ANÁLISIS

¿Ha fracasado la política antidrogas?

La principal política de los gobiernos para contrarrestar el tráfico ilegal de drogas ilícitas ha sido el prohibicionismo. ¿Ha funcionado?

¿Ha fracasado la política antidrogas?

La relación histórica de muchos países de América Latina con las drogas ilícitas ha sido muy estrecha. Más allá de ser sustancias utilizadas para practicas ancestrales, estas han sido el mecanismo de diversos grupos narcotraficantes para establecer, gracias a los recursos que su economía genera, territorios controlados donde confluyen diferentes fenómenos como la violencia, el tráfico de armas, trata de personas, secuestros, etc.

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El narcotráfico ha existido en la región desde hace mucho tiempo. La historia violenta de muchos de los países de Latinoamérica, muchas veces tergiversada por novelas o series alrededor del mundo, tiene su origen en el fenómeno del narcotráfico, el cual para los Estados ha sido imposible suprimir, a pesar de cualquier esfuerzo individual o colectivo.

La principal política de los gobiernos para contrarrestar el tráfico ilegal de drogas ilícitas ha sido el prohibicionismo, traducido en la actual lucha contra las drogas, impulsada desde la mitad del siglo XX. Con base en esto, los gobiernos han llegado a acuerdos a lo largo de la historia para contrarrestar el cultivo, el tráfico y el consumo de sustancias no reguladas.

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Una de las estrategias con más vigencia y más reconocida a nivel global es la que se aprobó en la “Declaración Política y el Plan de Acción sobre cooperación Internacional en favor de una estrategia integral y equilibrada para contrarrestar el problema mundial de las drogas”, planteada en la ONU desde 2009 con una visión de 10 años para su cumplimiento. En ella se plantea un conjunto de mecanismos para eliminar o reducir toda la cadena de las sustancias sometidas a fiscalización internacional, desvío de precursores (sustancias legales que sirven de base para la elaboración de estupefacientes) o lavado de dinero.

A poco tiempo de finalizar la implementación del plan, el Consorcio Internacional sobre Políticas de Drogas (IDPC) ha realizado una evaluación de dicha estrategia plasmada en su informe “Balance de una década de políticas de drogas – Informe sombra de la sociedad civil”, contrastado los objetivos de la misma con los resultados obtenidos un año antes de su culminación:

Objetivo 1: Eliminar o reducir considerable y mensurablemente “El cultivo ilícito de adormidera, arbusto de coca y planta de cannabis”. Resultado:  La Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC) revela, según sus datos, que el cultivo opio, coca y cannabis no se ha reducido en nada, sino que, por el contrario, el cultivo de adormidera aumentó en un 130%, un 34% en el arbusto de coca y se reportaron 145 países con siembras de cannabis, en los cuales no se muestran casos de reducción.

Objetivo 2: Eliminar o reducir considerable y mensurablemente “La demanda ilícita de estupefacientes y sustancias sicotrópicas y los riesgos sanitarios y sociales relacionados con las drogas”. Resultado: En 2016 se estima que 275 millones de personas entre los 15 y 64 años han consumido drogas, cifra que muestra un aumento del 31% respecto a las cifras del 2011. Dentro de las más consumidas se encuentran el cannabis, los opioides y las anfetaminas. Por otro lado, el número de muertes relacionadas con las drogas se ha disparado en un 145% si se comparan las cifras de 2011 (183.500 muertes) y las de 2015 (450.000).

Objetivo 3: Eliminar o reducir considerable y mensurablemente “La producción, la fabricación, la comercialización, la distribución y el tráfico ilícitos de sustancias sicotrópicas, incluidas las drogas sintéticas”. Resultado: Según datos de la ONU, la producción de anfetaminas se mantiene en todo el mundo, con mercados en crecimiento en África Septentrional y Occidental, Norteamérica, Asia Oriental y Sudoriental, y Oceanía. También se reporta que entre el 2009 y el 2017 aparecieron alrededor de 800 nuevas sustancias y que el uso ilícito de fármacos de venta con receta ha alcanzado niveles sin precedentes en varias regiones, en especial en Norteamérica.

Objetivo 4: Eliminar o reducir considerable y mensurablemente “La desviación y el tráfico ilícito de precursores”. Resultado: La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) notificó un incremento del uso y el número de precursores en la producción ilícita de drogas. Un ejemplo de esto es que a pesar que aumentara la cantidad incautada del permanganato de potasio (usado en la producción de cocaína) de 92.702 kilos en 2012 a 585.072 kilos en 2016, la producción de cocaína en el mundo ha incrementado en un 44% desde 2009.

Objetivo 5: Eliminar o reducir considerable y mensurablemente “El blanqueo de dinero relacionado con las drogas ilícitas”. Resultado: Se calcula que cada año se blanquea a nivel mundial una cantidad que ronda entre los 800 millones y los 2 billones de dólares estadounidenses, representando el 2% y 5% del PIB global. También que el mercado mundial de drogas alcanza un volumen entre los 426.000 y los 652.000 millones de dólares estadounidenses, de los cuales más de la mitad de las ganancias brutas generadas se canalizan hacia el blanqueo de dinero, lográndose confiscar menos del 1% de este dinero.

También se revelan cifras como que 3,940 personas han sido ejecutadas por delitos de drogas durante la última década, que una de cada cinco personas encarceladas han sido privadas de la libertad por delitos de droga, que solo el 17% de los cripto-mercados de drogas cierran por intervención policial, que la guerra contra las drogas en México, iniciada en 2006, ha dejado más de 150.000 y 32.000 personas desaparecidas  y que en Colombia la erradicación forzosa desde el año 2009 hasta el año 2016 provocó el aumento de un 115% de cultivos de coca en el país, siendo proporcional al aumento del conflicto social y del desplazamiento interno forzoso.

En general, lo que traducen los resultados de la estrategia planteada en desde hace varias décadas, y condensada en el plan diseñado en 2009 en la ONU, es que no vamos por buen camino. Pareciera que la mayoría de estas políticas han resultado contraproducentes, aumentando negativamente las cifras.

Por ende, los gobiernos deberían reevaluar lo que se quiere con los objetivos planteados hace casi diez años, tomando en cuenta la realidad de muchos países y entendiendo las verdaderas lógicas de la cadena de “las sustancias sometidas a fiscalización internacional”. Todo esto para empezar a mejorar la situación de los derechos de personas y comunidades más marginadas y vulnerables del mundo.

 

LatinAmerican Post | Juan Sebastián Salguero Bernal

 

* La opinión del redactor no representa la del medio

 

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