dedicadas a la lucha contra el cambio climático.

 

Ahora, después de tres años de sequías severas y un influjo de residentes, los niveles de agua en las represas proveedoras han sido diezmados. La ciudad arriesgó su suministro de agua debido a la dependencia en la recolección de lluvia. En julio, si los niveles de agua siguen cayendo a este ritmo, casi cuatro millones de ciudadanos solo encontrarán agua en los doscientos puntos de recolección de la ciudad.

 

En los últimos tres años, Latinoamérica también ha sufrido sequías extremas y síntomas crecientes del cambio climático. Las muertes por desnutrición se han disparado en Colombia debido al acceso al agua como resultado de la peor sequía del país en la historia. A fines de 2016, más de la mitad de las provincias de Bolivia se han visto afectadas por la peor sequía del siglo. El año pasado, los agricultores peruanos se apresuraron a redistribuir agua a más de 6.400 hectáreas de cultivos debido a la escasez de agua.

 

Lo más notable, sin embargo, es que una reciente sequía de tres años llevó a Brasil – y especialmente a São Paulo – a su peor crisis de agua en los últimos 100 años. Los residentes de São Paulo enfrentaron cortes diarios de agua de 12 horas y llegó a punto de un horario de racionamiento: cinco días sin agua y dos días con agua. Los niños sufrieron deshidratación y los residentes recurrieron a consumir de fuentes de agua contaminadas por aguas residuales. Además, la sequía en Brasil provoco un problema doble debido a su gran dependencia de la hidroelectricidad. Con el 70% de su energía derivada de la energía hidroeléctrica, millones de ciudadanos perdieron simultáneamente el acceso al agua y la electricidad.

 

Ciudad del Cabo ha acelerado hacia condiciones similares, y con los pronósticos actuales, los funcionarios se están preparando para consecuencias aún más violentas a medida que los ciudadanos luchan por el agua. El gobierno nacional está luchando para bombear más agua del suelo y construir plantas de desalinización. No obstante, los académicos creen que la diversificación del agua debería haber comenzado hace años.

 

“Ciudad del Cabo nos enseña que las crisis de agua rara vez son una cuestión de lluvia”, dice David W. Oliver, investigador de South Global Climate. “Y con respuestas oportunas a las declaraciones de desastres, la infraestructura de aumento de agua ya podría haber estado en funcionamiento.”

 

El gobierno brasileño aparentemente ha hecho grandes mejoras con la diversificación de su abastecimiento de agua. São Paulo, por ejemplo, desvió el agua de las cuencas fluviales cercanas, reparó tuberías con fugas para ahorrar un 6% más de agua y perforó 400 pozos nuevos para acceder al agua subterránea.

 

Sin embargo, otros gobiernos latinoamericanos siguen siendo excepcionalmente miopes. Colombia impuso restricciones de uso e invirtió más en depósitos de lluvia localizados. El gobierno peruano invirtió y distribuyó en tabletas de purificación, pero no ha abordado las causas subyacentes y las soluciones a largo plazo. Con los pronósticos meteorológicos de sequía para este año, los gobiernos deberían comenzar a preparar soluciones a largo plazo para problemas hídricos del pasado.

 

¿Cómo puede Latinoamérica repensar su relación con el agua? Considerando que los fenómenos climáticos cada vez son más erráticos. ¿Cómo puede la región garantizar un futuro sostenible para el recurso más vital de la humanidad?

 

Los años de sequía recientes han evidenciado los peligros de la dependencia singular del agua lluvia. Las instituciones gubernamentales deben ser proactivas, en lugar de reactivas. Las fuentes de agua deben diversificarse y adaptarse al cambio climático global. Los próximos meses serán ciertamente difíciles para Ciudad del Cabo, pero su advertencia para las próximas crisis, con suerte, puede ser un estudio de caso sobre la respuesta al cambio climático para Latinoamérica.

 

Latin American Post  Jesse Brooks
Copy edited by Marcela Peñaloza

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