Hombreras: una tendencia de lucha por la igualdad
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Para el 2019, vuelven las hombreras. Te contamos un poco sobre esta tendencia y cómo está relacionada con la lucha por la igualdad de género en el campo laboral
Ya lo ha dicho Vogue y ya las vimos en las pasarelas de las colecciones primavera/verano 2019: las hombreras femeninas prometen un fuerte regreso para este año que acaba de empezar. Todos hemos visto fotos de nuestra abuela usando este traje ochentero con hombreras en su época de trabajadora.
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En junio del 2018 las vimos en la pasarela de Alexander Wang en Nueva York. Luego, en la Paris Fashion Week las vimos en dos ocasiones: en la colección Otoño/Invierno 2018-2019 de Saint Laurent, y en la colección Primavera/Verano 2019 de Balenciaga. Finalmente, en octubre de 2018 vimos a Lady Gaga lucir un traje over sized de la firma Marc Jacobs, lo que terminó de confirmar las predicciones.
Cuando la cantante, y ahora actriz, lució este traje de Marc Jacobs, ofreció un discurso en el que explicó por qué usaba este atuendo. Su discurso terminó así: "Hoy he decidido que quiero recuperar el poder. Hoy yo tengo puestos los pantalones". ¿Qué tiene que ver, entonces, el uso de esta prenda con la lucha feminista?
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Un poco de historia
Según Julia Hobbs, para Vogue, la tendencia de las hombreras femeninas se puede rastrear hasta la década de los años 1930, cuando la irreverente heredera, poeta y activista por los derechos humanos británica, Nancy Cunard, empieza a usar prendas que normalmente se asociaban con lo masculino, entre ellas estaban la chaqueta de motociclista y el blazer.
Durante la misma década, dice Hobbs, la diseñadora italiana y rival de Coco Chanel, Elsa Schiaparelli, se muda a París y abre su firma de diseño. Schiaparelli sería también muy transgresora en lo que se refiere a los límites de géneros en la moda: puso de moda el jumpsuit y usó varias versiones del blazer masculino en sus colecciones de ropa e indumentaria femenina.
En 1945 estrena Mildred Pierce, la película que narra la rivalidad entre una madre que intenta escalar socialmente (Joan Crawford) y su hija (Ann Blyth) por el amor de un mismo hombre. En Mildred Pierce ambas protagonistas usan trajes con hombros pronunciados. Aunque no es la misma hombrera ochentera que luego usarían nuestras abuelas, sí es la primera versión de ésta y la primera vez que la veíamos en pantalla grande.
Luego, durante las décadas de 1950 y 1960, se puso de moda la figura de la buena esposa, del ama de casa de los 50s, así que la falda de corte en A opacó por completo los atizbos de la hombrera que habíamos visto en la primera mitad del siglo XX. Esto, hasta que en la década de 1980 la hombrera volviera a aparecer para quedarse en las pasarelas de Armani y de Thierry Mugler. Desde entonces, esta prenda solo fue en ascenso: la usaron sobre todo mujeres que era figuras de poder femenino como la Princesa Diana de Gales, la primera ministra británica Margaret Tatcher y la política estadounidense Hillary Clinton.
En 1989 se estrena Working Girl. En ella, Melanie Grifith interpreta a Tess McGill, una secretaria que intenta abrirse un camino en un mundo laboral feroz en la ciudad de Nueva York. Al final, Harrison Ford dice la famosa frase "She is your man" (Ella es tu hombre) para decir que Tess es la persona indicada para un trabajo.
Las hombreras y la lucha feminista
De acuerdo con el blog de la marca True Love & Poems, las prendas femeninas no estaban asociadas con el campo laboral y mucho menos con los puestos de poder o con los cargos directivos. La falda de corte en A del ama de casa no es una prenda que se viera comunmente en las oficinas de las firmas de abogados o de los corredores de bolsa en Nueva York, por ejemplo.
A esto debe sumarse que cuando las mujeres incursionaron en el campo laboral, lo hicieron desde abajo: como secretarias y no como directivas o gerentes. Así, cuando empezaron a ascender no eran tomadas en serio por los hombres.
La mujer trabajadora (la 'working girl' que representaba Tess McGill) tuvo que valerse de la moda para abrirse camino en las empresas que dirigían los hombres y en las que ella quería empezar a hacer más que atender llamadas. Esta mujer empezó a usar trajes de sastre igual que los hombres para que estos las trataran como a sus pares.
Esto no fue todo ni fue suficiente. Las mujeres debieron también cambiar su figura: de ahí las hombreras.
La chaqueta con hombreras ensancha la espalda y hace ver a una mujer más grande y más ancha, lo que hacía que los hombres pudieran concebirla como un par o a una colega. Esto lo acompañaban con una falda y no con un pantalón, pues las mujeres no podían tampoco lucir muy amenazantes para los hombres. Querían ser tomadas en serio por sus colegas masculinos pero no que estos creyeran que ellas venían a reemplazarlos.
En este sentido, la hombrera ochentera fue una mezcla entre sumisión femenina y lucha por la igualdad laboral, pues al tiempo que las mujeres reclamaban el puesto que merecían en el campo laboral, cuidaban también de no resultar demasiado amenazantes para los hombres.
Las hombreras en el 2019
Es entendible pensar que esta prenda era la herramienta que las mujeres trabajadoras durante los 80s tenían a la mano para ser tomadas en serio: 'disfrazarse' de hombres. De ahí el "She is your man" de Harrison Ford para referirse a que una mujer está calificada para un trabajo: ella es un hombre.
Pensaríamos que para este 2019 no es necesario ya disfrazarnos de hombres para ser tomadas en serio en el campo laboral y que un hombre puede concebir como a su par a una mujer que usa falda y maquillaje lo mismo que a un hombre con pantalones y corbata. Sin embargo, según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la brecha salarial entre géneros ha aumentado en el último año de un 16 a un 19% a nivel mundial.
Tal vez por esto Lady Gaga siente aun que debe "tener los panatalones bien puestos" para "recuperar el poder" y tal vez el regreso de esta tendencia es una respuesta a este fenómeno. Parece que las mujeres aun deben mostrar que tienen la espalda igual de ancha para recibir el mismo salario.
LatinAmerican Post | Juliana Rodríguez Pabón
Copy edited by Juliana Suárez